Las personas tienen tendencia, cuando afrontan momentos decisivos, a buscar algo parecido a una sensación de seguridad en aquello que está más allá de la fría lógica, desde creencias religiosas hasta supersticiones de todo tipo, en ocasiones vestida en forma de una tradición que hay que respetar. Y los técnicos del Jet Propulsion Laboratory no son ajenos a esta faceta tan humana, especialmente cuando una misión espacial llega su momento crítico y el trabajo de años se pone en juego en solo unos minutos, sin que se pueda hacer nada más que esperar los acontecimientos. Por ello, desde hace décadas, todos los implicados siguen un curioso ritual de "buena suerte" justo antes de que llegue el gran momento: Comer cacahuetes (cacahuate o maní, como se le conoce en algunos países de habla hispana, Arachis hypogaea en términos científicos).
Esta "tradición de los cacahuetes" nació en 1964. Ese año el Jet Propulsion Laboratory afrontaba un momento crítico con el lanzamiento de la Ranger 7, ya que las 6 anteriores habían resultado un completo fracaso. Existía por ello un clima de alta tensión, con rumores de que, de repetirse el error, los presupuesto podrían sufrir un recorte drástico y se producirían cambios de personal, e incluso circulaban teorías "conspirativas" sobre presuntos sabotajes, especialmente desde que un trabajador encontrara una pequeña bolsa de Polietileno con tornillos y arandelas de presión sellados dentro de los módulos electrónicos en el subsistema de televisión de la Ranger 7. En definitiva, un ambiente realmente complicado para trabajar con la calma que necesitaba una tarea de tal calibre.
En ese momento crítico Harris Schurmeier, director de la misión, decidió entregar frascos de cacahuetes a los ingenieros, con la idea de que tuvieran algo que pudieran morder o jugar, relajando así la tensión y facilitando que pudieran centrar su atención completamente en el éxito de la Ranger 7, dejando de lado todas esas preocupaciones. Y funcionó.
El 28 de Julio de 1964, tal y como estaba previsto, chocaba contra la superficie lunar, enviado hasta momentos antes del final grandes cantidad de datos e imágenes (para la época). Los ingenieros del JPL consideraron que los cacahuetes eran su "amuleto de la buena suerte", naciendo así una tradición que se extiende hasta la actualidad y que estuvo presente, como momentos destacados, en los aterrizajes de Sipirt, Opportunity y Curiosity. Una manera de llamar a la diosa Fortuna. Y es que ellos, al fin y al cabo, también son simples humanos.
Una tradición y un ritual de buena suerte de los ingenieros del JPL, presente en todo momento en la sala de control sin que muchos no nos demos cuenta.
Harris Schurmeier (derecha), el involuntario padre de la tradición de los cacahuetes.
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1 comentario:
Me recordó las tradiciones de los cosmonautas rusos, que deben mirar una película ("El Sol Blanco del Desierto") y que deben hacer aguas al lado del bus que los lleva al cohete...
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