Hace unos días asistimos al final de la MESSENGER, que una vez sin combustible para sus impulsores, y por tanto sin capacidad para compensar la pérdida de altura a causa de las mareas del cercano Sol, terminó estrellándose en la Mercurio, no sin antes tomar y enviar a La Tierra las imágenes y datos más cercanos a ella capturados en toda su misión. Ahora, mucho más cerca de nosotros, otra sonda está protagonizando su propio viaje para casi rozar la superficie de otro mundo, aunque en esta ocasión no por aproximarse el final de su vida, sino de forma planeada y sin riesgo de colisión, con objetivos científicos.
La protagonista es la Lunar Reconnaissance Orbiter, en órbita alrededor de nuestro satélite desde 2009. Aunque lanzada como primer paso para preparar un hipotético regreso de naves tripuladas de los EEUU que al final se esfumó con la cancelación del programa Constellation, la sonda lleva estudiando La Luna desde entonces, convertida en la columna central de su exploración científica por parte de la NASA. Y ahora mucho más cerca que nunca después de los dos encendidos de sus impulsores realizados el 4 de Marzo, y que la hizo decender hasta situar el punto más bajo de su órbita a solo 20 Kilómetros de la superficie lunar, más exactamente en la vertical del Polo Sur, el objetivo marcado por su equipo, que tomaron la decisión de realizar estas maniobras para facilitar y amplificar al máximo los resultados científicos.
"Estamos llevando a la LRO más cerca de La Luna de lo que nunca hemos hecho antes, pero la maniobra es similar al resto de las maniobras realizadas hasta ahora, por lo que el equipo de operaciones de la misión sabe exactamente qué hacer", explica Steve Odendahl, director de la misión LRO,
La nueva órbita permitirá mejores mediciones de esta región, beneficiando especialmente a 2 de sus instrumentos. Por un lado a LOLA (Lunar Orbiter Laser Altimeter), cuyos disparos láser producirán ecos más potentes, y con ello mediciones más precisas de zona con una iluminación única. Por otra parte el experimento Diviner (Lunar Radiometer Experiment) será capaz de ver características lunares más pequeñas a través de la recolección de datos de mayor resolución."Los polos lunares son todavía lugares misteriosos, especialmente en el interior de algunos cráteres donde nunca llega la luz solar directa y encontramos algunas de las temperaturas más frías del Sistema Solar que se han registrado hasta ahora", explica John Keller, científico del proyecto LRO. "Al reducir la órbita sobre el Polo Sur, estamos esencialmente aumentando la sensibilidad de los instrumentos, que nos ayudarán a entender los mecanismos por los que el agua u otras sustancias volátiles pudieron quedar atrapados ahí".
Esta veterana sonda, desde hace 6 años en órbita lunar, inicia así una nueva etapa muy prometedora. A pesar de ello comparte un destino en común con el rover Opportunity, y es que ambas parecen estar en el punto de mira de la Casa Blanca, que en 2 ocasiones presento una propuesta de presupuesto para la NASA sin querer asignar fondos para proseguir ambas misiones, amenazando con ello con su desconexión prematura a pesar de que ambas siguen operativas y produciendo ciencia. La primera vez el riesgo fue conjurado gracias al Congreso, que añadió los fondos necesarios. Ahora nuevamente se repite la situación. Esperemos que con el mismo final.
El Polo Sur de La Luna, con cráteres en cuyo interior nunca llega la luz solar y donde la LRO confirmó la existencia de depósitos de agua helada. Ahora su equipo quiere aproximarse lo máximo a la región sin poner la sonda en peligro.
Diviner estudia la radiación electromagnética emitida por la superficie lunar, especialmente en el espectro infrarrojo. Al igual que con LOLA, una mayor proximidad al Polo Sur lunar le permitirá mejores mediciones.
El equipo de instrumentos de la LRO.
NASA's LRO Moves Closer to the Lunar Surface
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