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miércoles, junio 16, 2021

Un nuevo amanecer para Venus

Aprobadas tres nuevas misiones para explorar este planet6a.

El gemelo ardiente de la Tierra lleva demasiado tiempo casi olvidado, apenas visitado en estas últimas décadas por unas pocas misiones, como Akatsuki o Venus Express. Marte sigue siendo el gran atractor que centra nuestra atención, y eso es algo que difícilmente cambiará en un futuro a medio plazo, incluso con las insinuaciones, aunque ahora diluidas, de que podría existir algún tipo de actividad biológica en su atmósfera superior. O quizás hasta cierto punto, ya que tanto la NASA como la ESA acaban de anunciar lo que se puede considerar un regreso por todo lo alto.

Nada menos que 3 nuevas misiones interplanetarias, dos norteamericanas y una europea, han sido aprobadas para regresar a Venus a finales de esta década, un salto adelante que parecía impensable hasta hace pocos años.

1) DAVINCI+: Analizará la composición de la atmósfera para comprender cómo se formó y evolucionó, así como para determinar si alguna vez tuvo océanos de agua, como la Tierra. La misión incluye una esfera que se sumergirá a través de la espesa atmósfera, realizando mediciones precisas de gases nobles y otros elementos para comprender por qué se convirtió en el infierno que es hoy día, mientras que la parte orbital tomará las primeras imágenes de alta resolución de las características geológicas conocidas como "tesserae", que pueden ser comparables a los continentes de la Tierra, lo que sugiere que Venus tiene o tuvo placas tectónicas.

2) VERITAS: Cartografiará la superficie para determinar la historia geológica del planeta y comprender por qué se desarrolló de manera tan diferente a la Tierra. Con un radar de apertura sintética, trazará las elevaciones de la superficie de casi todo el planeta para crear reconstrucciones 3D de la topografía y confirmar si los procesos como la tectónica de placas y el vulcanismo todavía están activos. También mapeará las emisiones infrarrojas de la superficie de Venus para mapear su composición, que en gran parte se desconoce, y determinar si los volcanes activos están liberando vapor de agua a la atmósfera.

3) EnVision: La misión europea monitoreará los gases traza en la atmósfera (aquellos presentes en muy pequeñas cantidades) y analizará la composición de la superficie, buscando cualquier cambio que pueda estar relacionado con signos de vulcanismo activo. Un radar proporcionado por la NASA tomará imágenes y mapeará la superficie. Además, un experimento de radiociencia probará la estructura interna y el campo de gravedad, así como también investigará la estructura y composición de la atmósfera.

¿Qué historia experimentó Venus para llegar a este estado desde un punto en que podría haber sido mucho más parecido a la Tierra? ¿Sigue estando geológicamente activo? ¿Podría haber albergado alguna vez un océano e incluso haber sostenido la vida? ¿Qué lecciones se pueden aprender sobre la evolución de los planetas terrestres en general, a medida que descubrimos más exoplanetas similares a la Tierra? Estas y otras preguntas son la que esta nueva flota de exploradores buscará responder, dentro de lo que podría ser un renacer general del interés por este planeta.

VERITAS, EnVision y DAVINCI +, el nuevo trio de exploradores de Venus.


miércoles, marzo 03, 2021

Cuando todo empezó

55 aniversario de la primera sonda en alcanzar otro planeta.

El aterrizaje de
Perseverance fue todo un prodigio tecnológico, fruto de la experiencia y unos avances a todos los niveles, especialmente en cuando a la capacidad informática que le permitió tomar sus propias decisiones a lo hora de elegir el lugar de aterrizaje. Pero hace medio siglo las cosas eran mucho más complicadas, y los horizontes soñados se limitaban muchas veces al simple hecho de llegar, cosa que no era ni mucho menos segura. A partir de aquí la suerte tenía un peso crítico, y muchas veces esta solía ser adversa. Los éxitos eran más por insistencia, de intentarlo una y otra vez, que por una sola apuesta a gran escala.

Pocos insistieron tanto como los soviéticos al principio de la carrera espacial, tanto en Marte, con resultados funestos, como hacia Venus, donde los éxitos fueron notables. Se podría decir que ambas superpotencias, EEUU y URSS se repartieron los dos mundos más cercano a la Tierra, aunque no fuera algo buscado. Simplemente así salieron las cosas. Y fruto de esa instancia, fueron estos los que lograron alcanzar primero otro planeta, algo hoy día casi "normal", pero en ese momento un acontecimiento que parecía casi de ciencia ficción.

El 1 de Marzo de 1966, hace 55 años, la Venera 3 se convertía en la primera sonda en lograrlo, en una ruta de colisión programada en Venus, lo mejor que se podía hacer en ese momento. Por desgracia el sistema de comunicación falló antes de que pudiera enviar datos del planeta, por lo que no se sabe exactamente donde ocurrió, aparte de que fue en el hemisferio nocturno, pero eso no redujo el triunfo que eso significaba, después de dos intentos fallidos (Veneras 1 y 2), y que abrió el camino a sus predecesoras, hasta la Venera 16, y las más modernas Vega 1 y 2, que heredaron sus diseños.

Hoy día vivimos eventos espaciales realmente increíbles, pero todos ellos son herederos del primero de todos ellos, de una pequeña sonda que se estrelló en otro mundo.

La capsula de descenso de la Venera 3. Aunque no tenía sistema de aterrizaje, se esperaba que pudiera sobrevivir al impacto, o al menos tomar datos de la atmósfera durante el descenso.

Sello conmemorativo del Venera 3.

lunes, marzo 01, 2021

Maravillas de Venus

Espectaculares imágenes del planeta por parte de la Solar Probe.

Con Marte siendo el centro de atención por motivos más que justificados, el otro vecino de la Tierra, el ardiente hermano gemelo de nuestro planeta, está ahora un poco a la sombra después de una pequeña fase de fama mediática. Pero que no hablamos de el no significa que nadie lo esté estudiando y no haya una parte de la comunidad astronómica mundial que siga con sus ojos centrados en las densas nubes venusianas. Entre ellos los del equipo a cargo de la sonda Parker.

Aunque su meta es el estudio del Sol, Venus juega un papel crítico para la misión Solar Probe, ya que deberá aproximarse hasta en siete ocasiones, sobrevolándolo a corta distancia como forma de ir ajustando su órbita y velocidad. Eso implica una oportunidad de oro de disponer de una sonda con todo su instrumental activo que pueda recoger datos a corta distancia, y más ahora, donde solo la Akatsuki está actualmente orbitándolo. El 11 de Julio de 2020 ocurrió el 3º de los siete previstos, y ahora se hace público uno de sus resultados más espectaculares, una imagen asombrosa del hemisferio nocturno por parte de su cámara WISPR.

Acrónimo de "Wide-field Imager for Parker Solar PRobe", dicha cámara está diseñada para estudiar la Corona Solar y la Heliosfera interior en luz visible, así como las posibles estructuras del viento solar. No estaba claro que podría ver cuando mirara al hemisferio nocturno de Venus, por lo que los resultados superaron todas las expectativas: No solo detectó un brillo alrededor del borde del planeta, posiblemente la luz emitida por átomos de oxígeno en lo alto de la atmósfera que se recombinan en moléculas cuando desaparece la luz solar, sino también, sino una zona oscura que se corresponde a una zona de tierras altas conocida como Aphrodite Terra, y que destaca en el infrarrojo por estar unos 30º más fría que las circundantes.

Esto último resultó una sorpresa agradable para el equipo de la Parker, que esperaba que WISPR, también sensible al infrarrojo, pudiera observar las formaciones de nubes, pero no detalles de la superficie, lo que genera un notable abanico de oportunidades, tanto para el estudio del polvo interplanetario cercano al Sol como, al menos, como forma de establecer una nueva "ventana" a través de la opaca atmósfera venusiana que podría aprovecharse para el futuro. En realidad fue el equipo de la sonda japonesa Akatsuki la que sugirió al de la Parker intentarlo de forma coordinadas con las suyas propias. El resultado, como vemos, no pudo ser mejor.

Marte sigue siendo el protagonista, pero estas imágenes nos recuerdan que Venus sigue ahí, esperando que nos lo tomemos realmente en serio. Cuando a finales del próximo Abril lleguen y se analicen los datos del 4º sobrevuelo, ocurrido este pasado 20 de Febrero, tendremos una nueva oportunidad de darnos cuenta de ello.

La imagen de la noche de Venus visto por la Parker, con la luz nocturna (Nightglow) y Aphrodite Terra claramente visibles. Las líneas que cruzan por delante son una combinación de polvo interplanetario, rayos cósmicos y partículas expulsadas por la propia sonda al recibir el impacto de estos primeros, cuya concentración es alta en el sistema solar interior, aunque la intensidad de los impactos varía según la órbita y velocidad de cada momento. La mancha oscura en la parte interior del disco del planeta es un fallo de la propia cámara.

La compleja orografía de Venus, con Aphrodite Terra visible en la parte izquierda.

Solar Parke y Akatuski, colaborando en otro mundo.

viernes, febrero 12, 2021

El eterno regalo de las planetas

La sonda Parker nos ofrece una maravillosa imagen del Sistema Solar.

Mientras Marte es ahora mismo el centro de atención de todos, y lo será aún más los próximos días y meses, otros exploradores interplanetarios siguen trabajando y enviando a su mundo de origen maravillosas imágenes y datos científicos. Uno de ellos es la Solar Parker, que como su nombre indica tiene como meta explorar a la estrella de nuestro sistema planetario, sobrevolándola cada vez más cerca en un intento de adentrarse en sus numerosos misterios. Y durante su quinta aproximación, ocurrida el pasado Junio, su cámara de campo amplio (WISPR) nos regalo una panorámica de buena parte de los planetas que conforman en Sistema Solar, al menos si hablamos de los mundos de gran tamaño. Incluida, claro está, La Tierra.

El objetivo de WISPR es observar y tomar imágenes de la Corona y la Heliosfera interior del Sol, así como del desplazamiento y estructuras del viento solar. En esta ocasión, pero, y como efecto secundario y muy bienvenido de esta actividad, hasta 6 planetas aparecieron en el campo de visión de la Parker, así como la Vía Láctea. Una reunión aparente de mundos en línea, pero que es fruto de la perspectiva, como se puede apreciar al observar que Mercurio, el más cercano al Sol, parece que sea aquí el más lejano. No es el caso, simplemente los demás están más lejos y en otra posición en su orbita., pero no deja de ser curioso.

"Es asombroso ver tantos mundos en nuestro sistema solar, incluido nuestro propio planeta, en el mismo retrato. A menudo pensamos en ver nuestro sistema solar de afuera hacia adentro, y esto nos da la oportunidad única de verlo de adentro hacia afuera. Es una vista que pocas sondas pueden ofrecer, y la Parker Solar nos ha brindado una perspectiva completamente diferente de nuestro lugar en el espacio", explicó Nour Raouafi, científico del proyecto.

No es la primera de estas imágenes "en familia", y en realidad, casi de forma simultanea, el observatorio STEREO nos ofrecía el mismo regalo. Pero no importa cuantas veces se repitan, siempre resultan maravillosos.

Un diagrama de la posición de cada planeta en esta imagen, lo que permite comprender su distribución.

Casi de forma simultanea, el observatorio STEREO tomaba también una panorámica familiar.

lunes, octubre 26, 2020

Nuestro pasado en Venus

Se cumplen 45 años de las primeras imágenes desde la superficie de otro planeta.

Hoy día alcanzar esa hostil superficie se ve como un reto mayúsculo, y en cierta forma se considera que no vale el esfuerzo necesario, al menos de momento. Marte nos llama mucho más (y su ambiente, tan duro, sigue siendo paradisíaco en comparación al venusiano) y La Luna obviamente más sencilla y cercana. Sin embargo hace media década se convirtió en la meta principal de la desaparecida URSS, y donde logró sus mayores triunfos, en contraste con la "maldición marciana" que la perseguía en sus intentos de lograr lo mismo en el planeta rojo y donde siempre se estrelló.

Por todo ello no resulta extraño que los únicos aterrizajes logrados en Venus, y que sobrevivieron lo suficiente para enviar una cantidad significativa de datos e imágenes, sean soviéticas. Y sería el 20 de Octubre de 1975 cuando la Venera 9 se convertiría en la primera sonda en posarse y fotografiar ese infierno planetario, y por extensión, la primera en enviar imágenes desde otro planeta. Exactamente a las 05:13:07 UT y a unos 7 metros por segundo, cuando el sistema de aterrizaje impactaba y absorbía la fuerza del impacto contra la superficie.

Suficiente al menos para sobrevivir, aunque no sin sufrir algunos daños, como por ejemplo una de las cubiertas que protegían sus dos cámaras. Eso impidió lograr una panorámica de 360º, y nos tuvimos que conformar con otra de 180º, que es la que ha pasado a la historia como la primera visión desde otro mundo (sin contar La Luna). Reforzada tanto como era posible y con un sistema de refrigeración que redistribuía el calor mediante la circulación de un fluido, la Venera 9 sobrevivió a la aplastante presión y sobrecogedor calor reinante (unos 485 Cº ) durante 53 minutos, hasta que finalmente sucumbió al infierno y se hizo el silencio.

Su viaje sin retorno ofreció los primeros datos in situ de Venus. Midió el grosor de la capa de nubes durante el descenso, que se extendían hasta unos 30-40 kilómetros por encima de la superficie, detectando elementos como hidrocloros, ácido fluorhídrico, bromo, o yodo. Ya en tierra observó más luz de lo que esperaba, equivalente a un día nublado de Verano en la Tierra, en lugar de la oscuridad esperada. La Venera 9 se posó en una superficie inclinada unos 20º (posiblemente parte del valle tectónico de Aikhulu Chasma), cubierta de rocas de unos 30-40 centímetros, sin señales de erosión ni de presencia de polvo en suspensión, aunque si de sombras, fruto de esa inesperada iluminación.

Venera 9 sería abriría el camino a otras Veneras, hasta la 14, la última en lograrlo, todas ellas con suerte diversa. Por ejemplo, las cámaras de la 11 y 12 fallaron, repitiéndose un problema con la expulsión de las tapas de protección que afecto a todas ellas, aunque si enviaron datos, mientras que la 10, 13 y 14 repitieron la hazaña. Las Vega 1 y 2, una especia de sucesora de las Veneras, lanzadas con la meta de sobrevolar el cometa Halley, pero que enviaron cápsulas de aterrizaje cuando pasaron cerca de Venus, enviado datos aunque no imágenes.

Desde entonces no hemos regresado, siendo todo la exploración desde la órbita y mediante cartografía por radar. Ojalá este aniversario, así como el del resto de Veneras, deje un día de ser un hecho puntual en la historia de la exploración planetaria.

El gran viaje de la Venera 9.

Imágenes "en bruto", tal cual llegaron de Venus. La distancia, duro ambiente y limitaciones tecnológicas hicieron que, en comparaciones a las actuales, parezcan anticuadas y de ínfima calidad, cosa que ciertamente es así, ya que estamos hablando de 1975. Pero fueron las primeras.

Las Veneras, las sondas que viajaron a un infierno planetario. Las sondas permanecieron en órbita, mientras que los módulos de aterrizaje, encapsulados en la gran esfera que vemos en la parte superior de la segunda imagen, fueron las que se dirigieron al encuentro del ambiente más hostil del Sistema Solar.

Los lugares de los aterrizajes exitosos de las Veneras y las capsulas de las Vega.

Hoy día las Veneras son un recuerdo abrasado de que un día aterrizamos en Venus.

Venera 9

martes, octubre 20, 2020

Encuentro con Venus

BepiColombo completa su primer sobrevuelo del planeta.

Tal y como estaba previsto, y cumpliendo su plan de vuelo a la perfección, la misión europea-japonesa a Mercurio completó el primero de los dos sobrevuelos del gemelo terrestre, pasando a poco más de 10.000 kilómetros de distancia y recolectando todo tipo de datos científicos al activarse siete de los once instrumentos científicos con los que la sonda (o las dos sondas, siendo más precisos) está dotada. Dentro de un año se encontraran de nuevo, esta vez a solo 500 kilómetros de distancia, por lo que se podrán obtener entonces observaciones más amplias y profundas.

Evidentemente todo este encuentro estaba marcado por el polémico descubrimiento de fosfina en la atmósfera venusiana y su potencial origen biológico, y deberemos esperar a que se analicen todos los datos reunidos para tener alguna posible conclusión, aunque estamos hablando de mediciones tan al límite de la capacidad de la BepiColombo que es posible que en esta ocasión no de hubiera detectado nada, y debamos esperar al encuentro de 2021. Tendremos que esperar noticias.

Fuera de esta problemática, destacó también la oportunidad de combinar estas observaciones con los de la sonda japonesa Akatsuki, actualmente en órbita venusiana, en un momento en que esta última estaba, a causa de su órbita elíptica, a unas 30 veces más lejos de Venus que BepiColombo en el momento de mínima distancia al planeta, por lo que se tuvo la ocasión de observar las mismas cosas desde dos puntos de vista diferente. Una oportunidad de oro que las gentes de la JAXA (Agencia Espacial Japonesa) sacaron partido, añadiendo a estos dos visiones la del observatorio orbital Hisaki y numerosos observatorios en tierra.

De esta forma se cumple una nueva etapa en el largo camino de la BepiColombo hacia Mercurio, un viaje a las profundidades del pozo gravitatorio solar que no es sencillo si uno quiere algo más que un paso fugaz sobre el objetivo. Justo al contrario, esta misión aspira a dejar en órbita alrededor de este planeta a dos sondas, una europea y otra japonesa. Y para ello es necesario unos parámetros de velocidad y trayectoria que solo se pueden conseguir con estos encuentros.

Aproximándonos a Venus, a través de una de las cámaras de monitorización de la sonda. Parece desplazarse inicialmente hacia arriba a causa de que la propia sonda está girando para apuntar al planeta que se aproxima. La distancia se mueve entre los 600.000 y los 400.000 kilómetros.

El encuentro con Venus.

BepiColombo flies by Venus en route to Mercury

sábado, septiembre 26, 2020

BepiColombo camino a Venus

Un sobrevuelo "de paso" que adquiere ahora una importancia capital.

Recientemente Venus se convirtió en el centro de interés no solo de los astrónomos, sino del público en general. Y no es para menos, ya que el descubrimiento de fosfina en la atmósfera del planeta, un elemento principalmente asociado a la vida y del que no conocemos procesos no biológicos capaces de producirlo en cantidades tan significativas como las anunciadas por sus descubridores, convirtió de repente este mundo infernal en un inesperado candidato biológico. No se debe, sin embargo, dar nada por hecho. Las mediciones están al límite de la capacidad de detección, y la incertidumbre es grande.

En cualquier otra circunstancia eso implicaría años de discusión, puesto que no hay ninguna misión interplanetaria en desarrollo que tenga actualmente a este planeta en su punto de mira, al menos en un futuro reciente. Marte, como un potente imán, nos sigue atrayendo con mayor fuerza. Pero el destino parece haberse puesto de nuestro lado por una vez, ya que si existe una sonda en camino. No en camino a Venus, sino a Mercurio, pero que tiene previsto dos sobrevuelos del primer para ajustar su trayectoria para alcanzar el segundo. En todo este ruido mediático nos habíamos olvidado de la BepiColombo.

Será este 15 de Octubre cuando la misión europea-japonesa pase cerca de Venus, a unos 10.663 kilómetros de distancia. No debería haber sido más que un sobrevuelo técnico, donde se tomarían datos, pero más para poner a prueba sus instrumentos que para realizar una auténtica campaña de exploración. Pero ahora las cosas han cambiado, y esta visita adquiere una gran transcendencia. ¿Nos dará dar una respuesta a la presencia de fosfina? la clave podría estar en MERTIS (Mercury Radiometer and Thermal Infrared Spectrometer).

Diseñado para analizar la composición de la superficie de Mercurio, MERTIS podría ser capaz de detectar la fosfina atmosférica, si que es que esta existe realmente, eliminando cualquier duda, que siguen estando presente pese a todo. Estaríamos hablando de una detección en el mismo límite de su capacidad de detección, por lo que una negativa no sería definitiva. Es más, en Agosto de 2021se aproximará mucho más, apenas a 550 kilómetros por encima de su capa de nubes, por las que las opciones de detección serán incluso mejores. El 15 de Octubre marca la primera de las dos oportunidades que tenemos.

Pero si BepiColombo verifica que hay fosfina en la atmósfera de Venus se abrirían un abanico de posibilidades. No significaría automáticamente que existe un proceso biológico detrás de su presencia, pero si representaría la confirmación de que una reacción química que no podemos explicar fácilmente está ocurriendo en un lugar donde no debería ocurrir. Si la causa resulta ser el resultado de un proceso químico previamente desconocido, posiblemente único, sería interesante. Si resultara ser causado por algún tipo de vida, significaría que no estamos solos en el universo. Y lo aprenderíamos en el lugar más inesperado. Las posibilidades quizás son muy pequeñas realmente, pero que no sean cero es lo que lo hace tan emocionante.

MERTIS, la clave para intentar dar una respuesta al misterio venusiano, diseñado para estudiar Mercurio, pero que tendrá ahora una tremenda responsabilidad antes de tiempo.

En Abril de 2020 la BepiColombo sobrevoló nuestro planeta. No podía imaginar como cambiaría el escenario en pocos meses.

lunes, septiembre 14, 2020

Vida sobre el infierno

¿Señales de actividad biológica en Venus?

La búsqueda de vida fuera de la Tierra es la meta definitiva de la astronomía en general y la exploración espacial en particular. Esta se extienden en muchos campos, pero al final nuestro esfuerzo siempre busca responder la misma pregunta: Estamos solos en el Universo? Somos una excepción o, por el contrario, la vida existe de forma amplia a lo largo y ancho del Cosmos? La lógica de su misma inmensidad, así como la detección por todos lados de los "ladrillos" que la forman, al menos tal y como la conocemos, nos lleva a pensar que la respuesta es positiva. Pero una cosa es pensarlo y otra es confirmarlo, y esto último aún no ha llegado.

Nuestro campo de investigación, como es lógico, abarca solo el Sistema Solar, ya que seguimos siendo una civilización limitada a una estrella. Grandes telescopios pueden buscar señales químicas de origen biológico en otros sistemas planetarios, pero de momento solo en en los planetas de nuestro sistema donde podemos realizar una búsqueda más avanzada. Las misiones a Marte son un ejemplo de ello, así como las misiones a las lunas exteriores, como Europa o Titán.

Pero la búsqueda de sus huellas nos puede llevar a los lugares más insospechados. Venus, un mundo infernal con temperaturas que rondan los 470º, no parece el más adecuado donde buscarla, pero paradójicamente, esa ahora donde nos lleva está búsqueda trascendental. Y es que, si bien nadie puede esperar que la vida exista en su ardiente superficie, su atmósfera en otra historia. Es tremendamente ácida, pero en ciertas alturas tanto la temperatura como la presión son muy parecidas a las que disfrutamos en nuestro mundo.

Todo esto gira alrededor del descubrimiento y confirmación, por parte de ALMA, de la presencia de fosfina en las nubes de Venus, un gas que en la Tierra solo se fabrica de forma industrial o por microbios que prosperan en ambientes libres de oxígeno. La cantidad es muy pequeña,
una veintena de moléculas por cada mil millones, pero sigue siendo muy superior, según sus descubridores, a la que se podría producir por sistemas no biológicos conocidos, que solo añadirían una diezmilésima parte de lo ahora detectado. Ciertamente es intrigante, ya que se sabe que las bacterias terrestres producen fosfina, tomando fosfato de minerales o de material biológico, añadiendo hidrógeno y, en última instancia, expulsan dicho elemento. Nada de esto sirve para afirmar que existe vida, pero ciertamente no se puede descartar esa posibilidad.

Existe un gran "pero", y es que si bien las nubes altas de Venus acogen temperaturas bastante agradables, son tremendamente ácidas, con una proporción de 90% de ácido sulfúrico, muy por encima del 5% máximo que soportan las terrestres. Eso hace difícil imaginar como podría cualquier forma de vida podría sobrevivir en ese ambiente, aunque nunca debemos descartarlo por completo, ya que las bacterias siempre demostraron una capacidad increíble para adaptarse a los lugares más hostiles. Tal como explica Leonardo Testi, astrónomo de la ESO y Director de Operaciones Europeas de ALMA, "la producción no biológica de fosfina en Venus está excluida por nuestra comprensión actual de la química de la fosfina en las atmósferas de los planetas rocosos. Confirmar la existencia de vida en su atmósfera sería un gran avance para la astrobiología; por lo tanto, es esencial dar continuidad a este emocionante resultado con estudios teóricos y observacionales con el fin de excluir la posibilidad de que la fosfina en planetas rocosos también pueda tener un origen químico diferente al de la Tierra".

¿Podría ser el planeta más hostil a la vida del Sistema Solar precisamente el primer lugar donde la encontremos? Sería una curiosa ironía del destino.

¿Huellas de vida en Venus?

miércoles, septiembre 25, 2019

El Venus que pudo ser

Podría haber mantenido su habitabilidad durante varios miles de millones de años.

Se le considera el gemelo de la Tierra, aunque ese título honorífico solo refiere a su tamaño y masa es casi idéntica a la de nuestro mundo, solo ligeramente inferior. Sin embargo, y gracias a los datos reunidos por las sondas que lo han visitado, tenemos cierta seguridad de que en tiempos pasados ese titulo era mucho más apropiado, suficientemente templado como para disponer de océanos de agua, como los terrestres, que quizás cubrieron buena parte de la ahora tórrida superficie. En algún momento parece que su biosfera que quebró, y Venus se precipitó al infierno planetario que es hoy día.

La pregunta es evidente: ¿Por cuento tiempo? La respuesta es trascendental, ya que significa saber por cuanto tiempo fue habitable, por cuanto tiempo fue capaz de albergar vida. En que momento todo se vino abajo? Demasiado pronto para que esta surgiera? O quizás suficiente para su aparición, y por ello para que ojos que quizás ni podemos imaginar asistieran al final de su mundo?

Una posible respuesta nos llega desde la  Reunión Conjunta 2019 del Congreso Europeo de Ciencia Planetaria (EPSC-DPS), donde un nuevo estudio, basado en cinco simulaciones que aplican distintas superficies oceánicas, además se sumar el paulatino aumento de la luz solar (El Sol va aumentando su brillo a medida que envejece), propone unas escalas temporales realmente integrantes, ya que implicaría que Venus pudo ser habitable mucho tiempo, varios miles de millones de años, y pone la frontera entre el mundo que fue y el que es hoy día, muerto y tórrido, muy cerca, apenas 700 millones de años en el pasado. Si es así las opciones de que la vida naciera en Venus, que los "venusianos", aunque fuera en formas vivas simples, existieran, es una posibilidad real.

Todas estas simulaciones, con sus parámetros variables, llevan al mismo sitio: El planeta habría podido mantener temperaturas estables, desde un mínimo de 20 grados Celsius hasta un máximo de 50, durante aproximadamente 3.000 millones de años. Y con una atmósfera que quizás no difería mucho de la terrestre actual, de nitrógeno con trazas de CO2 y metano.

¿Qué causó entonces su caída? Aunque el aumento de la radiación solar sin duda puso en aprietos al planeta los científicos creen que se debió principalmente a un evento geológico que causó que el mayor parte del planeta sufriera una reconfiguración superficial, con gigantescas corrientes ascendentes de magma liberan cantidades masivas de CO2 a la atmósfera, que después no pudo ser reabsorbido al solidificarse ese primero antes incluso de alcanzar la superficie, creando una fatídica barrera. El resultado fue una atmósfera 90 veces más densa que la de la Tierra (92 bar en comparación con 1 bar), principalmente de CO2, y que arrastró a Venus a las llamas con un efecto invernadero fuera de control.

Ese nuevo escenario se enfrenta a la idea tradicional de que este mundo está actualmente fuera de la zona habitable, pero sus autores señalan que aunque "Venus tiene actualmente casi el doble de radiación solar que nosotros, todos los escenarios que hemos modelado hemos encontrado que aún así podría soportar temperaturas superficiales susceptibles de agua líquida". Un escenario hipotético pero plausible y con bases sólidas, y que de ser cierto significaría que el gemelo de la Tierra un día, en un pasado no tan lejano como creíamos, fue realmente merecedor de ese título.

Uno de los modelo climático para mostrar cómo las nubes de tormenta podrían haber protegido a la antigua Venus de la fuerte luz solar.

El Venus actual, un mundo infernal.

Venus pudo ser habitable tiempo suficiente para que surgiera vida.

miércoles, febrero 27, 2019

El retorno de un mal recuerdo

El último resto superviviente de la sonda soviética Cosmos 482 podría caer a la Tierra en unos meses.

La historia de la carrera espacial se escribe a partir de los grandes éxitos. Es algo comprensible. Pero detrás de las luces del triunfo siempre se esconden las sombras del fracaso, muy numerosas, aunque los logros a los que estamos asistiendo hoy día haga pensar lo contrario. Y es que durante los tiempos de la Guerra Fría, el impulso de superar al adversario dio alas a lo que podíamos llamar la primera ola de exploradores interplanetarios, pero ese mismo impulso llevo a la tecnología de la época al límite. Y en no pocas ocasiones era más de lo que esta podía soportar.

Ese fue el destino de la sonda soviética Cosmos 482, que debería haber sido la hermana de la Venera 8, que en su momento se convertiría en la segunda en lograr un aterrizaje exitoso en Venus. No tendría esta tanta suerte, ya que una vez instalada en órbita terrestre falló en su intento de entrar en una trayectoria de transferencia hacia el planeta vecino, quizás por un fallo crítico de su impulsor principal, y quedó atrapada definitivamente alrededor de la Tierra. Se terminaría fragmentado y partes de la sonda se incinerarían en la atmósfera, cayendo cerca la localidad de Ashburton, Nueva Zelanda. Otro fragmento lo habría en 1981, mientras que uno restante sigue actualmente en órbita terrestre, (203 x 2406 kilómetros) aunque el lento descenso que está sufriendo parece indicar que su final podría estar cerca.

La pregunta es exactamente cuanto de la Cosmos 482 sigue ahí, algo que no está claro, a pesar de los esfuerzos de los astroaficionados, que llevan tiempo siguiendo su viaje, por desvelarlo. Sea lo que sea una cosa parece clara, y es que su tiempo se acaba y podría precipitarse hacia la atmósfera en cuestión de meses.¿Sobrevivirá algo de ella a la rentrada? Eso depende de su naturaleza. Si se trata, por ejemplo, de parte de la gran antena de comunicaciones, se reducirá a polvo, pero si se tratara, como indican algunas fuentes, del módulo de descenso, el que debía haber aterrizado en Venus, y por tanto cuenta con una más que notable protección térmica, podría sobrevivir y alcanzar tierra (o océano), lo que, con sus casi 500 Kilogramos, lo convertiría en un objeto peligroso según donde caiga. Será necesario seguirlo atentamente.

Cuando eso ocurra se pondrá punto final a la historia de uno de esos fracasos que llenaron la historia de esas primeras décadas de exploración espacial. Es un recuerdo de ese "otro lado" de la historia que ahora regresa a nosotros.

Observaciones de los restos de la Cosmos 482 realizadas en 2011 y 2014 respectivamente, realizadas por al astroaficionado Ralf Vandebergh, que lleva los últimos 8 años siguiéndolos cada vez que sobrevuela la Tierra.

Imágenes de la Venera 8 en los preparativos previos. La Cosmos 482 era la gemela de esta, destinada a ser conocida como Venera 9 de haber logrado emprender su viaje a Venus, por lo que es una referencia visual para intentar adivinar que es lo que queda en órbita. 

El módulo de descenso de las Venera.

Uno de los restos de la Cosmos 482 que cayó cerca de Ashburton, y que se expone en su museo del aire. 

Failed 1970s Venus Probe Could Crash to Earth This Year

domingo, septiembre 09, 2018

Post Vintage (283): La frontera entre dos destinos

Definiendo la "Zona de Venus" alrededor de las estrellas.

Un planeta cuyo tamaño se aproxime al terrestre dentro de lo que definimos como "zona habitable" de otra estrella podría ser facilmente considerado como un firme candidato a mundo habitable, a una "nueva Tierra" en el sentido de disponer de condiciones aptas para la vida tal y como la conocemos. Sin embargo, si giramos la mirada hacia nuestro propio Sistema Solar vemos que las cosas no son tan sencillas, ya que en el encontramos dos casi idénticos en su diámetro, ambos situados en lo que podríamos considerar zona habitable del Sol, pero opuestos como el día y la noche en sus condiciones ambientales.


Así son La Tierra y Venus, mundos hermanos en tamaño, pero que son como los Dr. Jekyll y Mr. Hyde del reino de los planetas. Uno es un oasis para la vida, el otro uno de los lugares más hostiles a ella. Uno mantiene una temperatura moderada, capaz de sustentar el agua en todos sus estados, el otro en lo más parecido a un enorme horno planetario, con presiones enormes y nubes de ácido sulfúrico. Posiblemente, y hay indicios en Venus que señalan en esa dirección, tuvieron en sus primeras etapas de existencia una evolución atmosférica parecida, siendo hermanos también en este aspecto. Puede que incluso este último tuviera océanos y, llevando la especulación un paso más allá, incluso se dieran en los primeros pasos de la vida. Pero en algún momento algo cambió de forma fatal, desatándose un efecto invernadero fuera de control que lo transformó en lo que es hoy.

La causa más probable es el mismo Sol, que desde su nacimiento ha ido aumentado su luminosidad de forma gradual. Venus estaba demasiado cerca para asumir este factor y su sistema climático finalmente colapso ante esta realidad. Por tanto, si esto es así, ¿donde se encuentra la frontera entre una zona auténticamente habitable y lo que podríamos llamar una "Zona de Venus", allí donde es más probable que cualquier exomundo de tamaño terrestre se parezca más a este último que a nuestra canica azul? En una época donde se están descubriendo infinidad de planetas en otras estrellas, pero donde nuestra capacidad de observación, al menos de momento, está casi limitada a deducir su masa y diámetro, y con ello, a partir de la distancia a su estrella, imaginar sus posibles condiciones climáticas, esto resulta especialmente importante, y por ello un equipo de astrónomos, liderados por Stephen Kane, de la Francisco State University, ofrecen ahora una posible respuesta.

Utilizando la cantidad de energía estelar que recibe un planeta Kane y su equipo definieron los límites interiores y exteriores de la "Zona de Venus". Allí donde la atmósfera experimentaría un efecto invernadero desbocado de los gases de invernadero como podemos ver en Venus, correspondería al límite exterior, y que en nuestro Sistema Solar se situaría justo por dentro de la órbita terrestre. El punto en que la atmósfera del planeta sería completamente erosionada por el viento solar marcaría el límite interior.

Con esta nueva definición, si los astrónomos descubren un planeta similar en tamaño al nuestro, pero ubicado dentro de los límites que conforman la zona de Venus, eso podría indicar que es más similar a este último que a La Tierra. Los futuros telescopios que están en camino deberán ser capaces de obtener datos de las atmósferas de estos exoplanetas, ayudando a confirmar si son Venus o Tierras. Si lo que se descubre es que, efectivamente, todos ellos tienen efectos de invernadero fuera de control, se demostrará de forma casi definitiva que la distancia de un planeta a su estrella es un factor determinante para su evolución atmosférica, lo que ayudará también a comprender mejor la historia entre Venus y La Tierra. 

La ubicación de la "Zona de Venus", el área alrededor de una estrella en la que un planeta es probable que presente las condiciones atmosféricas y de superficie similares. La zona se expresa en términos de la cantidad de energía solar que recibe en relación con la energía solar recibida por la Tierra.

Venus y La Tierra, el Dr. Jekyll y Mr. Hyde del Sistema Solar, casi idénticos en tamaño, con condiciones ambientales que pudieron ser parecidas en sus inicios. Pero algo fue terriblemente mal con el primero.

Astronomers pinpoint 'Venus Zone' around stars

Astrónomos describen una “zona de Venus”

miércoles, abril 04, 2018

Soñando con Venus

¿Están las capas altas de su atmósfera poblada de vida bacteriana?

Carl Sagan fue el primero, que sepamos, que insinuó esa posiblidad, una hipótesis que reaparece de forma periódica, y que recibió hace años un gran impulso cuando se descubrió que en las capas alas de su atmósfera, al contrario de su abrasada y totalmente hostil superficie, eran un lugar relativamente benigno y hasta acogedor. No es una forma de hablar, ya que entre los 48 y los 52 kilómetros las temperaturas fluctúan entre los cero y los 60 grados Celsius, con una presión atmosférica que oscila entre las 0,4 y las dos atmósferas. Es decir, tanto en el aspecto térmico como de presión, podríamos estar en ella sin necesidad de un traje de astronauta. Solo con una máscara para respirar sería suficiente.

La existencia de un paraíso flotando sobre semejante infierno planetario es intrigante, y por encima de todo ofrece posiblidades como mínimo intrigantes. Las diversas sondas planetarias que lo han estudiado, así como su exploración desde la misma Tierra, nos han abierto las puertas a un pasado extraordinario, donde las condiciones ambientes pudieron ser parecidas a nuestro mundo, y con un más que posible océano, cuyas huellas químicas aún son detectables. A Venus se le llama el gemelo terrestre, pero en sus primeros 2.000 millones de años esa expresión era mucho más literal de lo que quizás nunca soñamos. Quizás más que en el propio Marte, si es que fue cálido y acogedor en algún momento.

En algún momento todo se vino abajo. Quizás un gran impacto, que explicaría que su eje de rotación esté literalmente boca abajo, quizás el gradual aumento de la luminosidad del Sol, que llevó a su bioesfera al límite y finalmente a su colapso. No sabemos como, pero si que un efecto invernadero fuera de control terminó aniquilando todo cuando pudo existir en la superficie, evaporando sus océanos, barriendo cualquier posible vida primigenia, y lanzando a Venus a sus condiciones actuales, un horno de casi 500Cº en toda latitud y momento de su año, y una presión atmosférica equivalmente a estar 1 Kilómetro de profundidad en los océanos terrestres.

Si existió vida, todo terminó ahí. O quizás no. Esta es la idea de los que defiende que en la superficie desapareció, pero pudo haber sobrevivido a grandes alturas, donde las condiciones ambientales con acogedoras. Al fin y al cabo en la propia Tierra podemos encontrar vida microbiana a decenas de kilómetros de altura. Nada impide, si tuvo tanto tiempo para desarrollarse, que algunas bacterias se vieran transportada hasta este oasis entre las nubes, a salvo de ese apocalipsis climático. Y en esas regiones tenemos sobretodo dióxido de carbono, vapor de agua y algo de ácido sulfúrico. Conocemos bacterias terrestres que consumen dióxido de carbono y generan ácido sulfúrico. Una coincidencia que no prueba nada, pero la semejanza como mínimo es para tenerla en cuenta.

Y aquí llegamos al último retorno de la hipótesis de los "venusianos". En este caso de la mano de un nuevo estudio publicado en la revista Astrobiology, liderado por el científico planetario Sanjay Limaye, y que nuevamente sugiere que podría existir vida en las capas altas de la atmósfera venusiana. Más concretamente se centran en la existencia, en esta región templada, de extrañas manchas oscuras en las que abunda el ácido sulfúrico y otras partículas que no han podido ser reconocidas. Lo que plantea Limaye y su gente es que estas nubes son ecosistemas bacterianos flotantes, que absorben determinadas frecuencias de luz. No es una idea extraña, ya que en la Tierra conocemos diversas tipos de bacteria que presentan esta propiedad. Nada impide que también en Venus pudiera ocurrir lo mismo.

¿Es posible que la vida exista precisamente en el planeta considerado más hostil a ella? Sería una situación ciertamente paradójica. En todo caso no deja de ser una idea, una posibilidad  interesante que se basa en elementos dispares, pero que todos juntos no pueden sino generar una pequeña duda. Y aunque solo sea por ello aventurarnos nuevamente en el planeta, ya no solo desde la órbita, como la actual sonda japonesa Akatsuki, sino, como hicieron las Venera en su momento, directamente en su atmósfera, debería ser una prioridad. Quizás un mundo de pesadilla sería el lugar donde se cumplirían los sueños.

Una de las opciones planteadas más interesante para estudiar Venus, VAMP ((Venus Atmospheric Maneuverable Platform), un robot mitad dirigible mitad dron que Northtrop Grumman ha diseñado para la NASA.

Rusia tiene una amplia historia en Venus. Como parte de la URSS, logró los mayores éxitos de la exploración de este mundo, incluido una serie de aterrizajes a cargo de la serie Venera. La Venera-D está prevista para final de la década de los 2020, pero con los problemas presupuestarios actuales del país está rodeada de dudas, aunque oficialmente esté aprobada.

Venus' Spectral Signatures and the Potential for Life in the Clouds

Las manchas en la atmósfera de Venus podrían ser signos de vida extraterrestre

jueves, febrero 08, 2018

Bajo la luz de Akatsuki

Una nueva mirada a las imágenes de esta sonda japonesa.

Su historia es una historia de superación. Fracasó en su intento de entrar en órbita venusiana en 2010, pero siguió adelante en su viaje alrededor del Sol, y con paciencia y mucha constancia su equipo humano consiguió hacerla regresar en 2015. Y una vez ahí, y mediante una genial improvisación, dando que el motor principal destinado a esa operación estaba fuera de servicio de forma definitiva, lograr, esta vez si, la soñada entrada en órbita venusiana. 5 años tarde, lo que implica que su tiempo de actividad será menor de lo esperado, y con una órbita diferente a la planeada, por lo que su retorno científico es igualmente más limitado. Pero teniendo las circunstancias, de que logró lo imposible, no hay que pensar en lo perdido, sino en lo ganado.

Desde entonces, y aunque el poco esfuerzo que parece poner la JAXA en el tema de la comunicación no ayuda a darle notoriedad, poco a poco se han ido publicando datos e imágenes, un pequeño tesoro si tenemos en cuenta que con el final de la Venus Express y la falta de proyectos a corto y medio plazo para regresar a Venus, Akatsuki es nuestro único representante en este mundo, tan parecido y al mismo tiempo tan diferente al nuestro. Por eso hemos de disfrutar de lo que fue una segunda oportunidad, surgida cuando todo parecía perdido. Y precisamente eso es lo que lleva tiempo haciendo Dama Bouic, una especialista francesa en el tratamiento digital de imágenes, que recaba los datos "en bruto" subidos por la agencia espacial japonesa para convertirlos en espectaculares imágenes.

Una fuente extraordinaria de información para los científicos de la misión. Y es que en ellas podemos apreciar las dinámicas de la atmósfera en toda su complejidad, así como las corrientes de convección que dominan en ella. Y no solo eso. Por ejemplo, los cambios de color en el ultravioleta muestran las variaciones en el dióxido de azufre presente, así como la presencia de otro componente desconocido que absorbe estas longitudes de onda creando zonas oscuras. Y el infrarrojo, por su parte, ofrece una ventana a como el calor se distribuye por este mundo ardiente.

Pero para el resto de los mortales es pura gloria visual, una galería que muestra a Venus con un esplendor y complejidad del que un día, en un pasado lejano, quizás fue realmente el gemelo de La Tierra, no solo en tamaño y masa, sino también en condiciones ambientes. Tenemos mucha suerte que de Akatsuki sobreviviera al que parecía su fatal destino.

Vista Venus fue adquirida por la cámara IR2, que observa, entre otras cosas, el brillo de la atmósfera del planeta en su lado nocturno. Las franjas y zonas oscuras son zonas donde el calor emanado por el planeta está siendo bloqueado por la espesa capa de nubes.

El lado nocturno de Venus en infrarrojo. Imagen de falso color que utiliza datos de la cámara IR2 en dos longitudes de onda, 1.74 y 2.26 micras. Las regiones más oscuras denotan nubes más gruesas, pero los cambios en el color también pueden indicar diferencias en el tamaño de las partículas de nubes o en la composición de un lugar a otro.

La complejidad atmosférica de Venus en todo su esplendor.

Imagen adquiridas durante la órbita número 13 de Akatsuki, y que muestra una increíble cantidad de detalles sobre las nubes ecuatoriales, tropicales y extratropicales del planeta. Los cambios de color indican variaciones locales en las cantidades del misterioso absorbente de ultravioleta y el dióxido de azufre en la atmósfera.

Una imagen en falso color utilizando dos canales ultravioleta de la cámara UVI, y que muestra detalles a lo largo de una colorida banda que rodea el vórtice polar sur a la luz del día.

A new look at Venus with Akatsuki 

Un nouveau regard sur Vénus avec AKATSUKI