El último resto superviviente de la sonda soviética Cosmos 482 podría caer a la Tierra en unos meses.
La historia de la carrera espacial se escribe a partir de los grandes éxitos. Es algo comprensible. Pero detrás de las luces del triunfo siempre se esconden las sombras del fracaso, muy numerosas, aunque los logros a los que estamos asistiendo hoy día haga pensar lo contrario. Y es que durante los tiempos de la Guerra Fría, el impulso de superar al adversario dio alas a lo que podíamos llamar la primera ola de exploradores interplanetarios, pero ese mismo impulso llevo a la tecnología de la época al límite. Y en no pocas ocasiones era más de lo que esta podía soportar.
Ese fue el destino de la sonda soviética Cosmos 482, que debería haber sido la hermana de la Venera 8, que en su momento se convertiría en la segunda en lograr un aterrizaje exitoso en Venus. No tendría esta tanta suerte, ya que una vez instalada en órbita terrestre falló en su intento de entrar en una trayectoria de transferencia hacia el planeta vecino, quizás por un fallo crítico de su impulsor principal, y quedó atrapada definitivamente alrededor de la Tierra. Se terminaría fragmentado y partes de la sonda se incinerarían en la atmósfera, cayendo cerca la localidad de Ashburton, Nueva Zelanda. Otro fragmento lo habría en 1981, mientras que uno restante sigue actualmente en órbita terrestre, (203 x 2406 kilómetros) aunque el lento descenso que está sufriendo parece indicar que su final podría estar cerca.
La pregunta es exactamente cuanto de la Cosmos 482 sigue ahí, algo que no está claro, a pesar de los esfuerzos de los astroaficionados, que llevan tiempo siguiendo su viaje, por desvelarlo. Sea lo que sea una cosa parece clara, y es que su tiempo se acaba y podría precipitarse hacia la atmósfera en cuestión de meses.¿Sobrevivirá algo de ella a la rentrada? Eso depende de su naturaleza. Si se trata, por ejemplo, de parte de la gran antena de comunicaciones, se reducirá a polvo, pero si se tratara, como indican algunas fuentes, del módulo de descenso, el que debía haber aterrizado en Venus, y por tanto cuenta con una más que notable protección térmica, podría sobrevivir y alcanzar tierra (o océano), lo que, con sus casi 500 Kilogramos, lo convertiría en un objeto peligroso según donde caiga. Será necesario seguirlo atentamente.
Cuando eso ocurra se pondrá punto final a la historia de uno de esos fracasos que llenaron la historia de esas primeras décadas de exploración espacial. Es un recuerdo de ese "otro lado" de la historia que ahora regresa a nosotros.
Observaciones de los restos de la Cosmos 482 realizadas en 2011 y 2014 respectivamente, realizadas por al astroaficionado Ralf Vandebergh, que lleva los últimos 8 años siguiéndolos cada vez que sobrevuela la Tierra.
Imágenes de la Venera 8 en los preparativos previos. La Cosmos 482 era la gemela de esta, destinada a ser conocida como Venera 9 de haber logrado emprender su viaje a Venus, por lo que es una referencia visual para intentar adivinar que es lo que queda en órbita.
El módulo de descenso de las Venera.
Uno de los restos de la Cosmos 482 que cayó cerca de Ashburton, y que se expone en su museo del aire.
Failed 1970s Venus Probe Could Crash to Earth This Year
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