El Universo, nuestra galaxia, nuestro Sistema Solar, nuestro planeta, nosotros mismos, todo está en movimiento. No es una realidad sencilla de captar, especialmente a escalas cósmicas, donde las inmensas distancias difuminan esa sensación hasta dejarla en nada ante nuestros ojos. De ahí la expresión "firmamento", un eco de una concepción del mundo ya superada. Afortunadamente hoy día disponemos de numerosos medios para medir el desplazamiento de cuerpos lejanos, situados en los limites del Universo observable, y de este mismo en su expansión. Gaia es el más reciente ejemplo.
Lanzada para catalogar las estrellas de la Vía Láctea y ofrecer un mapa que muestra tanto su posición exacta en el espacio como su desplazamiento, su trabajo también abarcó otros objetos celestes, entre ellas la mayor de las galaxias satélites de la nuestra, la Gran Nube de Magallanes, y con los datos reunidos, combinando la densidad total de estrellas detectadas por Gaia en cada pixel con información sobre el movimiento propio de cada una de ellas,se pudo visualizar como esta girando sobre si mismo, como sus estrellas se desplazan alrededor de su propio corazón galáctico. La huella que delata su naturaleza dinámica, nunca mejor dicho dado su parecido un una huella dactilar.
La observación de nuestras galaxias satélites y cúmulos globulares, y determinar sus respectivas órbitas, forma parte intrínseca del estudio de la Vía Láctea, misión centrar de Gaia. Y con ello la dinámica de nuestro entorno, la sensación de vivir en una realidad dinámica y siempre cambiante. Las huellas de todo ello asoman ahora ante nuestros ojos.
El mapa recién publicado por la misión Gaia. En la parte inferior derecha vemos las Nubes de Magallanes, los grandes satélites de la Vía Láctea.
Rotation of the Large Magellanic Cloud
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