El Sol es el motor de la vida en La Tierra, el que rige en última estancia su clima, ofrece la luz y el calor necesarios para que esta primera pueda existir, pero al mismo tiempo representa un peligro latente a causa de sus ciclos de actividad y los repentinos estallidos que en ocasiones surgen de su superficie visible y se extienden como una tormenta de radiación hasta más allá de Plutón. Es como un guardián de 2 caras, una amable y otra amenazante, debemos protegernos de el pero no podemos vivir sin el. Así es la relación que tenemos con nuestra estrella, y por ello estudiarla en profundidad, intentar desvelar los inumerables procesos que dictan su comportamiento, y ser capaces de adelantarnos a sus demostraciones de furia, es uno de los objetivos prioritarios de la astronomía moderna.
Como resultado existen un número sin precedentes de observatorios espaciales que centran su atención sobre el Sol, cada uno de ellos dirigiendo su mirada hacia unas frecuencias concretas del espectro, complementándose ya que cada uno puede ver cosas que los otros no, y viceversa. Una gran flota de exploradores solares que el pasado 29 de Marzo, y en una feliz casualidad, ya que al menos 3 de ellos solo estudian zonas concretas del Sol en cada momento siguiendo secuencia programadas de antemano, marcó un nuevo hito: Hasta 5 observatorios solares, 4 en órbita y 1 en superficie, registraron de forma simultanea una gran erupción solar, convirtiéndola en la mejor observada de la historia.
"Este es el conjunto de datos más completos jamás recopilados por el Sistema de Observación Heliofísica de la NASA", dijo Jonathan Cirtain, científico del proyecto Hinode. "Algunas de las naves espaciales observan la totalidad del Sol todo el tiempo, pero 3 de ellos se habían coordinado con antelación para centrarse en una región activa específica. Necesitamos por lo menos un día para programar el tiempo y objetivo de las observaciones, así que fue muy afortunado de que cogiéramos esta llamarada de clase X".
El gran protagonista de la historia fue IRIS, que pudo así registrar la primera llamarada solar de tal magnitud desde su lanzamiento, el pasado 28 de Junio de 2013, y al que se unieron SDO (Solar Dynamics Observatory) RHESSI (Reuven Ramaty High Energy Solar Spectroscopic Imager), Hinode y el observatorio terrestre Dunn Solar Telescope, en New México. En total 5 visiones, cada uno de ellas revelando diversas caras de esta fenómeno, y al que se añadieron observaciones adicionales por parte de otros observatorios y satélites, como el GOES, de la U.S. National Oceanic and Atmospheric Administrations.
Las observaciones coordinadas son cruciales para la comprensión de este tipo de erupciones y sus efectos sobre el clima espacial cercano a La Tierra, pero mientras la meteorología "terrestre" involucra a miles de sensores en todo el mundo, las observaciones solares todavía dependen de un puñado de telescopios. Sus instrumentos están diseñados para que cada uno muestre un aspecto diferente de una llamarada solar, a diferentes alturas respecto a la superficie del Sol y a diferentes temperaturas. Todas ellas pueden así pintar una imagen tridimensional de lo que ocurre durante un evento determinado.
Este tipo de investigación podrían en el futuro ayudar a los científicos a entender mejor cual es catalizador pone en marcha estas grandes explosiones, y algún día podríamos ser capaces de predecir su aparición y avisar a tiempo de los apagones de radio que pueden causar cerca de La Tierra e interferir en las comunicaciones globales. Cuanto más avancemos en este aspecto, especialmente viviendo como vivimos en una civilización totalmente dependiente de ellas, más podamos minimizar los efectos que estas tormentas pueden tener sobre nosotros y más podremos ver de nuevo al Sol como el "guardián amable" que fue durante buena parte de nuestra historia.
Un ejemplo de la cordinación entre observatorios para centrarse en un mismo objetivo: SDO en la parte izquierda, el cuadrado más oscuro son datos de IRIS, el de color rojo son las observaciones del Dunn Solar Telescope y las manchas de color violeta son las "huellas" de la llamarada registradas por RHESSI.
Empezando desde la parte superior: SDO, RHESSI, IRIS, Hinode y el Dunn Solar Telescope.
NASA Telescopes Coordinate Best-Ever Flare Observations
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