Que el gigante asiático tiene en el espacio una de sus prioridades, tanto desde el punto de vista estratégico como de prestigio nacional, es ya ampliamente conocido, y sus acelerados pasos, aún por detrás de los logros soviéticos y norteamericanos pero reduciendo distancias a gran velocidad, una realidad palpable. Vuelos tripulados, estaciones espaciales y un ambicioso programa de exploración interplanetaria parece ser, dejando de lado la inevitable faceta militar y de comunicaciones inevitable para toda potencia, los 3 ejes principales de su plan espacial en un futuro a corto y medio plazo, hasta ahora conocido de forma más o menos superficial, pero que ahora, con un reciente artículo publicado durante las recientes Chinese Journal of Space Science, parece estar aún más claro.
En resumen China lanzará entre 9 y 10 misiones de espacio profundo de aquí a 2030, todo organizado en una serie de etapas, la primera de las cuales comenzará en 2017 con el lanzamiento de una sonda para el estudio de asteroides que aterrizará en alguno cercano a La Tierra, a la que seguirá, en 2018, la conocida de momento como MGRSO (Mars Global Remote Sensing Orbiter), conformada por un orbitador y una cápsula para poner a prueba las tecnologías asociadas con el reto de una entrada en la atmósfera marciana. Por si sobrevive en su interior podría viajar un pequeño rover que se desplazaría por la superficie.
Ese mismo año, ya en el campo del estudio solar, se lanzará la DSO (Deep Space Solar OBservatory), que tendrá bajo vigilancia a nuestra estrella desde el punto L1 de Lagrange y que complementará a las misiones Kuafu-A (situada en el L1 o el L5) que despegará en 2017, y el ASO-S (Advanced Space-based Solar Observatory).
La segunda etapa se iniciará con nuevamente Marte como objetivo, buscando depositar un rover mucho más grande y sofisticador, a la seguirá la VGSP (Venus Global Sensing Probe), la primera misión china a Venus, compuesto de un orbitador y quizás, aunque esto aún no está claro, de una cápsula que podría estudiar la atmósfera y quizás la superficie. Alrededor de 2024 se lanzaría una nueva sonda para traer a La Tierra muestras de un asteroide, puede que incluso del planeta enano Ceres, que en 2015 visitará la sonda Dawn.
Un año antes, en 2023, se espera que despegue el observatorio solar SPORT (Solar Polar Orbit Radio Telescope), un radiotelescopio que estudiará las eyecciones de masa coronal (CMEs) y que para poder llegar a su destino realizará una maniobra de asistencia gravitatoria con Júpiter de forma similar a la realizada por la sonda Ulysses de la ESA.
La 3ª etapa apunta hacia metas aún más ambiciosas, con una sonda destinada a orbitar Júpiter y, por tanto, estudiar la por todos soñada luna Europa, y que debería despegar en 2025, a la que seguiría la que todos los astrónomos occidentales anelan lograr algún día, una misión a Marte con capacidad de recoger muestras y llevarlas a La Tierra. Podríamos, por tanto, estar ante el escenario que fuera China quién lograra lo que muchos llevan pidiendo de la NASA de forma estéril durante años. Entre ambas podríamos ver el despegue de un nuevo observatorio solar múltiple, equivalente a las norteamericanas STEREO.
Todo esto sin olvidar el programa lunar Chang’e, que sigue adelante con el objetivo de llevar muestras lunares a La Tierra (quizás como paso previo a misiones tripuladas), la construcción de su nueva estación espacial, que debería empezar en 2016 con el lanzamiento de la Tiangong-2 y completarse en 2022, y toda una serie de misiones en la órbita baja, como el observatorio de rayos X HXMT y el rayos cósmicos DAMPE.
Como todos los planes a tan largo plazo muchas son las cosas que podrían cambiar o perderse por el camino, siempre dependiendo de factores externos, como es la situación económica del país o posibles giros imprevistos en la estrategia, algo que hasta ahora no parece haber sucedido, con una planificación seguida paso a paso, pero de lo que nunca puede estarse seguro. Lo que si parece claro a día de hoy es que China quiere, al igual que lo está haciendo con La Luna, dejar su huella más allá, en mundos como Marte, Venus y Júpiter. Si así ocurre y sus sondas se extienden por el espacio interplanetario el futuro se promete más que interesante.
Maqueta de la posible futura sonda china a Marte, que intentará curar las heridas que significó el fracaso de la Yinghuo-1.
La futura estación espacial, cuya construcción se iniciará en 2016 y debería terminar en 2022.
El radiotelescopio solar SPORT (Solar Polar Orbit Radio Telescope).
La Chang’e 5 y 6 deberán llevar muestras de material lunar a La Tierra.
Los planes chinos para estudiar el sistema solar
No hay comentarios:
Publicar un comentario