Echo 1, el primer satélite de comunicaciones de la historia.
¿Cual es el beneficio más tangible de la carrera espacial para la gente de la calle? Sin duda, por encima de todos los demas, es la capacidad de disponer de una conexión casi inmediata con cualquier parte del globo, permitiendo recibir y enviar información de forma casi inmediata. Fueron las satélites de telecomunicación, más que ninguna otra cosa, quienes conviertieron el hasta ese momento aún inmenso mundo en un lugar mucho más pequeño, en la "aldea global" que es hoy día.
Por ello, aunque el primer satélite jamás construido, el Sputnik, fue lanzado en 1957, podríamos decir que su verdadera historia como una realidad tangible para la Humanidad empezó el 12 de Agosto de 1960. Hasta entonces los pocos satélites lanzados no eran nada más que algo puntual y anecdótico, sin duda un evidente logro tecnológico y científico pero sin efecto práctico directo para el desarrollo de nuestra civilización a corto plazo, pero ese día todo cambió con el lanzamiento del Echo-1. Se iniciaba la época de las telecomunicaciones.
Y el protagonista de este momento histórico no podía ser más simple, pues basicamente era un globo inflable de unos 30 Metros de diámetro, recubierto de una superficie reflectante, y que una vez lanzado por un cohete Delta se situó en órbita alrededor de la Tierra a unos 1.600 Kilómetros de altura. En realidad era el remplazo del original, que se perdió en un primer lanzamiento fallido, por lo que su nombre era original era Echo-1A, pero pronto esto se cambió y se convirtió oficialmente en Echo-1.
Evidentemente estaba muy lejos de lo que despues serian los auténticos satélites de telecomunicación que llegarían posteriormente, porque Echo-1 cumplía una función pasiva. No recibía y renviaba las señales sino que se limitaba a actuar como un gran espejo orbital. Las señales de radio y televisión se enviaban hacia donde este se encontraba, se reflejaban en la brillante superficie del satélite y volvian hacia la Tierra, llegando hasta la región escogida previamente. De esta manera se consiguió realizar la primera llamada telefónica via satélite entre ambas costas de los Estados Unidos, y enviar de la misma manera la primera imagen, un retrato de Eisenhower.
Comparado con las gigantescas cantidades de datos que en la actualidad y diariamente se mueven de un lado a otro del planeta, los logros de Echo-1 pueden parecer casi insignificantes, pero en su momento fue un logro asombroso que abrió el camino de una nueva era en diversas formas: Activa, porque demostró no solo que era posible sino que representaba un salto adelante decisivo en nuestra capacidad de intercomunicarnos, y pasiva porqué sirvió, junto con su hermano Echo-2, para comprobar que el sistema de simplemente reflejar las señales, aunque efectivo, no terminaba de cumplir las expectativas y sirvió para que la NASA, finalmente, se decantara por el más eficaz sistema de recepción y envío, que es el que se utiliza hoy día.
Superando todas las espectativas, Echo-1 sobrevivió hasta el 24 de Mayo de 1968, cuando se incineró en la atmósfera, dejando para la historia, además de los logros ya mencionados, multitud de anécdotas curiosas, entre las cuales encontramos el hecho de que era facilmente visible a simple vista, ya que se podía observar cruzar rapidamente la bóveda celeste gracias a que brillaba con gran intensidad o que, en un esfuerzo para comunicarse mejor con el, se construyeron nuevas y mejores antenas, lo que permitió a los radioastrónomos Arno Penzias y Robert Wilson detectar accidentalmente por primera vez una tenue señal que llegaba desde el espacio profundo, posteriormente conocida como Radiación de Fondos de Microondas, considerada la primera prueba sólida del Big Bang, y por lo cual recibieron el premio Nobel.
Hoy día es dificilmente imaginable un mundo sin los satélites de telecomunicaciónes, y no sería exagerado decir que si ahora, subitamente, todos ellos dejaran de funcionar nuestra civilización se enfrentaría a una crisis sin precedentes de resultados imprevisibles. Forman una red sobre nuestras cabezas, de la que no somos del todo conscientes pero que da forma al mundo tal y como lo conocemos. Una realidad que empezo hace medio Siglo de la forma más simple, con un gran globo metalizado que durante 8 años recorrió el firmamento como una resplandenciente estrella.
Un Sello conmemorativo del lanzamiento de Echo-1.
Las dos personas situadas en su base permite apreciar su gran tamaño y lo reflectante de la superficie, imprescindible para su función de espejo.
La antena Holmdel Horn, construida para seguir a Echo-1 y que terminó ofreciendo las primeras evidencias del Big Bang.
Una representación artística de Echo-1 ya en órbita. Gracias a su gran tamaño y que era lo más parecido a un espejo brillaba con intensidad y era facilmente visible a simple vista.
1st Communication Satellite: A Giant Space Balloon 50 Years Ago
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