El 14 de Febrero de 2012 se celebraba nuevamente el llamado "día de los enamorados" (para algunos más que para otros), la festividad del amor por excelencia, tanto por razones de tradición, de popularización a traves del cine y la televisión, como por el hecho de haberse convertido en otro de esos "días de.." que tanto dinero mueven en el mundo y a tantos les interesa promover. Tan popular que, aunque solo sea una divertida casualidad, dos semanas antes Eros pasó por su punto de máxima aproximación a la Tierra desde 1975.
Evidentemente no nos referimos al dios griego del amor, sino algo ligeramente menos romántico pero sin duda científicamente interesante, 433 Eros, el segundo mayor asteroide NEA (near-Earth asteroid) conocido, aquellos cuyas órbitas les lleva a aproximarse a La Tierra lo suficiente para ser un riesgo potencial, aunque no fue este el caso, ya que la distancia mínima, alcanzada el 31 de Enero de 2012, no bajó de los 26.729.000 Kilómetros.
Suficientemente lejos para no ser peligroso pero, dado su considerable tamaño (34.4×11.2×11.2 Kilómetros), lo suficiente para ser visible con telescopios relativamente modestos por parte de astrónomos amateurs, como es el caso de la secuencia que vemos en la parte superior y que muestra el movimiento de Eros a través de la Bóveda celeste el 2 de Febrero, dos días después de su punto de máxima aproximación y cuando ya se alejaba lentamente de nosotros. 433 Eros sigue una órbita alrededor del Sol que completa en 1,7 años terrestres y que le lleva incluso a cruzar la de Marte, motivo por el cual forma parte, dentro de la familia de objetos que se aproximan a la Tierra, de los llamado Amor, que engloba a los que se mueven entre las órbitas de nuestro planeta y la del planeta rojo, sin cruzar nunca la primera pero si, en ocasiones, la segunda.
Eros forma parte, además, de una familia muy selecta: La de los asteroides visitados por una sonda espacial. NEAR Shoemaker pasó cerca de el en 1998, entró en órbita a su alrededor en 2000 y terminó su vida útil de la forma más espectacular, posándose suavemente sobre la superficie en 2001. Fue el casi poético final de un vehículo lanzado en 1996, llamado así en honor al científico planetario Eugene M. Shoemaker, una misión de bajo coste que en algunos aspectos recuerda a la posterior Hayabusa japonesa.
Ambas tenían como objetivo entrar en órbita alrededor de un asteroide para estudiarlo en profundidad (Eros e Itokawa respectivamente), ambas nos permitieron conocer el profundidad unos cuerpos celestes que se consideran restos casi inalterados de los orígenes del Sistema Solar, y ambas literalmente aterrizaron suavemente sobre ellos de forma accidental sin recibir daños. Pero mientras Hayabusa se elevó de nuevo regresó a La Tierra, Shoemaker, ya casi al final de su vida útil, permaneció en la superficie y siguió enviado datos (especialmente de su espectrometro de Rayos Gamma, que pudo obtener unas mediciones 10 veces más precisas que desde la órbita) hasta que las duras condiciones térmicas reinantes y para las cuales, lógicamente, no estaba diseñada, pusieron punto final a esta increíble aventura el 28 de Febrero de 2001.
Shoemaker permanece aún allí como el único objeto humano en la superficie de un asteroide, uno que en su día nos presentó en todo su esplendor y que terminó convertido en su lugar de descanso definitivo. Ese día Eros nos visitó, y con el un pequeño viajero que nos dijo adiós hace ya una década pero que, durante unos horas, se aproximó al mundo del cual salió hace ya tanto tiempo. Una de esas curiosidades que tanto abundan en la larga historia de la carrera espacial.
El complejo viaje de la Shoemaker. Al fallar su primer intento para entrar en órbita alrededor de Eros, siguió su camino, paso cerca de Mathilde y dos años después volvió a intentarlo, esta vez con éxito.
La rotación de Eros vista por Shoemaker una vez en órbita. La forma irregular de este cuerpo celeste hace que el efecto resulte aún más espectacular.
Las últimas imágenes antés del aterrizaje. La última, ya solo a 120 Metros por encima de la superficie, no se envió por completo.
El lugar de descanso de esta pequeña sonda.
Algún día, en un futuro a medio o largo plazo, quizás una misión tripulada pondrá su pié en Eros. Y allí encontrarán a una pequeña sonda, en ese momento ya casi una reliquia, que un día tocó la superficie para permanecer en ella para siempre.
Representación artística de la sonda NEAR.
Astrophoto: Near-Earth Asteroid Eros by Efrain Morales
El complejo viaje de la Shoemaker. Al fallar su primer intento para entrar en órbita alrededor de Eros, siguió su camino, paso cerca de Mathilde y dos años después volvió a intentarlo, esta vez con éxito.
La rotación de Eros vista por Shoemaker una vez en órbita. La forma irregular de este cuerpo celeste hace que el efecto resulte aún más espectacular.
Las últimas imágenes antés del aterrizaje. La última, ya solo a 120 Metros por encima de la superficie, no se envió por completo.
El lugar de descanso de esta pequeña sonda.
Algún día, en un futuro a medio o largo plazo, quizás una misión tripulada pondrá su pié en Eros. Y allí encontrarán a una pequeña sonda, en ese momento ya casi una reliquia, que un día tocó la superficie para permanecer en ella para siempre.
Representación artística de la sonda NEAR.
Astrophoto: Near-Earth Asteroid Eros by Efrain Morales
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