Los datos de las sondas GRAIL revelan el posible origen volcánico de la "cara de la Luna"
El rostro de nuestra compañera de viaje es una de las constantes que acompaña a la Humanidad desde sus primeros pasos, un patrón fijo de manchas oscuras sobre las que hemos proyectado desde la noche de los tiempos innumerables leyendas, alimentadas por la tendencia de nuestra mente a buscar siempre formas familiares en el caos, desde rostros sonrientes hasta conejos selenitas, pasando por las costas de un hipotético océano. Esta es la razón por el cual aún se les llame "mares", aunque en realidad sean enormes llanuras formadas por grandes masas de magma solidificado, que en algún momento en el pasado inundaron buena parte del Hemisferio visible, dotándola del aspecto que tiene hoy día, y sin lo cual se parecería a lo que existen en la cara oculta, un mar de cráteres casi sin solución de continuidad.
¿Pero cual es el origen de estos mares? Y más concretamente del (Océano de las Tormentas), el mayor de todos ellos al extenderse 2.500 Kilómetros de norte a sur y cubrir una superficie de más de un millón y medio de kilómetros cuadrados? Durante mucho tiempo la idea dominante es que era el resultado de la colisión de un gran asteroide, siendo por tanto la mayor cuenca de impacto existente en La Luna, pero ahora el estudio de los datos de las ya desaparecidas sondas GRAIL parecen dar ahora un giro completo a la situación y dar un origen más relacionado con antiguos procesos volcánicos.
Liderados por Maria Zuber, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), un equipo científico analizó en profundidad los datos gravitatorios obtenidos por estas sondas gemelas durante su misión, encontrando que los límites del Océano de las Tormentas no son circulares o redondeados, sino poligonales, presentando ángulos y aristas que no son explicables en el escenario del impacto de un asteroide. En su lugar habrían sido gigantescas grietas de tensión en la superficie, ahora enterradas y solo detectables por la alteración que producen en el campo lunar, las que dieron origen a un gran evento de origen volcánico, con inmensas corrientes de magma llenando las zonas más bajas, hasta crear lo que ahora llamamos mares, las grandes manchas oscuras de su rostro.
El estudio también observó una sorprendente similitud entre este patrón geológico rectangular en La Luna, y los que rodean a la región polar sur de Encelado. Ambos parecen estar relacionados con procesos volcánicos y tectónicos que operan en sus respectivos mundos.
"Nuestros datos de gravedad están abriendo un nuevo capítulo de la historia lunar, durante el cual la Luna era un lugar más dinámico de lo sugerido por el paisaje de cráteres que es visible a simple vista", explica Andrews-Hanna, del equipo GRAIL. "Se necesitar más trabajo para comprender la causa de este patrón recién descubierta de anomalías gravitatorias, y sus implicaciones para la historia de La Luna". Como es habitual en ciencia, la respuesta a una pregunta genera a su vez otras preguntas, y aunque estos descubrimientos ofrecen una importante pista de como pudieron formarse los mares lunares, queda por delante el cómo y el motivo por el cual se produjo algo así.
Una cosa si parece evidente, y es que La Luna tuvo una historia mucho más compleja de lo que inicialmente podríamos pensar, y el posible descubrimiento de estas fosas tectónicas, no observadas en ningún otro lugar de nuestro satélite y con evidentes parecidos a las que podemos encontrar en La Tierra, Venus y Marte, no hace más que reforzar esta idea. Lejos de ser un mundo tranquilo y en paz, solo afectado por ocasionales fuerzas exteriores, tuvo sus propias fuerzas internas, que moldearon, aunque solo fuera durante un periodo de tiempo geológico limitado, la superficie. La imagen de un rostro lunar cubierto por su fuego interior, la de una tormenta que lo enterró bajo un manto de magma, no puede estar más lejos de esta romántica idea.
A la izquierda, la Luna tal y como la vemos, en el centro, un
mapa topográfico, con las llanuras y zonas más bajas marcadas en
azul intenso y las tierras altas en color rojo, y a la derecha el mapa
de anomalías gravitatorias vistas por las GRAIL.
Mapa topografíco de La Luna donde se sobreponen las anomalías gavitatorias que bordean Procellarum.
El aspecto que podrian haber tenido estas fosas tecntónicas, puertas abiertas al magma interior.
Las GRAIL, que trabajaron en tandem orbitando La Luna una muy cerca de la otra y en constante comunicación, lo que permitía detectar cualquier cambio en la velocidad y la distancia entre ellas, señal de alteraciones en el campo gravitatorio lunar.
NASA Mission Points to Origin of 'Ocean of Storms' on Earth's Moon
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