Fue la protagonista astronómica de los últimos días, el mayor asteroide que se aproximaba de forma significativa a nuestro planeta de los últimos años. Y aunque estuvo lejos de "rozar" la Tierra, como explicaron con los habituales tonos sensacionalistas no pocos medios de comunicación, ya que no se aproximó a menos de 7 millones de Kilómetros, lo cierto es que a escala planetaria fue un encuentro cercano. Una oportunidad espléndida para muchos astrónomos de estudiarlo. A falta de una enorme flota de exploradoras interplanetarias para poder llegar hasta ellos en toda su extensión, debemos esperar a que sean ellos los que nos visiten. Y cuando eso ocurre no pocos ojos y oídos los están esperando.
Y el término "oídos" es bastante ajustado a las herramientas utilizadas para observarlos, ya que son las grandes antenas y radiotelescopios, más que los telescopios ópticos, los que se revelan como los más útiles para este tipo de situaciones. Enviando ondas de radar y captando su eco es posible revelar de forma extraordinariamente nítida, teniendo en cuenta el tamaño de dichos cuerpos y su distancia, muchas de sus características. Y de posibles acompañantes. Porque algunos asteroides, como sabemos desde hace varias décadas, también pueden tener sus propios sistemas de lunas. Y Florence, como descubrimos durante su reciente visita, es uno de ellos.
Así lo revelaron las observaciones realizadas por la antena de 70 metros del complejo Goldstone de la NASA. Dos pequeñas lunas hicieron acto de aparición como diminutos ecos, permitiendo deducir un tamaño de entre 100 y 300 metros cada una, además de delimitar sus periodos orbitales, de 8 y 22-27 horas respectivamente. Poco más se puede extraer de lo que no dejan de ser unos pocos píxeles. Bien diferente es el caso del propio asteroide, del que se obtuvieron imágenes mucho más detalladas, y que permitió descubrir que bastante redondo, con un diámetro ahora definitivamente establecido de 4.5 Kilómetros, que tiene una cresta a lo largo de su ecuador, un gran cráter (como mínimo), dos grandes regiones planas y otros pequeños detalles.También se pudo determinar su periodo de rotación, que resultó ser de unas 2.4 horas terrestres. Nada mal teniendo en cuenta la distancias de las que hablamos.
Florence ya es historia, dejando a su paso la saber que no vino solo. El mundo de los asteroides es complejo y apasionante, mucho más que la clásica imagen de simples rocas gigantes flotando en el espacio y amenazando nuestro mundo cual enemigo escondido en las tinieblas. Aunque algo de esto último no deja de ser cierto. Debemos estar alertas, nunca podemos estar seguros de cuando una visita cercana se convierte en algo más amenazador. Y más si llega en forma múltiple.
Florence y sus acompañantes. El 3 asteroide triple de los más de 16.000 cuyas órbitas los llevan cerca de nuestro planeta.
El paso de Florence por nuestro firmamento. Ahora sabemos que no venía solo.
Las grandes antenas de GoldStone sirven, junto a sus equivalentes de Madrid y Australia, sirven a la NASA para contactar con sus sondas, aunque también para realizar estudios astronómicos como el ahora presentado.
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