El pasado 6 de Diciembre fue uno de esos de esos días donde el esfuerzo técnico y económico que se debe afrontar por mantener y renovar toda una flota de observatorios destinados al estudio específico de nuestra estrella, el Sol, tiene su justa recompensa en forma de un espectáculo cósmico del que de otra forma habría pasado, a pesar de su espectacularidad, totalmente desapercibido.
Y es que un bucle de gas a altísimos temperaturas que se extiende 700.000 kilómetros por encima de la superficie solar, tan monstruoso como para tragarse miles de Tierras, es algo digno de verse, y que gracias al nuevo y flamanete Solar Dynamic Observatory ahora podemos contemplar en todo su esplendor...pero pesar de sus dimensiones, la luz visible que emite queda completamente ahogada por la que procede de la superficie del Sol haciéndolo invisible. Solo ola capacidad en el espectro ultravioleta que ofrece este observatorio, una vez filtrada la mayor parte del cegador brillo de la estrella, puede disfrutarse del espectaculo.
Uno que es inofensivo para nosotros. Lejos de las grandes figuraciones o erupciones que sacuden en ocasiones al Sol y que tienen grandes eyecciones de masa coronal asociadas, realmente peligrosas para La Tierra y nuestra delicada red eléctrica, este tipo de de eventos no implican amenaza alguna, incluso en el caso de una tan impresionante. Podemos asistir, pues, a esta manifestación de la furia de nuestra estrella sin preocupación alguna.
Visto desde nuestro punto de vista y a través de nuestra limitada visión el Sol parece un cuerpo inalterable, iluminándonos con un resplandor que no parece cambiar nunca...un espejismo que nos acompañó durante la mayor parte de nuestra historia y que finalmente el desarrollo de la tecnología, aplicada al campo de la observación astronómica, destruyó para siempre. La realidad, como suele ocurrir, siempre va más allá de lo que podamos imaginar.
El mismo Sol captado por el SDO, visto en luz visible...cualquier rastro de lo que vemos en la vídeo superior es aquí completamente invisible, pues la luz de la estrella enmascara totalmente la emitida por el vórtice, compuesto de gas bastante más tenue. Solo las manchas solares delatan que este esfera es algo más que una bola luminosa e imperturbable.
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