La sombra de la Luna recorrió Europa justo cuando empezaba la 1ª Guerra Mundial.
La primera mitad del siglo XX fue sin lugar a dudas una época de tremendos contrastes, donde grandes avances en todos los campos del conocimiento, desde la medicina a la tecnología, pasando por la astronomía en general (Edwin Hubble y Albert Einstein cambiarían para siempre nuestra visión del Universo en esa época), pero también en que se desencadenaron las guerras más terribles, alimentadas por el mal uso de esa misma tecnología y las ambiciones de unas naciones europeas atadas entre ellas en un laberinto de ambiciones, pactos y luchas por la hegemonía. La que ahora conocemos como 1ª Guerra Mundial, la llamada Gran Guerra en su momento, la considerada ingenuamente "guerra que terminaría con todas las guerras" por muchos y cuyo final, lleno de rencores y ajustes de cuentas pendientes, prepararían el camino para la 2ª Guerra Mundial, fue la más terrible que conocería el mundo hasta ese momento, un mar de fuego y muerte que se tragaría a millones de seres humanos.
Los eventos celestes siguen su camino sin tener en cuenta los caprichos humanos, y el 21 de Agosto de 1914 era un día señalado para la comunidad astronómica europea, ya que un eclipse total de Sol proyectaría su sombra sobre el este del continiente, un evento especialmente importante para probar las recientemente publicadas teorías de Einstein, ya que, de ser cierta, la gravedad solar debería distorsionar el espacio a su alrededor, alterando, desde la prespectiva terrestre, la posición de las estrellas de fondo. Con la Luna bloqueando la luz solar sería posible verlo.
Pero nada podría detener la maquinaria de la guerra, alimentada por una reacción en cadena que una vez inciada ya no podía detenerse, y varias expediciones británicas con el objetivo de estudiar el eclipse ya estaban en camino hacia Rusia, el Báltico y Crimea, cuando esta estalló finalmente, llegando a una Rusia ya movilizada, y Gran Bretaña hizo lo mismo el 4 de agosto 1914. Una oscuridad mucho más profunda que la del propio eclipse cubrió el viejo mundo, aunque en esos primeros momentos muchos, hipnotizados por una imagen absurdamente poética y heroica de la guerra, pensando en campañas brillantes y una victoria rápida, la recibieron con alegría, sin ser conscientes del horror que se precipitaría sobre ellos durante los siguientes 4 años.
A lo largo de la historia de la Humanidad este tipo de fenómenos celeste, junto con otros, como la aparición de cometas en el firmamento, eran vistos como señales infaustas, y son varios los ejemplos de eclipses ocurridos en pleno campo de batalla. Este es el caso de la batalla de Isandlwana en 1879 durante las guerras zulúes, y el ocurrido 585 aC, que aterrorizó tanto a lidios y medos que detuvo su guerra. Igualmente un eclipse, en este caso de Luna, marcó fatalmente la actuación de los Atenienses en su guerra contra Siracusa, algo que también ocurrió durante la decisiva batalla de Gaugamela, entre los Macedonios de Alejandro Magno y los Persas de Darío. Situaciones que no significan que tengan influencia en la Humanidad. En realidad el mensaje es mucho más oscuro: Las guerras han estado presente de tal manera en su historia que era inevitable que en algún momento coincidieran.
Una camino de oscuridad rodeada de una oscuridad en realidad mucho más terrible, fruto de la locura humana. Pocos registros visuales quedan de esas expediciones, y ninguno del eclipse en si mismo. Fuera por una climatología adversa, fuera por las mismas trágicas circuntancias que rodeaban esos días, puede que por una combinación de ambas, esas expediciones quedaron en el olvido, y sus objetivos deberían esperar hasta 1919, cuando
un equipo de astrónomos liderados por Arthur Eddington confirmaron, en
el eclipse ocurrido en las costas del oeste de Africa ese año, que el
genial científico estaba en lo cierto. Sus escasas imágenes quedaron como mudos testimonios que incluso en las horas más oscuras había gente que quería seguir avanzando en el nunca sencillo camino del saber.
Fotografía del campamento eclipse de la expedición del Observatorio de Física Solar (Cambridge) en Feodosia, Crimea, durante el agosto de 1914. Del poco material que llegó hasta nuestros días.
El camino de oscuridad lunar que partió Europa en dos justo cuando sus habitantes estaban, paradójicamente, divididos en 2 bandos que se precipitaban hacia una guerra total.
Ninguna oscuridad, por desgracia, es tan profunda como la locura humana.
Remembering the “World War I Eclipse”
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