Vivimos en un cambiante y dinámico más de estrellas, un inmenso rio del que formamos parte. No es algo fácil de percibir, ya que todo esto ocurre en una escala espacial y temporal inmensa. De ahí esa percepción del firmamento como algo sólido, fijo así como inalterable, de ahí el mismo nombre, que deriva de la palabra "firme". Ante nuestros ojos, pero no ante los avances de la tecnología en el terreno de la astronomía, en un despliegue de ingenios, tanto en tierra como orbitales, que han permitido ver la película en su conjunto, no fotogramas sueltos de una realidad que nos supera.
GAIA es uno de esos colosos que han permitido despertar de esa ilusión de inmovilidad. Su objetivo es estudiar mil millones de estrellas, especialmente su desplazamiento, velocidad y trayectoria, para levantar así un extenso mapa en tres dimensiones de nuestra galaxia, un paso clave para comprendedla en su conjunto, tanto su presente como su pasado y futuro. Y aunque esa cantidad abarca solo una mínima fracción del total, es suficiente para tener en nuestras manos el mejor mapa galáctico jamás realizado, capaz de proporcionar una ingente cantidad de información. Entre las cuales se encuentra una visión en profundidad de la trayectoria de muchas estrellas de ellas con respecto a la nuestra.
Y ciertamente vivimos en un vecindario concurrido. No hay que temer una letal aproximación directa, más propia de una película de catástrofes, pero no son pocas que nos visitarán en un plazo de tiempo relativamente pequeño, siempre hablando a escala cósmica, de unos pocos millones de años. Los datos de GAIA revelan hasta 97 estrellas que pasarán a unos 150 billones de kilómetros, mientras que 16 entrarán en un radio de unos 60 billones de kilómetros. Y de estas últimas destaca Gliese 710, que dentro de 1,3 millones de años pasará a 2,3 billones de kilómetros (unas 16.000 veces la distancia entre la Tierra y el Sol).
Suficientemente cerca, y eso es lo más importante, que penetrara bien en el interior de la Nube de Oort, la teorizada inmensa región en las fronteras del Sistema Solar donde permanecer una cantidad ingente de cometas como retos de su formación. Eso, junto a una masa apreciable, el 60% de la del Sol, y una velocidad relativa bastante reducida, que le hará permanecer cerca más tiempo y prolonga su influencia perturbadora. Eso no garantiza que algún cometa afectado por ella termine entrando en el Sistema Solar y, aunque así fuera, de que la Tierra vaya a quedar en el punto de mira. Pero existe esa posibilidad muy real, por lo que será necesario estudiarla aún más para refinar con mayor precisión su futura visita.
En todo caso resulta un interesante recordatorio de nuestro lugar en el Universo, y más concretamente en esta enorme ciudad galáctica de la que formamos parte. De ese inmenso río estelar del que solo vemos fotografías sueltas, imágenes estáticas en el cielo nocturno que transmiten una sensación de quietud y eternidad que solo existe en nuestros ojos. La realidad, como vemos, es bien distinta. Así de caótico es el camino de las estrellas.
Nuestra vecindad actual. Una situación puntual para unas estrellas que, al igual que nosotros, tiene su propia trayectoria alrededor del centro de la Vía Láctea.
Gliese 710 es la estrella conocida que más se aproximará a nosotros en un futuro cercano a escala temporal, entrando de lleno en la teorizada Nube de Oort. Pero eso es solo las conocidas hasta ahora. Otras pueden estar esperando su momento.
GAIA, exploración en el espacio y el tiempo.
Encuentros cercanos de tipo estelar
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