Forma parte de una de las constelaciones más famosas y fácilmente reconocibles de toda la Bóveda celeste, y en su interior se esconde la "guardería" estelar más cercana a La Tierra, un lugar donde el colapso de nubes de gas y polvo, a lo largo de un proceso que puede durar cientos de miles de años, acaba dando lugar al nacimiento de nuevas generaciones de estrellas...allí, escondidas por un impenetrable velo que las esconde de las miradas indiscretas, astros embrionarios, todavía desarrollándose en la fase más temprana de su proceso de evolución, dan los primeros pasos que, con el tiempo, los llevará a convertirse en miembros estables de la inmensa familia galáctica.
Asi es la Nebulosa de Orión, sitauda a unos 1350 años luz de La Tierra, una de las pocas visibles a simple vista y la región de formación estelar más próxima a nuestro planeta.
Estudiada desde el mismo momento en que los primeros telescopios elevaron su mirada a La Tierra, no fue hasta la aparición de la astronomía de infrarrojos, permitiendo atravesar la oscura barrera de polvo que hasta ese momento escondía su brillante corazón, que no empezamos a comprender los complejos procesos que allí se producen y como es la vida de las estrellas en sus primeros momentos de existencia como tales, cuando son aún astros jóvenes, activos e inestables. Como lo fue el Sol hace varios miles de millones de años.
Pero nunca faltan nuevos detalles por conocer y nuevas sorpresas siempre esperan a los que tiene la paciencia para ello. Y este es el caso de un equipo liderado por Nicolás Billot, del Instituto de Radioastronomía Milimétrica (IRAM) en Granada, España, que utilizó el telescopio Herschel para tomar una imagen semanal de la Nebulosa de Orión durante unas seis semanas en el espectro del infrarrojo lejano (que permite captar material más frío), para posteriormente combinar estos datos con imágenes de archivo de Spitzer, tomadas en la banda del infrarrojo medio (que permite distinguir formaciones más antiguas y a mayor temperatura).
El resultado no es solo una imagen espectacular del corazón de la Nebulosa de Orión que nos muestra con detalle estrellas-bebé aún en plena formación y que siguen rodeadas por discos formados por lo que queda del gas y polvo del que nacieron (imagen superior), sino el hecho de que estas presentan unos cambios de brillo espectaculares, tanto por su intensidad (un 20%) como, lo que resulta aún más sorprendente, en apenas unas semanas...
El motivo de estos cambios tan bruscos en estos astros jóvenes es un nuevo enigma a resolver pero al mismo tiempo nos deja claro que el "gestación" de una estrella y su agitada infancia es todo menos un proceso regular y relativamente uniforme...resulta difícil imaginar a nuestro Sol, actualmente un astro de mediana edad y cuyo brillo global apenas cambia una fracción de un 1% incluso en sus momentos más activos, fluctuando hasta en un 20%, como si fuera la llama de una vela moviéndose con el viento, pero posiblemente también el tuvo sus momentos de agitada infancia.
Tal como comenta Göran Pilbratt, Científico del Proyecto Herschel para la ESA "Una vez más, los resultados de Herschel nos sorprenden y nos ayudan a comprender mejor lo que está ocurriendo durante las primeras fases del proceso de formación de las estrellas y de los planetas". Un camino que, como vemos, aún no conocemos completamente...por ello la Nebulosa de Orión resulta un lugar excepcional, una ventana hacia la infancia estelar y, por extensión, hacia el lejano pasado de nuestro Sol.
Orión, una de las constelaciones más famosas y conocidas de la Bóveda celeste...en su parte inferior, como parte de la "espada" del cazador podemos encontrar la Nebulosa de Orión, una de las pocas que podemos ver a simple vista y la más próxima donde están naciendo nuevas estrellas.
La nebulosa brilla de forma espectacular por las estrellas jóvenes y masivas que aún se encuentran en su interior...en realidad, pese a su belleza, estamos asistiendo a una lenta muerte, pues una vez se inicia el proceso de formación estelar (al perder su estabilidad por cualquier causa, como por ejemplo una Supernova cercana) en un tiempo relativamente corto (a escala cósmica) estas nubes terminan por desaparecer, en parte devoradas por sus propias hijas, y el resto de gas y polvo disipado por el viento estelar por ellas generada.
Una joven estrella aún rodeada por el disco de acreción estelar del que nació.
Un resumen, extremamente simplificado, del nacimiento de una estrella: El colapso de una nube de gas y polvo bajo su propia gravedad sigue hasta que la presión y temperatura de su centro se eleva lo suficiente como para iniciar reacciones de fusión nuclear. La presión hacia el exterior generada por este proceso compensa la que genera la gravedad hacia en interior y se crea un estado de equilibrio. Estamos ante el principio de la larga vida de una nueva estrella.
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