La llegada de Rosetta a su objetivo tuvo notables sorpresas incluso antes de que se aproximara lo suficiente para comenzar a captar detalles de la superficie. Y es que nadie esperaba que esta tuviera una forma tan extraña, casi como su fuera un pato de goma interplanetario, lo que de inmediato generó debate en la comunidad científica. ¿Como podía explicarse algo así? Dos teorías se plantearon como las favoritas casi desde el principio. Una defendía que era producto de la erosión que sufre cada vez que pasa cerca del Sol, y que por alguna razón era más intensa en la zona que ahora formaba el "cuello", y la otra que estábamos ante el resultado de una colisión a baja velocidad entre dos antaño independientes, y que ahora forman un solo objeto, aunque conservando la suficiente individualidad como para ser claramente visibles. Una discusión que ahora parece haber terminado definitivamente con la segunda opción como la ganadora.
Fueron las imágenes de Rosetta tomadas entre el 6 agosto de 2014 y el 17 de marzo de 2015, que permitió estudiar los estratos que recubren todo el núcleo, los que han dado la razón a los defensores del cometa binario. 67P/Churyumov-Gerasimenko es un viajero que vale, literalmente, por dos.
"En estas imágenes se puede ver con claridad que los dos lóbulos están envueltos en varias capas de materia, y pensamos que esta estructura estratificada se extiende varios cientos de metros bajo su superficie", añade Matteo Massironi, científico asociado del equipo de la cámara OSIRIS. "Es una estructura similar a la de una cebolla, solo que en este caso tenemos dos cebollas de distinto tamaño que crecieron de forma independiente antes de quedar unidas". Para llegar a esta conclusión se identificaron más de 100 terrazas en las imágenes de la superficie del cometa, catalogando las capas de materia que habían quedado expuestas en las paredes de fosas y acantilados. Luego se preparó un modelo tridimensional del cometa para determinar las direcciones de las pendientes y visualizar cómo se extendían estos estratos en el subsuelo.
Esto permitió concluir con rapidez que estas estructuras presentaban una orientación coherente en cada uno de los lóbulos del cometa, y en algunos lugares los estratos se extendían hasta una profundidad de unos 650 metros. Esta fue la primera pista de que los dos lóbulos se habían formado de forma independiente, hipótesis que quedó reforzada cuando descubrimos que los estratos estaban inclinados en direcciones opuestas en la región del cuello", añade Matteo. "Para estar seguros, estudiamos la relación entre la dirección de la gravedad local y la orientación de los estratos a lo largo de toda la superficie".
En términos generales, los estratos deberían estar orientados de forma perpendicular a la gravedad local, por tenue que esta sea, y lo que se descubrió es que esta característica tiene sentido solo si partimos de un modelo binario
"Esto sugiere que las envolturas estratificadas que cubren la ‘cabeza’ y el ‘cuerpo’ del cometa se formaron de forma independiente, antes de que los dos cuerpos se uniesen. Tuvo que ser una colisión a baja velocidad para preservar unos estratos tan ordenados hasta la profundidad que indican nuestros datos"."Por otra parte, la sorprendente semejanza estructural entre los dos lóbulos sugiere que, a pesar de ser cuerpos independientes, se formaron a través de un proceso de acreción similar", añade Bjorn Davidsson,coautor del estudio. "Ya se había detectado una estratificación similar en otros cometas, sobrevolados en misiones anteriores, lo que sugiere que éstos también pasaron por un proceso de formación similar".
"Nos habíamos preguntado por qué el cometa tenía esta forma tan curiosa desde la primera vez que lo vimos. Ahora, gracias a este detallado estudio, podemos afirmar con seguridad que se trata de un cuerpo ‘binario de contacto’", explica Holger Sierks, investigador principal de OSIRIS. "Este resultado nos ayuda a conocerlo mejor, cómo se formó y cómo ha evolucionado", concluye Matt Taylor, científico del proyecto Rosetta, una sonda que puede ahora afirmar con orgullo que no visitó y exploró solo un cometa, sino dos, que un día, en un pasado lejano, unieron sus destinos en un abrazo que continúa hoy día.
Las múltiples capas de 67P/Churyumov-Gerasimenko, cuyo orientación apoya ahora de forma sólida que estamos ante dos antiguos cometas ahora fusionados como uno solo.
Desde el momento mismo que Rosetta pudo ver finalmente la forma de 67P/Churyumov-Gerasimenko, su extraña forma despertó todo tipo de especulaciones, sobretodo la sensación de que estábamos ante dos cuerpos fusionados. Los nuevos resultados demuestran lo acertado de esto último.
Por qué el cometa de Rosetta tiene forma de pato