Es una de esas ideas que, como la existencia de vida en el Universo fuera de la Tierra, se suele dar por más que probable aunque no dispusieramos de evidencias directa alguna de ello. Es simplemente que nuestro sentido común nos dice que nosotros no podemos ser especiales en esto, que no es posible que de toda la inmensidad aparentemente infinita solo alrededor de una estrella amarilla de tamaño medio podemos encontrarlas. Y aún más cuando estamos descubriendo miles y miles de nuevos planetas a un ritmo creciente. Y si existen planetas, tiene que haber lunas. Una idea lleva a la otra, pero en ciencia hacen falta evidencias, algo de lo que se carecía hasta ahora.
Y es de la mano de los telescopios espaciales Hubble y Kepler del que nos llega la primera señal de lo que podríamos llamar exolunas. Esta parece residir en el sistema de la estrella Kepler-1625, a unos 8.000 años-luz de la Tierra, y acompañar a un planeta gigante, poiblemente gaseoso. Evidentemente nada es sencillo cuando se trata de detectar minúsculas variaciones de luminosidad de un exoplaneta, y aún más complicado del de una posible luna, que puede quedar oculta por la mayor presencia del primero, pero en este caso las evidencias, aunque no definitivas, parecen sólidas.
De forma resumida, los astrónomos siguieron el tránsito de Kepler-1625b por delante de su Sol, que duró unas 19 horas. Y 3.5 horas después se produjo un segundo descenso del brillo, mucho menor que el del planeta, y que indicaba que "algo" había cruzado también por delante el disco estelar. Por desgracia las observaciones del Hubble, realizadas en 2017, terminaron antes de finalizar este segundo tránsito, por lo que no puede darse por seguro, aunque si ofreció una pista interesante: El tránsito planetario se produjo una hora antes de lo previsto, lo que encaja con un planeta y una luna orbitando alrededor de un centro de gravedad común, tal como ocurre como la Tierra y La Luna.
"Una luna compañera es la explicación más simple y natural para el segundo descenso en la curva de luz y la desviación de la órbita", explicó David Kipping, astrónomo de la Universidad de Columbia y uno de los descubridores."Definitivamente fue impactante ver la curva de luz del Hubble, mi corazón comenzó a latir un poco más rápido mientras seguía mirando esa firma. Pero sabíamos que nuestro trabajo era mantener la calma y, en esencia, asumir que era falso, probar todas las formas posibles en que los datos podrían engañarnos". Y aunque podrían existir explicaciones alternativas, esta parece la más coherente. Quizás aún más sorprendente es que la candidata podría ser inusualmente grande, comparable a Neptuno, girando alrededor de un mundo mayor que Júpiter. Palabras mayores.
Este hallazgo marca el camino para futuros observatorios, más potentes, que sean capaces de extraer de la oscuridad lunas más pequeñas, algunas de ellas quizas incluso auténticas Tierras en el amplio sentido de la palabra. Y quién sabe, quizás existe un Endor esperando ser descubierto.
El bajón previsto en la luz de Kepler-1625 por el tránsito del exoplaneta Kepler-1625b, al que siguió una inesperada y más pequeña fluctuación que los astrónomos asocian a una posible luna. La desviación en el horario previsto del primer tránsito, que encaja con el escenario de que el planeta estuviera girando alrededor de un centro de gravedad común con una enorme compañera, refuerza esa idea.
La trilogía original de Star Wars propuso la idea de lunas de enorme tamaño acompañando a planetas gaseosos. Cuando estas ideas se plasmaron en pantalla ni siquiera existían pruebas de que hubieran mundos en otras estrellas aparte del Sol, por lo que fue todo una predicción que se cumplió, al igual que la de mundos en sistemas estelares múltiples. Ciertamente ese Gorge Lucas estaba más que inspirado.
Astronomers Find First Evidence of Possible Moon Outside Our Solar System
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