¿Que encontraríamos en la superficie de Marte cuando aterrizáramos en ella? Existía alguna forma de vida relativamente compleja? Y de ser así, como habría evolucionado para adaptarse al duro entorno del planeta rojo? Hasta finales de los años 70 estas preguntas estaban muy presentes entre los científicos, en especial cuando empezaron a llegarnos las primeras imágenes y datos tomados desde las cercanías del planeta. Y es que si bien la visión que durante décadas dominó la imaginación popular de un Marte, habitado e incluso con la presencia de una civilización avanzada, se había derrumbado ante la evidencia, ni mucho menos se había descartado que algún tipo de vida minimamente compleja estuviera presente.
Esa era la idea cuando diversos artistas del JPL imaginaron en una fecha tan relativamente cercana como 1975, apenas un año antes de que las Vikings llegaran al planeta rojo, como podrían ser hipotéticas formas de vida que habitaran la superficie marciana, y lo plasmaron en una serie de ilustraciones que vemos en la parte superior.
Estas se imaginaron manifestandose en forma de organismos de poca altura, simétricos y simples, todo ello adecuado a un ambiente donde el aire era escaso y la luz relativamente débil, al menos comparada con la que tenemos en La Tierra. Quizás incluso podrían ser formas vivas "exóticas" basada no en el Carbono sino en el Silicio, una idea que tenía cierta acogida en esos momentos. Desde organismos en forma de plato hasta otros con amplias raices, pasando por otros formados por diversos conos que apuntaban en todas direcciones intentando captar la escasa luz, humedad y alimentos del entorno. El límite era la imaginación, aunque todos ellos, lejos de ser fantasías imposibles, tenían unas bases lógicas que se adecuaba al duro ambiente marciano.
Un año despúes las Vikings se convirtieron en los primeros vehículos terrestres en pisar con éxito Marte y transmitir información sobre su entorno, y con ellas llegó el principio del fin de ese mundo que habíamos creado nosotros mismos desde la distancia. Décadas y misiones de exploración despúes el planeta rojo es un mundo mucho más cercano y familiar, mejor conocido y al mismo tiempo cada vez alejado de ese maravilloso "Marte imaginario" que un día, hace ya mucho tiempo, llegamos a soñar, aunque a su vez hemos abiertos las puertas a un pasado incluso más sorprendente.
Hasta la llegada de las Vikings muchos suponían que los cielos marcianos serían azulados, aunque de tonalidades más oscuras al ser una atmósfera mucho menos densa. Como descubrimos posteriormente el polvo en suspensión, siempre presente, hace que este adquiera tonalidades rojizas.
Imagining Mars
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