Está destinado a llevar nuestro conocimiento de la Vía Láctea, la galaxia dentro de la cual vivimos, a un nuevo nivel, creando un mapa tridimensional de un detalle sin precedentes, midiendo con gran precisión la posición y el desplazamiento de cerca de un 1% de su población total de estrellas, que se estima como mínimo en unos 100.000 millones, aunque posiblemente es aún mayor. En realidad con una exactitud asombrosa, equivalente a medir el espesor de un cabello humano desde una distancia de 2.000 kilómetros, para lo cual necesitaba una rigurosa calibración tanto de sus instrumentos como del propio ingenio espacial, una tarea que ha ocupado la primera parte de este año y motivo por el cual su puesta en marcha se hizo esperar hasta ahora.
Nada funciona nunca con una perfección total, y Gaia afrontó sus propios problemas después del lanzamiento, superables pero pese a ello todo un reto para su equipo en tierra. El primero fue la formación de hielo en algunas partes del sistema óptico, reduciendo temporalmente la transmisión de los telescopio, y que podría haber tenido su origen en la humedad que quedó atrapada en su interior antes de su lanzamiento, emergiendo en cuanto quedó expuesto al vacío del espacio, a pesar de todas las medidas tomadas para aislarlo lo máximo posible del entorno. Una inesperada contaminación que se ha solucionado en gran medida calentando las superficies ópticas afectadas, una "cura" que quizás veremos en más ocasiones para evitar que el fenómeno se repita.
Otro problema detectado después de su despliegue, y que tiene mayores consecuencias, es la cantidad de "luz parásita", un elemento difuso de fondo, combinación de luz del Sol y
de otros objetos astronómicos, que logra abrirse camino a través del
parasol de 10 metros de diámetro hasta alcanzar el plano
focal de sus instrumentos. Ya se contaba con ella, lo cierto es que su magnitud es mayor de la esperada. y aunque el impacto en las prestaciones de Gaia es despreciable para objetos de magnitud 15 o inferior (es decir, los más brillantes), provoca una ligera degradación en la precisión de las
medidas de posición de estrellas más tenues, llegando al 50% para
las de magnitud 20, establecido como el límite nominal de la misión, afectando también la precisión en la medición de su brillo. Mitigar lo máximo posible esta inesperada limitación es ahora el objetivo.
En principio, la luz parásita podría tener un mayor impacto en las observaciones de las estrellas más débiles realizadas con el Espectrómetro de Velocidad Radial (RVS):"Estamos optimizando el software de a bordo para mitigar en la medida de
lo posible el impacto causado por estos niveles de luz de fondo más
altos de lo esperado, y esperamos no quedar lejos del objetivo inicial, y
en cierto modo conservativo, de estudiar 150 millones de estrellas con
RVS", explica Giuseppe Sarri, Responsable del Proyecto Gaia para la ESA. "Los instrumentos de astrometría y fotometría seguirán siendo capaces de
analizar mil millones de estrellas, o más, determinando su posición y
desplazamiento con una precisión 100 veces superior a los de su
predecesor Hipparcos, y para un número mucho mayor de estrellas".
Otras pruebas realizadas durante la fase de puesta en servicio han demostrado que Gaia sería capaz de observar estrellas más débiles que las de magnitud 20 y, por otra parte, ajustando el software se podría estudiar la mayor parte de las estrellas más brillantes del firmamento, que inicialmente fueron descartadas por ser, precisamente, demasiado brillantes para un sistema tan sensitivo como el de este telescopio espacial. Un análisis más detallado decidirá si ambas opciones resultan finalmente implementadas.
Otras pruebas realizadas durante la fase de puesta en servicio han demostrado que Gaia sería capaz de observar estrellas más débiles que las de magnitud 20 y, por otra parte, ajustando el software se podría estudiar la mayor parte de las estrellas más brillantes del firmamento, que inicialmente fueron descartadas por ser, precisamente, demasiado brillantes para un sistema tan sensitivo como el de este telescopio espacial. Un análisis más detallado decidirá si ambas opciones resultan finalmente implementadas.
A pesar de todos estos imprevistos parece que Gaia está finalmente preparado para comenzar las operaciones científicas "rutinarias", el inicio de su exploración galáctica: "La fase de puesta en servicio ha sido todo un reto, y aunque algunas
tareas todavía no han terminado, podemos confirmar que Gaia está en
forma para cumplir su promesa, podrá lograr todos los objetivos
científicos principales, tal y como estaba previsto", aclara Timo
Prusti, Científico del Proyecto Gaia para la ESA."Teniendo en cuenta que la fase de puesta en servicio ha sido más larga
de lo previsto, y considerando el tiempo que necesitaremos para
desarrollar los nuevos programas, calculamos que el primer catálogo
intermedio de datos estará disponible a mediados de 2016. No obstante, si se detecta un fenómeno de rápida evolución, como una
supernova, se emitirá una alerta pública tan pronto como sea posible.
Esperamos que este servicio esté operativo antes de finales de este
año".
Aunque no sin esfuerzo por parte del equipo de tierra, ese que convierte la parte humana, por su capacidad de improvisar soluciones y adaptarse a los imprevistos rápidamente, en el pilar centrar de cualquier sonda por avanzados que sean sus sistemas autónomos, Gaia afronta ya una de las misiones más trascendentales de la astronomía moderna.
Aunque no sin esfuerzo por parte del equipo de tierra, ese que convierte la parte humana, por su capacidad de improvisar soluciones y adaptarse a los imprevistos rápidamente, en el pilar centrar de cualquier sonda por avanzados que sean sus sistemas autónomos, Gaia afronta ya una de las misiones más trascendentales de la astronomía moderna.
Llega la hora de explorar la galaxia.
Gaia ya está listo para entrar en acción
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