domingo, octubre 12, 2014

Post Vintage (112): El día que la Luna pudo desaparecer

Casi totalmente invisible desde la Tierra, Atiken es la mayor cuenca de impacto que existe en la Luna y la segunda mayor del Sistema Solar.

Intuida por las sondas soviéticas Luna 3 y Zond 3 a principio de los 60, vista parcialmente por los altímetros de los Apolo 15 y 16 a principio de los 70, fotografiadas de forma completa por la Galileo en 1990 y finalmente estudiada a fondo por Clementine en 1997. Es la historia del descubrimiento de una estructura lunar inmensa, pero al mismo tiempo oculta a nuestros ojos al situarse más en dirección a la cara oculta, la antigua señal de un cataclismo que pudo haber destruido a nuestra compañera y cuyas consecuencias podrían explicar uno de los episodios más extraños sucedidos durante la juventud de nuestro planeta, el súbito bombardeo que lo sacudió durante apenas 100 millones y que remitió tan rapidamente como empezó.

Se la conoce como Cuenca Atiken, nombre que recibió en referencia a un crater más joven y del mismo nombre situado en uno de sus extremos, y es la segunda mayor cuenca de impacto conocida del Sistema Solar, solo superada por la descomunal Hellas Planitia de Marte. 2500 Kilómetros de diámetro y 12 de profundidad media denotan la magnitud de lo que alli sucedió, y si pensamos en que el de la propia Luna es de unos 3.474 Kilómetros resulta enigmático como pudo sobrevivir a tal catástrofe.

Una pista que podría explicar tal misterio está en la relativa poca profundidad de Atiken y la ausencia de material del manto, aquel situado bajo la corteza externa, lo que implica que el impacto no penetró demasiado a pesar de su evidente magnitud. Las simulaciones indican que un golpe directo y a gran velocidad relativa habria llegado a desenterrar material situado a 200 Kilómetros de profundidad, cosa que resulta evidente que no es el caso. Igualmente que en el borde Noreste de la cuenca encontramos elevaciones de grán altura, por encima de los 8 kilómetros, podria ser también un indicio de la dirección por la llegó el cuerpo intruso.

Todo lleva a pensar, pues, que se movia a baja velocidad con respecto a nuestro satélite y que lo golpeo en un angulo muy bajo, quizás no más de 30º con respecto a la superficie. Algo que salvó a la Luna (y quizás tambien a la Tierra) de lo que podría haber sido un destino fatal.

Sin embargo, y la enorme cicatriz dejan testimonio de ello, es evidente que no salió intacta del evento, y posiblemente tampoco la Tierra. Los indicios geológicos muestran que esta sufrió un súbito e intenso bombardeo, cronológicamente fechado desde los 3.950 a los 3.850 Millones de años, cuyo origen no esta nada claro.¿Podría ser el cataclismo que creó la cuenca Atiken la responsable de tal bombardeo, así como de las nuevas cuencas que aparecieron en la propia Luna? Pudieron ser los restos proyectados hacia el espacio y que fueron cayendo en la Tierra o regresando finalmente a nuestro satélite los responsables? Este podría ser el caso.

Atiken en un lugar sorprendente en muchos aspectos, y no solo por su tamaño y origen. Químicamente también es única, pues no solamente es diferente a las tierras altas lunares que la rodean, sinó que ninguna de las muestras que tanto las misiones tripuladas Apolo como las automáticas Luna trajeron de regreso a la Tierra para su estudio tiene la composición detectada en el interior de la cuenca. Ni tan solo uno los meteoritos de origen lunar que se han encontrando en nuestro planeta tiene una química similar.¿Cual es el motivo de su singular composición, de su superior abundancia en elementos como el Hierro, el Titanio y el Torio? Material proveniente de las profundidades y sacados a la luz por el impacto? Resultado de la posible fusión del terreno fruto del calor generado por el impacto? Lo cierto es que, de momento, no hay una explicación clara, y posiblemente solo una misión que trajera muestras desde el interior de Atiken podra dar una solución definitiva a este debate.

Es nuestra compañera de viaje desde hace miles de millones de años y el mudo testimonio de la larga y tortuosa vida que ambos mundos han tenido. En la Tierra su capacidad de renovarse geologicamente le permitio mantenerse en un estado de casi "juventud eterna", borrando en gran medida las huellas de un pasado tormentoso, pero este no es el caso de la Luna. Allí, en un paisaje apenas alterado por el paso de las eras, todo lo que ha sucedido desde su nacimiento quedó registrado. Es como un maravilloso libro cósmico, lleno de páginas sorprendentes, como aquella que habla del día en que Selene pudo haber desaparecido de la historia. De una donde, quizas, nosotros nunca habríamos existido.

La cara oculta de la Luna. Atiken destaca notablemente como una oscura mancha en la parte inferior del disco. El tamaño de la cuenca en relación al de nuestro propio satélite son una muestra clara de la magnitud de lo que allí ocurrió.

Corte geológico de la cuenca Atiken. 

South Pole-Aitken basin

Searching for water in the Aitken Basin

The biggest hole in the Solar System

1 comentario:

Anónimo dijo...

La mayor cuenca de impacto creo que debe ser el hemisferio norte de Marte, ¿no? Alcanza prácticamente a la mitad del planeta, y aunque parcialmente cubierto por la meseta del Tharsis, simulaciones parecen haber demostrado que se trata de una cuenca de impacto de tamaño descomunal, que posiblemente cambió para siempre la historia del planeta. De ahí la diferencia de profundidad, edad y número de cráteres del hemisferio norte y el sur. No estaría de más hacer una entrada sobre esto :D