"Esta innovadora misión ha sido un desafío para todo el equipo: desde construir el primer gradiómetro para el espacio hasta mantener una órbita tan baja en constante caída libre, a hacer que la órbita bajara aún más. El resultado es fantástico. Hemos obtenido los mejores datos de gravedad de que disponen los científicos. Esto ya demuestra que ha valido el esfuerzo. Además, no dejan de emerger constantemente nuevos resultados científicos", explica Volker Liebig, Director de Programas de Observación de la Tierra de la ESA. Y posiblemente para cualquier vehículo espacial y aquellos que han trabajado este el el mayor reconocimiento que pueden recibir, el que todo el tiempo y esfuerzo invertidos en hacerla realidad finalmente valieron la pena.
GOCE (Gravity field and steady-state Ocean Circulation Explorer) se lanzó en 2009 con una misión de 2 años de duración, durante la cual debía cartografiar las variaciones en el campo gravitatorio terrestre con una precisión sin precedentes mediante su gradiómetro (un sensible instrumento que mide la gravedad en 3D y el primero en operar desde el espacio). Para ello se convirtió en el satélite con la órbita más baja que existe, apenas 255 Kilómetros, que posteriormente fue reducida incluso más, a solo 224 Kilómetros por encima de la superficie para lograr datos aún mas precisos, lo que implica que debía hacer frente a un rozamiento atmosférico superior.
Para evitar su rápida caída GOCE disponía de un impulsor iónico que constantemente realizaba las correcciones necesarias. Eso significa que su periodo de vida útil estaba limitado al tiempo que duraran los 40 kg de Xenón que utilizaba como combustible, y ese tiempo se agotó el pasado 21 de Octubre. Más de lo esperado, ya que la baja actividad solar (cuando esta es alta la atmósfera exterior tiende a expandirse) hizo que se utilizará mucho menos de lo previsto, permitiendo la ESA alargar la misión, con su final inicialmente marcado para Abril de 2011, hasta ahora.
Sin posibilidad de ganar altura nuevamente, GOCE se precipitará hacia la atmósfera en apenas un par de semanas, aunque la adquisición de datos y las operaciones de satélite proseguirán hasta que sus sistemas dejen de funcionar debido a las condiciones ambientales extremas a una altitud tan baja. En este momento el satélite será apagado.
Al no ser una reentrada controlada, sino que simplemente irá perdiendo altura gradualmente hasta que la fricción atmosférica, el lugar del planeta donde caerán sus restos es desconocido, aunque la zona se irá limitando a medida que se acerque la fecha de la reentrada. Por eso su caída está siendo monitorizado mediante una campaña internacional en la que está implicado el Comité Interagencias de Coordinación de Restos Espaciales (Inter-Agency Space Debris Coordination Committee), mientras la Oficina de Restos Espaciales de la ESA emitirá periódicamente predicciones sobre la reentrada.
Aunque GOCE se destruirá en poco tiempo, sus datos permanecerán para siempre, permitiendo a los científicos comprender muchos aspectos de nuestro planeta y levantar un modelo único del geoide, que se corresponde con la forma ideal de un océano global en reposo y que es esencial para medir con precisión la circulación oceánica y los cambios en el nivel del mar. Entre sus mayores logros encontramos haber proporcionado información de calidad y resolución sin precedentes sobre topografía dinámica y sobre la circulación oceánica, contribuyendo a una mejor comprensión de los océanos del planeta, el haber permitido levantar el primer mapa de alta resolución de la frontera entre la corteza terrestre y el manto, una zona llamada Moho, o convertirse en el primer sismómetro en órbita cuando detectó las ondas sonoras del gran terremoto de Japón.
Otros vendrán en el futuro, a medida que se vayan analizando en profundidad, y seguirán llegando mucho después de que, como un gran y brillante meteoro, GOCE deje se existir. Su legado, al igual que muchos otros exploradores espaciales, seguirá brillando mucho más allá de su final.
GOCE siguió una órbita extremadamente baja, haciendo frente a una mayor resistencia atmosférica que cualquier otro satélite. Solo el duro trabajo de su impulsor iónico le permitía compensarlo, por lo que el agotamiento marcó el final de su misión y el de su propia existencia.
El corazón de GOCE, un gradiómetro formado de 3 pares de acelerómetros ultrasensibles idénticos montados en 3 ejes servocontrolados, cada par separado por una distancia de 5 decímetros. Esto le permitió captar las variaciones del campo gravitatorio terrestre con una precisión sin precedentes.
La mision GOCE llega a su fin
No hay comentarios:
Publicar un comentario