lunes, febrero 04, 2019

Bajo la montaña

Midiendo en tirón gravitatorio de Aeolis Mons.

La exploración espacial es la máxima expresión de un trabajo planificado, donde todo está previsto de antemano, o al menos se intenta anticipar los acontecimientos lo máximo posible. Pero ni en este campo la improvisación esta ausente por completo, ya que muchas veces es gracias a ella lo que permite que algunas misiones vayan mucho más allá de lo que estaba previsto, logrando metas para las cuales inicialmente no estaban diseñados.

Curiosity nos ofrece un curioso (nunca mejor dicho) ejemplo de esta adaptalidad. Al igual que un smartphone, este rover lleva acelerómetros y giroscopios. En el caso de ese primero, estos le permiten que determinar su ubicación y hacia dónde se mueve el usuario. Los sensores de Curiosity hacen lo mismo pero con mucha más precisión, desempeñando un papel crucial en la navegación por superficie marciana. Esto permite a los ingenieros apuntar con precisión sus instrumentos y la antena multidireccional de alta ganancia. Pero ahora los ingenieros les han dado una nueva función, el de medir los cambios en la gravedad marciana.

Los acelerómetros detectan la gravedad del planeta cuando el rover se detiene, por lo que analizando los datos de ingeniería de los primeros cinco años de la misión, se pudo calcular cual era el tirón gravitacional de Marte sobre el vehículo. Y eso llevó a una pequeña sorpresa, y es que al ascender por Aeolis Mons, este aumenta, pero no tanto como se esperaba, lo que desvela que su estructura quizás no es tal y como se daba por descontado."Los niveles más bajos de la montaña son sorprendentemente porosos", explica Kevin Lewis de la Universidad Johns Hopkins. "Sabemos que las capas inferiores fueron enterradas con el tiempo. Eso las compactó, haciéndolas más densas. Pero este hallazgo sugiere que no fueron enterradas por todo el material que pensábamos".

Esto añade misterio sobre esta Aeolis, cuyo proceso de formación aún genera debate. Una idea es que el cráter estuvo lleno de sedimentos, y que millones de años de viento y erosión finalmente excavaron la montaña. Pero si el Gale se hubiera llenado hasta el borde, todo ese material debería haber presionado y compactado las capas de sedimentos de grano fino que se encuentran por debajo. Pero estos nuevos datos sugieren que dichas capas inferiores se han compactado entre 1 a 2 kilómetros, mucho menos de lo que debería si realmente los sedimentos llenaron por completo el cráter.

"Todavía hay muchas preguntas sobre se formó, pero esto agrega una pieza importante al rompecabezas", explica el coautor del estudio Ashwin Vasavada, científico del proyecto Curiosity en el Laboratorio de Propulsión a Chorro."Estoy encantado de que los científicos e ingenieros creativos sigan encontrando formas innovadoras de hacer nuevos descubrimientos científicos con el rover". Y es que la improvisación, esa "chispa" de genialidad, de salirse de lo marcado y ir más allá, que nos caracteríza como especie, también tiene su lugar entre las estrellas.


Aeolis Mons (Mount Sharp), una montaña de 5.5 Kilómetros de altura que en realidad es una enorme acumulación de sedimentos erosionados con el paso del tiempo. Por eso se eligió como lugar de aterrizaje de Curiosity. Pero su formación sigue guardando enigmas.


Los astronautas del Apolo 17 condujeron un "buggy" través de la superficie lunar en 1972, midiendo los cambios en el tirón gravitatorio a lo largo del camino con el gravímetro del que estaba equipado. Algo parecido a lo que puede hacer Curiosity. Eso si, con algo más de inventiva.

Nuestros smartphone disponen de acelerómetros, lo que les permite calcular su movimiento y dirección. Curiosity también, aunque lógicamente muchísimo más sensibles.

'Mars Buggy' Curiosity Measures a Mountain's Gravity

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