Forma parte de la constelación más famosa y conocida del firmamento terrestre, Orión, y dentro de ella, delimitando su parte superior, destaca por hermoso su color rojizo. Sin duda, junto con la azulada Rigel, en el extremo inferior, es la joya de la corona del "cazador" y cualquiera que pueda observar el cielo estrellado con ella presente no podrá evitar dirigir su mirada hacia ella. Es una compañera de la Humanidad desde que esta empezó a mirar al firmamento, parece que este destinada a permanecer siempre ahí, pero en realidad es la imágen de una larga agonía que algún día, puede que mañana, puede que en 1.000 años o puede que en 10.000, terminará súbitamente con la explosión de una SuperNova.
Conocida como Betelgeuse, la 9ª estrella más brillante de la noche es una supergigante roja, un monstruo que se precipita ya hacia el final de su vida, consumida en apenas unos pocos millones de años debido a su propio tamaño, que la hizo arder con mayor intensidad y, con ello, agotar el Hidrógeno de su núcleo de forma acelerada. Su etapa estable quedá ya muy atrás en el tiempo y sus capas externas se han expandido tanto que, de estar situada en lugar del Sol abarcaría hasta la órbita de Saturno. Colosal pero, por eso mismo, muy tenue y con temperaturas de apenas 3.000 K, la mitad de la solar, lo que le dota de ese tono rojizo.
Betelgeuse es una estrella caótica, tanto que después de décadas de observación apenas tenemos una idea muy general de su masa real, que se mueve entre 10 y 20 veces la del Sol, aunque si podemos calcular una edad bastante precisa, entre 10 y 12 millones de años, muy pocos se lo comparamos con la del Sol pero mucho para este tipo de astros, que viven rápido y mueren de forma espectacular. Pulsando frenéticamente como un corazón a punto de detenerse parece haber expulsado gran cantidad de material en diversas oleadas, parte de el pequeñas partículas de polvo, cuya condensación y formación es posible, precisamente, por el estado de extrema dilatación y enfriamiento de sus capas externas, pero seguimos sin conocer exactamente como funcionan los mecanismos detrás de esta pérdida de masa, algo que es vital aprender si queremos saber con mayor exactitud cuando se producirá la explosión final.
El telescopio espacial Herschel, capaz de observar el Cosmos en el infrarrojo lejano, se adentró recientemente en el espacio que rodea Betelgeuse, revelando como los vientos de la estrella chocan con el medio interestelar circundante, creando una onda de choque a medida que la estrella se mueve por el espacio, la existencia de una serie de arcos rotos y polvorientos en la dirección del movimiento, que nos revela su turbulenta historia de pérdida de masa, y finalmente una capa más interna con una pronunciada estructura asimétrica, que podría tener su origen en eyecciones, en diferentes etapas temporales, de restos de polvo de glóbulos convectivos que se encuentran en las partes externas de la atmósfera de la estrella.
En resumen, un cuadro que podría permitir comprender mejor como, cuando y de que forma se producen estas expulsiones de material, clave en estas etapas finales de su vida.
Mas misteriosa resulta la fascinante estructura lineal que vemos a la izquierda, inicalmente vista como los restos de una eyección producida en una fase anterior de la evolución estelar pero ahora, a tenero de estas nuevas imágenes, se considera que posiblemente estamos ante algo independiente, quizás un filamento lineal ligado al campo magnético de la galaxia, o puede que el borde iluminado de una gran nube interestelar cercana que apenas podemos ver. Sea una cosa u otra, lo cierto es que Betelgeuse se dirige directamente a su encuentro a una velocidad de 30 Km/Segundo.
Se estima que arcos exteriores chocarán con esta estructura dentro de unos 5.000 años, y que la propia estrella lo hará 12.500 años más tarde. Eso, claro está, si su larga agonía no llega antes a su final y la que fue el rojo hombro derecho de Orión se convierta, durante varios meses, en un punto de luz tan intenso que quizás pueda rivalizar con el resplandor con la Luna llena y verse a pleno día, antes de apagarse y desaparecer para siempre en la oscuridad.
Su color se debe a su baja temperatura, que tiene su origen en lo extendido de sus capas externas, que llegarían hasta la órbita de Saturno de situarse en el centro del Sistema Solar.
Algún día, quizás mañana, quizas dentro de miles de años, Betelgeuse se convertirá en una SuperNova cuyo brillo podría ir desde el de la Luna creciente al de la Luna Llena. Si tendrá algún efecto medible en el medio ambiente terrestre aún no está claro.
Betelgeuse se prepara para una colision
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