Desde las 20:26 UTC de este pasado 30 de Abril el planeta más cercano al Sol cuenta en su castigada superficie con un nuevo cráter, de unos 16 metros de diámetro. Es la primera señal que la Humanidad deja en este mundo, el testimonio de que existió una sonda que durante años lo estudio antes de que, agotada y sin capacidad para compensarlo, terminara vencida por las mareas gravitatorias solares. Lejos de allí, en La Tierra, están almacenados el ingente caudal de datos e imágenes reunidos durante su intensa vida, hasta el punto de que seguramente seguirán dando de que hablar durante mucho años, como si ahora fuera una sonda fantasma que se negara a desvanecerse definitivamente. El legado científico que deja atrás, como ocurre con cualquier misión interplanetaria exitosa, es una puerta a la inmortalidad.
Aunque su existencia ya debería haber finalizado mucho antes, los esfuerzos de su equipo en tierra, que desarrollaron el novedoso sistema de utilizar el gas Helio del los depósitos, cuya función es dar presión al combustible, como propulsor, logró alargarla durante semanas, un tiempo extra durante la cual la MESSENGER trabajo intensamente, realizando una campaña de observación a distancias ultra corta. Y es que no debemos olvidar que la sonda seguía plenamente operativa y con todos sus instrumentos en activo. Solo el agotamiento del combustible de los impulsores, necesarios para compensar la caída de su órbita, selló su destino.
MESSENGER nos abandonó después de revolucionar nuestro conocimiento sobre Mercurio, derribando la idea del mundo muerto y estéril, poniendo en su lugar el de un mundo extraño, activo y en muchos aspectos fascinante. Entre sus mayores descubrimientos estuvieron la existencia de reservas de agua helada y materia orgánica en el fondo de algunos cráteres del Polo Norte, allí donde nunca llegar los abrasadores rayos del cercano Sol (lo que prueba que existió una entrega de ambos elementos desde el Sistema Solar exterior hacia el interior, de la mano de asteroides y cometas), los hollows, extrañas depresiones de origen y naturaleza desconocidas vistas en todo el planeta, muy jóvenes a escala geológica y que delatan cierto nivel de actividad, la existencia de un núcleo líquido que está generando su campo magnético, y estructuras tectónicas que parecen tener en la lenta contracción del planeta, al enfriarse después de su formación y que sigue ocurriendo, su motor.
No son los únicos, pero si los más destacados, y que muestran hasta que punto era errónea esa idea del "planeta muerto" que teníamos de Mercurio. Justo al contrario, está lleno de enigmas, lo que justifica que a principios de 2017 una nueva misión interplanetaria, la BepiColombo, sea lanzada con este pequeño mundo como objetivo. Aunque deberemos esperar hasta 2020 para que haga un primero sobrevuelo y hasta 2024 para su entrada definitiva en órbita. Viajar hacia el Sol, al contrario de lo que podríamos imaginar, es complicado, como demuestran los 6 años que tardó la propia MESSENGER en conseguirlo. Deberemos tener paciencia para encontrarnos de nuevo con el.
"Hoy nos despedimos con afecto de una de las más resistentes y exitosa sonda que nunca exploró nuestros vecinos planetarios", anunció Sean Solomon, investigador principal. "Un talentoso y comprometido equipo de ingenieros, operadores de misión, científicos y gestores que pueden estar extremadamente orgullosos de que la misión MESSENGER haya superado todas las expectativas y entregado una larga e impresionante lista de descubrimientos que han cambiado nuestro puntos de vista - no sólo de uno de los planetas hermanos de la Tierra, sino de todo el sistema solar interior". Y ese es el mejor tributo que esta pequeña gran exploradora jamás podría haber tenido. Muchas gracias por todo y hasta siempre.
La última órbita de MESSENGER.
Una fascinante aventura en números.
La última imagen enviada a La Tierra antes de su destrucción.
NASA Completes MESSENGER Mission with Expected Impact on Mercury's Surface
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