Imaginemos que algún día, en un futuro remoto, quizas decenas o centenares de millones de años en el tiempo y el espacio, una nave alienígena se encuentra con una extraña reliquia flotando inerte en la oscuridad estelar...sus generadores nucleares hace tiempo que se han extinguido, sus instrumentos y ordenadores de a bordo duermen ya de forma permanente y su antena apunta hacia el fondo de estrellas, como si intentara recuperar el contacto con la desconocida especie que la envió. Ha sucedido lo que parecía una posibilidad remota, casi nula: Una civilización extraterrestre encontró a una de los dos Voyagers.
Ademas de la propia tecnología arcaica del vehículo, que da notables pistas, sus científicos encuentran un disco de oro que tiene registrado en su interior todo tipo de información sobre sus creadores, y tras arduos experimientos logran leer dichos datos...pistas de sonidos con lo que parecen lenguas indescifrables, imágenes de un mundo que llamaron Tierra (a pesar de estar cubierto en 3/4 partes por agua), con inumerables formas vivas que jamás habían visto y la representación de dos miembros de la extraña especie responsable, los que se denominan a si mismos Humanos.
Y finalmente un regalo extraodinario, lo que parece el registro de los pensamientos de uno de ellos. O sería mejor decir de ella. Y en ellos, sobreviviendo millones de años después de que aquella que lo generó desapareciera, la señal de uno de los más podersos sentimientos que existen, el amor.
Esta es la historia de Ann Druyan, la tercera y última esposa de Carl Sagan, y como sus ondas cerebrales fueron registradas e incorporadas a los discos de oro de las Voyagers.
En 1977 se estaban últimando los preparativos para el lanzamiento de ambos vehículos, y puesto que estaban destinadas a salir del Sistema Solar algunos científicos, encabezados por Sagan, decidieron incorporar un mensaje, un testimonio de la Humanidad que viajaría hacia las estrellas y que quizás algún día fuera encontrada por alienígenas...las posibilidades de que esto ocurriera se consideraban casi nulas, pero no por ello se dejo de trabajar en ello con todo su empeño.
Era algo que simbolizaría el deseo de la Humanidad de contactar con otros seres inteligentes y por ello debía durar casi para siempre, motivo por el cual se desecho la en ese momento habituales cintas magneticas, tan de moda en los 70, y se busco la durabilidad de una tencología más antiguo: Un disco de Vinilo, aunque en este caso con un corazón metálico cubierto de Oro, y destinado a sobrevivir cientos de millons de años sin sufrir un nivel de degradación inportante.
Y en el se incorporó todo tipo de información, imágenes y sonidos, desde Música hasta saludos en inumerables idiomas...y las ondas cerebrales de uno de los miembros del equipo, Ann Druyan, que se presentó, y por ello se preparó toda una serie de conceptos, ideas e historias que quería manejar mientras le hicieran el escaner en el New York University Medical Center. Al fin y al cabo esos pensamientos se convertirían en inmortales.
Y entonces la parte emocional de Ann se hizo presente:"El 1 de junio de 1977, Carl (Sagan) y yo compartimos una llamada telefónica maravillosamente importante. Decidimos casarnos. Fue un momento ¡Eureka! para los dos, la idea de que podríamos encontrar la combinación perfecta. Fue un descubrimiento que ha sido reafirmado en innumerables maneras desde entonces". Y así fue como, en plena carrera final para completar los discos de Oro de las Voyagers ambos se enamoraron apasionadamente.
Y tal como explicó Ann todo esto estuvo presente en sus pensamientos mientras la hacían el escaner, pues a pesar de su esfuerzo por mantenerse fría y ceñirse a las ideas que previamente había previsto, los sentimientos de ese amor recién nacido dominarón su mente en ese momento...
Hoy día las Voyagers se preparan para abandonar el Sistema Solar, y en su interior viajan los pensamientos de Ann, y en especial su amor incondicional hacia Sagan..."Mis sentimientos como una mujer de 27 año, locamente enamorado, están en ese disco. Y es para siempre, lo que será verdad los próximos 100 millones de años. Para mí las Voyagers representan una alegría tan inmensa que te priva de nuestro miedo a la muerte".
Y es que dentro de millones de años, cuando la Humanidad haya desaparecido o evolucionado hacia algo muy distinto, todo lo que se conservará de nosotros serán los sentimientos de una joven mujer enamorada. Y, bien pensado, quizás ese es el mejor legado que nuestra especie puede dejar al Universo, el de un amor que es para toda la eternidad.
El escaner de la actividad cerebral de Ann Druyan...unos pensamientos destinados a permanecer para siempre.
Los discos de Oro de las Voyagers llevan en su interior un amplio registro de la Humanidad y su mundo, destinado a perdurar más alla del final de nuestra especie.
Voyager, The Love Story
2 comentarios:
Es una idea muy romántica pero quien sabe lo que podría sucederle en la inmensidad del universo.
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