El primer asteroide descubierto en 2014 se desintegra en la atmósfera terrestre.
2014 AA era una pequeña roca, de apenas 2 o 3 metros de diámetro, uno más de los inumerables pequeños cuerpos rocoso que recorren nuestro Sistema Solar siguiendo sus propias órbitas alrededor del Sol, cuyo descubrimiento no habría tenido mayor importancia de no tener ser el primero realizado en este recién estrenado año (de ahí su denominación), en la madrugada del 1 de Enero. El Catalina Sky Survey, en Tucson, Arizona, se apuntó este simbólico honor dentro del esfuerzo global que se está haciendo para descubrir y detallar la población de los llamados NEOs (Near Earth Object), así como establecer el peligro potencial que representan cada uno de ellos para La Tierra, ahora o en el futuro.
Sin embargo sería un hallazgo fugaz, pues se estima que apenas 21 horas después de su primer avistamiento este pequeño viajero llegaba al final de su larga y anónima existencia, precipitándose en la atmósfera terrestre. Aunque inicialmente se creía que pasaría muy cerca, apenas a algo más de 600 Kilómetros, el continuo seguimiento de su trayectoria realizados las horas posteriores por el Catalina Sky Survey permitieron a la NASA's Near-Earth Object Program Office ajustar sus estimaciones. Lejos de evitarla, 2014 AA se había dirigido directamente contra La Tierra.
Los calculos, así como la detección de débiles señales por parte de las estaciones de seguimiento por infrasonidos de la Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares situadas en Bolivia, Brazil y las Bermudas, permiten delimitar la zona de impacto sobre algún lugar sobre el Atlántico Norte, cerca del ecuador. Se estima, a partir de esas tenues señales detectadas, que originó una detonación, posiblemente a gran altura, de una potencia entre 0.5 y 1 Kilotónes (500-1.000 toneladas de TNT), aunque de momento no se tiene testimonios directos ni registros por imágenes, algo complicado si ocurrió en alta mar, como todo parece indicar.
Antes del impacto se pudo estimar su órbita, muy poco inclinada con respecto al plano de la elíptica (aproximadamente 1º), moviéndose a unas distancias del Sol entre las 0.9 y las 1.3 Unidades Astronómicas y con un periodo de 1.2 años terrestres, lo que lo incluía dentro de la familia de los asteroides Apolo, que engloba aquellos se cruzan la órbita de La Tierra y son, por ello, unos de los más peligrosos. Se conocen unos 240 asteroides Apolo, aunque se estima que existen varios miles con diámetros
cercanos a 1 Kilómetro y hasta 70 millones del tamaño de una
casa. En el caso de rocas como 2014 AA su población podría ascender a centenares de millones o incluso más, y cada año varías de ellas colisionan con nuestro planeta, desintegrándose sin dejar rastro en la alta atmósfera, la mayoría de ocasiones sobre zonas deshabitadas, como desiertos, montañas y, como es el caso, océanos.
El fin de 2014 AA no es, por ello, un acontecimiento excepcional en si mismo, aparte de la curiosidad de ver como el primer asteroide descubierto en 2014 terminaba precipitándose contra La Tierra horas después, habiendo sido testigos, por tanto, de sus últimas horas de existencia. Pero si resulta una demostración (una más) de la necesidad real de un esfuerzo global para descubrir, catalogar e invertir en la tecnología necesaria para hacer frente a estos viajeros interplanetario, que en ocasiones aparecen sin previo aviso. El 1 de Enero fue una pequeña roca, quizás algún día sea algo mucho mayor.
Simulación del viaje de 2014 AA hacia La Tierra, el 1 de Enero de 2014 (Pasquale Tricarico).
Las últimas 3 horas de esta pequeña roca espacial.
La línea azul marca las posibles zonas de impacto a partir de los datos del
First 2014 Asteroid Discovered: Update
Three-Meter Asteroid Hits Earth’s Atmosphere… Somewhere
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