La primera evidencia de la existencia de exoplanetas pudo haberse detectado en 1917, aunque en ese momento no se supo interpretar como tal.
Una de las mayores frustraciones para la astronomía moderna es que se tardara tanto en descubrirse los primeros planetas en otras estrellas, hasta el punto que en tiempos tan recientes como era los primeros años de la década de los 90 aún se discutiera si el Sistema Solar era un caso único y extraordinario en el contexto de la Vía Láctea o, por el contrario, nuestra galaxia estaba llena de ellos. La confirmación que esta segunda era la respuesta correcta con el descubrimiento en 1995 del primero de ellos, 51 Pegasi b, representa una espina clavada para algunos astrónomos, que estudiando antiguas observaciones han señalado que ya en 1988 se había detectado el primero de ellos, si bien no había sido interpretado como tal. Sin embargo la realidad podría llevarnos mucho más atrás en el tiempo, hasta los tiempos de la 1ª Guerra mundial.
El astrónomo de origen holandés Adriaan van Maanen es conocido especialmente por su papel en el intenso debate que, aún en las primeras décadas del siglo pasado, seguía dividiendo a los astrónomos entre los que consideraban que las llamadas nebulosas difusas se encontraban cerca de nosotros y formaban parte de la Vía Láctea, siendo esta la única galaxia que existía en el Universo, y los que defendía que estaban extremadamente distantes y, por tanto, eran "universos isla", que Andrómeda y otras nebulosas eran, en definitiva, galaxias por derecho propio.
Los primeros argumentaban que la evidencia observacional demostraba que estaban mucho más cerca. Entre los que reunieron estas supuestas evidencias estaba Adriaan van Maanen, que por motivos nunca aclarados y que siguen desconcertando aún hoy por su magnitud, realizó errores catastróficos en sus mediciones, lo que aceleró el descrédito de la idea de la "galaxia única". Aún hoy es considerado una página negra de la historia de la astronomía moderna. Sin embargo realizó también aportaciones positivas, como el descubrir una de las primeras Enanas Blancas conocidas, así como la más cercana a La Tierra, la llamada en su honor Estrella de Van Maanen. Y al revelar su espectro, aunque van Maanen no podía saberlo, quizás la primera evidencia de mundos más allá del Sol.
Así lo defiende el Benjamin Michael Zuckerman, una de las principales autoridades mundiales en Enanas Blancas, a partir del espectro de la estrella, que contiene evidencias de todo tipo de elementos más pesados.
En los últimos años, Zuckerman y otros astrónomos han demostrado que estos elementos sólo pueden provenir de restos rocosos orbitando la estrella. En otras palabras, estos elementos tiene su origen en asteroides que se precipitan regularmente sobre ella, y que aparecen en los espectros de muchas otras Enanas Blancas. Una pregunta que este y otros se han hecho a lo largo de estos años es el precisamente el motivo por el cual dichos asteroides se precipitan hacia ellas de forma tan regular. Y esto les llevó a un descubrimiento fascinante: Todas ellas están rodeadas por restos de rocas y al menos un planeta de tamaño apreciable. Son las perturbaciones gravitacionales de este último los que llevan el caos a su alrededor, causando que los asteroides que chocan entre sí y luego en espiral caigan hacia su estrella madre.
Esta evidencia son ahora tan fuertes que Zuckerman y otros, cuando se encuentran las enanas blancas con elementos pesados en sus espectros, lo consideran una más que posible evidencia de un exoplaneta. "Mirando en retrospectiva, ahora es posible decir que la primera indicación de observación - por cualquier medio - de la existencia de un sistema planetario extrasolar llegó hace casi un siglo, cuando van Maanen descubrió y observó el espectro de la enana blanca más cercana a la Tierra". Aunque no tenemos de momento una evidencia directa de un exoplaneta en ella, al menos de un tamaño superior al de Júpiter, la llegada de nuevos observatorios orbitales y terrestres, mucho más potentes que los actuales, podría darnos una respuesta definitiva, dando al denigrado Adriaan van Maanen algo de luz en la oscuridad que rodea su papel en la historia de la astronomía moderna.
La posición en el cielo terreste de Estrella de Van Maanen.
Las Enanas Blancas son objetos extremadamente densos, lo que queda del corazón de estrellas como el Sol una vez llegan al final de su vida y terminan expulsando todas sus capas externas, dejando lo que fue el núcleo, que se mantiene estable y sin colapsar sobre si mismo por la repulsión debida al principio de exclusión entre electrones.
Adriaan van Maanen (izquierda) pasó a la historia por los errores que cometió en el calculo de distancias galácticas, pero hizo otras aportaciones más positivas, aunque siempre quedaron a la sombra de lo primero.
First Evidence of Extrasolar Planets Found In 1917
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