¿Están las capas altas de su atmósfera poblada de vida bacteriana?
Carl Sagan fue el primero, que sepamos, que insinuó esa posiblidad, una hipótesis que reaparece de forma periódica, y que recibió hace años un gran impulso cuando se descubrió que en las capas alas de su atmósfera, al contrario de su abrasada y totalmente hostil superficie, eran un lugar relativamente benigno y hasta acogedor. No es una forma de hablar, ya que entre los 48 y los 52 kilómetros las temperaturas fluctúan entre los cero y los 60 grados Celsius, con una presión atmosférica que oscila entre las 0,4 y las dos atmósferas. Es decir, tanto en el aspecto térmico como de presión, podríamos estar en ella sin necesidad de un traje de astronauta. Solo con una máscara para respirar sería suficiente.
La existencia de un paraíso flotando sobre semejante infierno planetario es intrigante, y por encima de todo ofrece posiblidades como mínimo intrigantes. Las diversas sondas planetarias que lo han estudiado, así como su exploración desde la misma Tierra, nos han abierto las puertas a un pasado extraordinario, donde las condiciones ambientes pudieron ser parecidas a nuestro mundo, y con un más que posible océano, cuyas huellas químicas aún son detectables. A Venus se le llama el gemelo terrestre, pero en sus primeros 2.000 millones de años esa expresión era mucho más literal de lo que quizás nunca soñamos. Quizás más que en el propio Marte, si es que fue cálido y acogedor en algún momento.
En algún momento todo se vino abajo. Quizás un gran impacto, que explicaría que su eje de rotación esté literalmente boca abajo, quizás el gradual aumento de la luminosidad del Sol, que llevó a su bioesfera al límite y finalmente a su colapso. No sabemos como, pero si que un efecto invernadero fuera de control terminó aniquilando todo cuando pudo existir en la superficie, evaporando sus océanos, barriendo cualquier posible vida primigenia, y lanzando a Venus a sus condiciones actuales, un horno de casi 500Cº en toda latitud y momento de su año, y una presión atmosférica equivalmente a estar 1 Kilómetro de profundidad en los océanos terrestres.
Si existió vida, todo terminó ahí. O quizás no. Esta es la idea de los que defiende que en la superficie desapareció, pero pudo haber sobrevivido a grandes alturas, donde las condiciones ambientales con acogedoras. Al fin y al cabo en la propia Tierra podemos encontrar vida microbiana a decenas de kilómetros de altura. Nada impide, si tuvo tanto tiempo para desarrollarse, que algunas bacterias se vieran transportada hasta este oasis entre las nubes, a salvo de ese apocalipsis climático. Y en esas regiones tenemos sobretodo dióxido de carbono, vapor de agua y algo de ácido sulfúrico. Conocemos bacterias terrestres que consumen dióxido de carbono y generan ácido sulfúrico. Una coincidencia que no prueba nada, pero la semejanza como mínimo es para tenerla en cuenta.
Y aquí llegamos al último retorno de la hipótesis de los "venusianos". En este caso de la mano de un nuevo estudio publicado en la revista Astrobiology, liderado por el científico planetario Sanjay Limaye, y que nuevamente sugiere que podría existir vida en las capas altas de la atmósfera venusiana. Más concretamente se centran en la existencia, en esta región templada, de extrañas manchas oscuras en las que abunda el ácido
sulfúrico y otras partículas que no han podido ser reconocidas. Lo que plantea Limaye y su gente es que estas nubes son ecosistemas bacterianos flotantes, que absorben determinadas frecuencias de luz. No es una idea extraña, ya que en la Tierra conocemos diversas tipos de bacteria que presentan esta propiedad. Nada impide que también en Venus pudiera ocurrir lo mismo.
¿Es posible que la vida exista precisamente en el planeta considerado más hostil a ella? Sería una situación ciertamente paradójica. En todo caso no deja de ser una idea, una posibilidad interesante que se basa en elementos dispares, pero que todos juntos no pueden sino generar una pequeña duda. Y aunque solo sea por ello aventurarnos nuevamente en el planeta, ya no solo desde la órbita, como la actual sonda japonesa Akatsuki, sino, como hicieron las Venera en su momento, directamente en su atmósfera, debería ser una prioridad. Quizás un mundo de pesadilla sería el lugar donde se cumplirían los sueños.
Una de las opciones planteadas más interesante para estudiar Venus, VAMP ((Venus Atmospheric Maneuverable
Platform), un robot mitad dirigible mitad dron que Northtrop Grumman ha
diseñado para la NASA.
Rusia tiene una amplia historia en Venus. Como parte de la URSS, logró los mayores éxitos de la exploración de este mundo, incluido una serie de aterrizajes a cargo de la serie Venera. La Venera-D está prevista para final de la década de los 2020, pero con los problemas presupuestarios actuales del país está rodeada de dudas, aunque oficialmente esté aprobada.
Venus' Spectral Signatures and the Potential for Life in the Clouds
Las manchas en la atmósfera de Venus podrían ser signos de vida extraterrestre
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