Quedan 5 meses para que la exploración directa del planeta más cercano al Sol llegue a su punto y final, el tiempo que le quedan aproximadamente a las reservas de combustible de esta sonda antes de que se agoten, y su órbita, que la lleva a pasar muy cerca de la superficie, decaiga hasta provocar su caída definitiva. Mucho son los descubrimientos realizados durante su vida activa, pero parece inevitable que muchos otros, algunos antiguos, otros nuevos aparecidos fruto de su intensa tarea, queden sin encontrar respuesta. Y entre estos últimos se encuentra aquello que se esconde entre las sombras eternas de los cráteres polares.
Aunque ya se conocía de forma indirecta su existencia desde hacia 20 años, a partir de cartografía por radar realizado desde La Tierra, así como por los datos de los instrumentos de la propia MESSENGER en 2012, los depósitos de hielo de agua que existen en Mercurio no habían sido observados de forma directa, escondidos en las zonas de sombra perpetua. Hasta ahora, donde sacando partido de la tenue luz reflejada por las paredes iluminadas de estos cráteres, finalmente se han podido visualizar las zonas donde los mapas térmicos, el espectrómetro de neutrones y el altímetro láser habían indicado su presencia. Con ello, casi más que responder preguntas se han generado nuevos misterios, aún más desafiantes hacia todo lo que creemos saber y que muestran un Mercurio cada vez más complejo, al contrario de lo que su aspecto podría indicar.
Y son enigmas notables y trascendentes para entender la historia de Mercurio y quizás, por extensión, del Sistema Solar, ya que, por ejemplo, la textura del hielo en el fondo del cráter Prokofiev sugiere que el material fue depositado ahí hace relativamente poco tiempo en escala geológica, en lugar de los miles de millones de años que se creía inicialmente. Imágenes de otros cráteres respaldan esta idea, mostrando depósitos oscuros, posiblemente material rico en elementos orgánicos, que cubren el hielo en algunas zonas, con límites definidos entre los dos tipos diferentes de material. "Este resultado fue un poco sorprendente, porque los límites afilados indican que los depósitos volátiles en los polos de Mercurio son geológicamente jóvenes", explica Nancy Chabot, científica de la misión MESSENGER . Nuestra Luna también alberga agua helada en el interior de los cráteres polares que se encuentran permanentemente en sombras, pero sus depósitos tienen un aspecto diferente a los de Mercurio, lo que podría explicarse si los de este último fueron entregados más recientemente.
"Si puedes entender por qué un cuerpo se ve de una manera y otra se ve diferente, entenderás mejor el proceso que hay detrás de ello, lo que a su vez está vinculada a la edad y la distribución de hielo de agua en el sistema solar", dijo Chabot. "Esta será una línea muy interesante de investigación en el futuro". Aunque no ya para MESSENGER, que se encuentra al final de su vida útil. Quién cogerá el testigo será la misión europea-japonesa BepiColombo, que pondrá en órbita alrededor de Mercurio las sondas MPO (Mercury Planetary Orbiter) y el MMO (Mercury Magnetospheric Orbiter), aunque para eso deberemos esperar hasta 2023, precedido por una serie de sobrevuelos anteriores que empezarán a finales de 2019.
Si algo hemos aprendido de la exploración interplanetaria es que entre todos los integrantes de la familia solar, desde planetas a lunas, pasando por cometas y asteroides, no existe ninguno que muestre una naturaleza que podamos clasificar de simple y sencilla de visualizar. Todos esconden enigmas y nos muestran páginas de una historia compleja y extraña, cada uno de ellos con una personalidad sorprendentemente definida y única. Y el más cercano y pequeño de los planetas principales, no es una excepción. Un núcleo gigantesco con respecto a su diámetro, una magnetosfera inesperada, cambios visibles en la superficie con la aparición de los conocidos como hollows, depósitos de agua en los polos y ahora indicios de que son mucho más jóvenes de lo que se creía son sus señas de identidad. Suficientes motivos para recibir una atención profunda por parte de nuestros exploradores.
El interior del cráter Berlioz. Se observa una región distintivamente más oscuro, que se corresponde bien con las regiones brillantes detectadas por el radar y dentro de la sombra pemanente. Se postula que este material de baja reflectancia más oscuro se compone de materiales congelados ricos en materia orgánica.
MESSENGER a llevado nuestro conocimiento de Mercurio a otro nivel con respecto a lo ofrecido en su momento por la Mariner 10, pero a pesar de ello muchos enigmas quedarán por responder, ya que desde su llegada se demostró que era un planeta mucho más complejo de lo que nos podíamos imaginar. Su sucesora BepiColombo deberá continuar con la exploración y hacerla avanzar aún más.
BepiColombo tomará el testigo de MESSENGER, formada por la europea MPO (Mercury Planetary Orbiter) y la japonesa MMO (Mercury Magnetospheric Orbiter).
First Photos of Water Ice on Mercury Captured by NASA Spacecraft
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