Oumuamua deja de ser visible en el infrarrojo, revelando los últimos detalles sobre su naturaleza.
El viajero desapareció en la noche. Después de seguir su trayectoria durante varios meses y ahora ya tan lejos del Sol como Saturno, el mensajero interestelar desapareció de los telescopios terrestres, ya demasiado tenue para poder seguir siendo detectando. Entre ellos el Spitzer, que monitorizó su huella en el infrarrojo hasta que recientemente esta se desvaneció en la oscuridad. Una noticia triste para los astrónomos, que tanto lo han seguido desde que se descubriera su naturaleza como visitante de las estrellas, pero que al mismo tiempo ofrece como regalo de despedida nuevos detalles sobre su naturaleza, tanto con lo que respecta al tamaño como a la reflectividad de su superficie, lo que a su vez puede dar pistas sobre como esta podría ser y la posible actividad que en ella tuvo lugar durante su viaje cerca del Sol.
Que Spitzer ya no pueda verlo más implica, por ejemplo, que debe ser de menor tamaño de lo que se creía, con un eje mayor que quizás no llega a los 400 metros, aunque evidentemente hay un amplio margen de error. Pero este nuevo límite de tamaño es consistente con los hallazgos de un trabajo anterior, que sugería que la desgasificación fue responsable de los leves cambios en la velocidad y la dirección de Oumuamua como se rastrearon el año pasado: Los autores concluyeron que el gas expulsado actuó como un pequeño impulsor, empujándolo suavemente. Esta conclusión dependía de que fuera relativamente más pequeño que los cometas típicos del Sistema Solar, y eso es lo que lo ahora ocurrido sugiere.
"Oumuamua ha estado lleno de sorpresas desde el primer día, así que estábamos ansiosos por ver lo que Spitzer podría mostrar", dijo David Trilling, autor principal del nuevo estudio y profesor de astronomía en la Universidad del Norte de Arizona. "El hecho de que fuera demasiado pequeño para que lo detectara Spitzer es en realidad un resultado muy valioso".
El nuevo estudio también sugiere que puede tener una reflectividad 10 veces superior que los cometas que residen en nuestro Sistema Solar, un resultado sorprendente, según los autores del artículo. La luz infrarroja puede usarse para determinar la temperatura de un cometa o asteroide, y a su vez, esto permite desvelar la reflectividad de la superficie del objeto, lo que los científicos llaman albedo. Al igual que una camiseta oscura a la luz del Sol se calienta más rápidamente que una clara, un objeto con baja reflectividad retiene más calor que un objeto con alta. Así que una temperatura más baja significa un albedo superior.
Oumuamua había estado viajando a través del espacio interestelar durante millones de años, lejos de cualquier estrella que pudiera provocar una renovación de su superficie, pero la actividad que se generó cuando pasó cerca del Sol le hizo despertar y quizas barrer el polvo y la "suciedad", mientras que parte del gas liberado podría haber cubierto la superficie con una capa reflectante de hielo y nieve.
Resultados curiosos, ciertamente intrigantes que darán mucho de que hablar, y que en cualquier otro caso habría provocado nuevas campañas de observación para recabar más datos, comparar con los anteriores, y juntos intentar avanzar en nuestra comprensión del objeto. Pero no será este el caso, ya que seguramente ya no sabremos más de lo que conocemos ahora. Oumuamua se ha ido para siempre. Seguramente descubriremos de nuevos, pero el que nos abrió las puerta de las estrellas es ya un recuerdo perdido en la oscuridad.
Hasta siempre, viajero estelar.
Our Solar System's First Known Interstellar Object Gets Unexpected Speed Boost
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