jueves, abril 02, 2015

Cuando las estrellas chocan

Una colisión estelar, posible explicación a la estrella que los astrónomos europeos vieron aparecer en 1670.

Las estrellas, incluso aquellas que habitan en los cúmulos más densamente poblados, viven muy separadas unas de otras, con la excepción, claro está, de aquellas que viven juntas formando sistemas múltiples. Solo tenemos que observar a nuestro alrededor para darnos cuenta de ello: La más cercana al Sol se encuentra a más de 4 años-luz de distancia, un abismo inconmensurable. Tan es así que en una colisión entre galaxias sus componentes suelen salir indemnes, más afectadas por las mareas gravitatorias generadas y que pueden incluso enviarlas hacia el espacio intergaláctico, que por afrontar cualquier amenaza real de colisión. El vacío, por encima de todas las cosas, es la principal característica del Universo.

Pero aunque escasas, pueden ocurrir, y quizás incluso hemos sido testigos de ello. Así lo afirma un nuevo estudio, que apunta que la conocida como Nova Vul 1670, considerada como la más antigua de la cual tenemos registros astronómicos, no fue una Nova, sino precisamente el resultado del encuentro fatal entre 2 estrellas.

Algunos de los más grandes astrónomos del siglo XVII documentaron, en el año 1670, la aparición de una nueva estrella en el cielo, que Hevelius describió como una nova “sub capite Cygni” (una nueva estrella debajo de la cabeza del cisne). Era fácilmente visible a simple vista y, durante los dos años siguientes, fue variando su brillo. Luego desapareció y reapareció dos veces de forma misteriosa, antes de desaparecer para siempre. Pese a que está muy bien documentada para su época, los astrónomos de entonces carecían evidentemente del equipo necesario para resolver el enigma sobre el extraño comportamiento de la presunta nova. Posteriormente, ya en el siglo XX, con el avance en las técnicas de observación y nuestro conocimiento sobre las estrellas, se pudo señalar que la mayoría de las novas estaban relacionadas con estrellas binarias, en que el material de una de ellas es atraído por su compañera, normalmente una Enana Blanca, hasta que este termina por calentarse lo suficiente para desencadenar reacciones de fusión nuclear, tan fugaces como virulentas.


Pero la Nova Vul 1670 no encajaba en absoluto en este modelo y seguía siendo un misterio. El autor principal de este Nuevo estudio, Tomasz Kamiński (de Instituto Max Planck de Radioastronomía, Bonn, Alemania), lo explica:"durante muchos años se creyó que este objeto era una nova, pero cuanto más se ha estudiado menos parecía una nova ordinaria, o cualquier otro tipo de explosión de una estrella. Ahora hemos sondeado la zona en longitudes de onda de radio y submilimétricas. Hemos encontrado que los alrededores del remanente están bañados por un gas frío, rico en moléculas, con una composición química muy inusual". Además de telescopio APEX, el equipo liderado por Kaminski utilizó el Submillimeter Array (SMA) y el radio telescopio Effelsberg para conocer la composición química y medir las proporciones de diferentes isótopos del gas. Uniendo todos estos datos, lograron crear una visión muy detallado de la composición de la zona, lo cual permitió evaluar de dónde podría provenir esta materia.

Y lo que encontraron es que la masa total era demasiado grande para ser el producto de la explosión de una nova y, además, las proporciones de isótopos medidas por el equipo alrededor de Nova Vul 1670 eran diferentes a las que se esperan de un evento de esta calado. Pero si no fue una nova, entonces ¿qué pudo ser? La respuesta no es otra que colisión entre dos estrellas, más brillante que una nova, pero menos que una supernova, que produce algo denominado nova roja luminosa. Son eventos muy excepcionales, fruto de la detonación de una estrella a causa de la fusión con otra, arrojando al espacio el material que anteriormente contenían en su interior y dejando tan sólo un débil remanente.

Esta nueva clasificación de estrellas explosivas, recientemente aceptada, encaja casi a la perfección en el perfil de Nova Vul 1670. O quizás deberíamos llamarla ex-nova. Y es que el firmamento está lleno de sorpresas, algunas llegadas desde tiempo pasados, como enigmas que justo ahora estamos empezando a entender.

Este mapa, que indica la posición de la estrella (marcada en rojo) que apareció en el año 1670, fue documentado por el famoso astrónomo Hevelius y publicado en la revista Philosophical Transactions por la Royal Society en Inglaterra.

Los restos de la nueva estrella vista en el año 1670. Para crearlo, se han combinado imágenes obtenidas en el rango visible con el telescopio Gemini; un mapa submilimétrico en el que se muestra el polvo, obtenido con SMA y un mapa de la emisión molecular obtenido por APEX y el SMA.

Un choque de estrellas: la explicación para una enigmática explosión ocurrida en el siglo XVII

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