El primer asteroide conocido con su propia luna.
El 28 de Agosto de 1993 la sonda Galileo se encontraba cruzando la amplia zona que se extiende entre las órbitas de Marte y Júpiter, el conocido como Cinturón de Asteroides por el gran número de cuerpos que se desplazan en su interior y que hasta el viaje de la Pionner 10 se temía que pudiera representar un muro insuperable, no tanto por los de mayor tamaño, que ya se conocían, sino por la posible población de otros muchos más pequeños. Disipado este temor, entrar en el, aunque solo fuera de paso (y siempre sería así hasta le llegada de Dawn), era una magnífica oportunidad de estudiar restos casi inalterados de la formación de nuestro Sistema Solar. Y no la desperdició.
Ese día, en su camino hacia Júpiter, Galileo se aproximó a solo 2.400 Kilómetros del gran asteroide Ida, que con sus 31.4 Kilómetros de diámetro es una de los mayores miembros del Cinturón y conocido desde el 29 de septiembre de 1884, cuando fue descubierto por Johann Palisa y recibió el nombre de una ninfa de la mitología griega. Lo suficientemente cerca como para estudiar su compleja geología en profundidad, desvelando detalles hasta ese momento desconocidos, como la correlación entre la caída de meteoritos en la Tierra y su origen en el cinturón de asteroides. Los datos señalaron a los asteroides de tipo S como Ida como la fuente de los meteoritos de condritas ordinaria, el tipo más común que se encuentra en la superficie de la Tierra.
Pero el descubrimiento más inesperado sería que Ida disponía de su propio satélite, Dactyl, el primero observado en un asteroide, una pequeña luna de unos 1.6 Kilómetros de diámetro y que se movía a unos 90 Kilómetros de distancia. Los datos recogidos por Galileo mostraron que era espectralmente diferente. Una de las hipótesis es que cada uno de ellos procedía de una parte diferente del cuerpo original de la llamada familia Koronis.
Aunque no fue otra cosa que una misión secundaria, una breve etapa en su viaje hacia Júpiter, el encuentro de la Galileo con Ida y Dactyl representó un hito en la exploración interplanetaria al visitar uno de los miembros importantes del Cinturón de asteroides, desvelando que incluso estos pequeños cuerpos celestes puden compañeras de viaje, sus propias lunas brillando en sus oscuros firmamentos. Se abría un camino que después seguirían otras sondas, como NEAR Shoemaker y Hayabusa, y que tendría su conclusión lógica con Dawn, la primera enviada específicamente a explorar los 2 mayores integrantes, Vesta y Ceres.
La capacidad de enviar información de la Galileo era limitada a causa del fallo de su antena principal por lo que el total de imágenes recibidas fue limitado. Las columnas verticales reunen aquellas tomadas en un muy corto plazo de tiempo con diferentes filtros de color. NASA / JPL / Emily Lakdawalla.
Un magnífico trabajo compuesto de 36 imágenes, tomadas a lo largo de 5 horas y desde distancias entre 240.000 y 24.000 Kilómetros, y que permite apreciar como se descubrió Dactyl. Esta apenas parece desplazarse a lo largo del tiempo, lo que se explica por el pequeño tamaño y la baja gravedad de Ida. NASA / JPL / Emily Lakdawalla.
La pequeña Dactyl.
La larga aventura de la sonda Galileo.
Galileo got so many more images of Ida than I realized
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