Reconstruyendo el viaje de MASCOT a partir de sus imágenes.
El 3 de Octubre algo cayó literalmente del cielo del Ryugu. Minutos antes se había desprendido de la sonda Hayabusa 2, iniciando un descenso en caída libre hacia el asteroide.
Después del primer impacto, rebotó suavemente, tocó el suelo unas ocho veces y luego se encontró en una posición de reposo desfavorable para las mediciones, que hizo necesario ejecutar una maniobra de corrección especialmente preparada por si esto ocurría. Posteriormente MASCOT saltó a su segunda ubicación, que aún debe ser determinada. Allí se completaron mediciones detalladas durante un día y una noche de Ryugu.
Finalmente, se puso en movimiento una última vez para un salto más grande. En su última ubicación, lugar de descanso para la posteridad, realizó algunas mediciones más antes de que comenzara la tercera noche en el asteroide, y se perdiera definitiva el contacto con la sonda japonesa.
Fueron solo 16 horas, pero era todo lo que se esperaba de el, incluso algo más, dependiendo como lo hacia de una batería interna. En cierta forma no era tanto una sonda propia como una extensión de la propia Hayabusa 2, que lanzó un pack de instrumentos para que estudiaran este pequeño mundo y le enviaran toda la información posible. Y fue un éxito rotundo, acumulando una cantidad de datos enorme y en extremos valiosos, y que sigue siendo estudiados hoy día.
Entre todo lo reunido también tuvimos imágenes, y aunque no era la parte más importante de esta misión, si que nos envió decenas de ellas, tanto en superficie como durante la caída hacia el asteroide. Unas imágenes, estas últimas, que en combinación con el seguimiento que hizo la propia Hayabusa 2, han permitido recrear como fue este viaje fugaz y maravilloso, y entender en su contexto lo que pudo ver MASCOT durante su viaje hacia la eternidad. Y aunque todo lo que podemos ver a través de sus ojos ya era conocido de antemano, la diferente perspectiva, mucho más cercano, dota al paisaje de una magia que las observaciones desde mayor distancia, aunque objetivamente más detalladas, carecen. Es la diferencia entre observar otro mundo y aterrizaje en el.
A la izquierda, las imágenes de Hayabusa 2, con la sombra de la propia sombra proyectada en el asteroide y el campo de visión de MASCOT marcado con líneas blancas poco después de la separación. A la derecha lo que estaba viendo este último.
MASCOT, en caída libre, miraba hacia el este cuando realizó esta toma. Puede apreciarse la gran roca alargada que veía también Hayabusa, lo que permite identificar lo que estábamos viendo.
La 4ª captura de imágenes ofreció una extraordinaria visión del horizonte de Ryugu. Aunque no de forma tan clara, pueden observarse las misma rocas en ambas prespectivas.
Después del primer contacto con la superficie, que permite apreciar el complicado y rocoso ambiente que dominaba la zonas de aterrizaje.
Numerous boulders, many rocks, no dust: MASCOT's zigzag course across the asteroid Ryugu
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