martes, septiembre 29, 2020

Los navegantes del cielo

El viaje de entrada y salida de nuestra atmósfera por parte de un pequeño meteoroide.

La Tierra vive bajo una constante lluvia de materia interplanetaria, en una magnitud que se puede medir en cientos de toneladas anuales. La atmósfera, como un eficaz escudo, nos protege de la inmensa mayoría de estos restos del nacimiento del Sistema Solar, incinerándolos en forma de las llamadas estrellas fugaces para las partículas más pequeñas, meteoros en el caso de objetos mayores, y meteoritos en aquellos casos que, mucha veces ya fragmentados por la fricción atmosférica, alcanzan la superficie. Esos son los destinos a elegir entre todos los que afrontan un encuentro directo con nuestro planeta. Pero en ocasiones alguno de estos viajeros sobreviven de la forma más inesperada.

De los miles que nos alcanzan, un pequeño puñado de rocas espaciales son capaces de evitar su destino al alcanzar la Tierra con un ángulo y velocidad tal que literalmente "rebotan" en las capas altas de la atmosfera, como una piedra plana, lanzada con gran velocidad y con un ángulo muy cerrado, es capaz de rebotar en el agua en diversas ocasiones antes de hundirse en ella. Solo que es estos casos, estos viajeros regresan al espacio y siguen su camino.

El último ejemplo de estas navegantes de los cielos ocurrió este pasado 22 de Septiembre de 2020, sobre los cielos del norte de Alemania y los Países Bajos, cuando una roca de tamaño aún no determinado, sobrevoló la superficie terrestre a unos 31 kilómetros por segundo, llegando hasta solo 91 kilómetros de altura antes de "rebotar" y regresas al espacio de una pieza. Tras adentrarse entre un mar de llamas, sobrevivió para contarlo. Quizás algún día regrese, una segunda oportunidad que miles de otros nunca tuvieron.

domingo, septiembre 27, 2020

Soñando con anillos

¿Como sería unos hipotéticos anillos de la Tierra?

Son la seña de identidad de Saturno, brillantes y de una belleza que casi resulta hipnótica, y también existen en los otros mundos gigantes exteriores, aunque mucho más tenues y oscuros. No en los mundos terrestres, aunque técnicamente nada impide que hubieran existido en algún momento, especialmente en Marte y la Tierra, donde algunos estudios indican que podrían haber estado presentes en ciertos momentos de su historia, aunque de forma fugaz. 

Pero hagamos un ejercicio de imaginación. Como podrían ser una anillos de la Tierra viables? Cuales serían sus características? Y que efecto tendría sobre nuestro planeta? Como afectaría a nuestra visión del mundo y nuestra forma de interpretar la realidad? Vamos a ello.

1) Nada de hielo: Evidentemente, al estar tan cerca del Sol, debería ser de partículas o pequeñas rocas, ya que cualquier hielo se sublimaría al quedar expuesto a la luz solar. Aún así, esa misma cercanía haría que resultaran, pese a ello, muy brillantes. Solo hay que ver La Luna, que solo refleja en 12% de la luz, y lo deslumbrante que resulta en su fase llena. El concepto "noche" sería algo difuso para los habitantes de ciertas latitudes.

2) Más cerca que la Luna: Los límites de su extensión estaría limitado por diversos factores. Su limite interior no podría estar más cerca, según los cálculos realizados, de los 1.000 kilómetros, justo en el exterior de la termosfera, ya que cualquier partícula por debajo de eso terminaría siendo arrastrada por la fricción atmosférica.  Y su limite superior no podría ir más allá de 11.850 kilómetros, fuera del llamado Limite de Roche, donde las mareas gravitatorias impedirían que el material se uniera formando lunas.

3) Lunas pastoras: Difícilmente los anillos podrían sobrevivir sin la existencia de estas pequeñas lunitas, que en las de Saturno se encargan de mantener los bordes controlados y definidos, dando lugar a las formas tan precisas que conocemos. Los terrestres necesitarían algo parecido, que desde la superficie parecerían una procesión de brillantes perlas de luz. 

4) Sombra: Según la hora, estación y latitud del observador, este podría observar claramente la circular silueta oscura de la Tierra proyectada sobre el blanco lienzo. De la misma forma los anillos proyectarían su sombra sobre la superficie, que cambiaría dramáticamente según la estación y latitud, y en el equinoccio, por ejemplo, desde el ecuador se tendría una sobrecogedora imagen de los anillos "partiendo" por la mitad al Sol, y la mitad del mundo sumergido en la oscuridad.

5) Clima: La sombras de los anillos podrían llevar a Inviernos más fríos y severos, al bloquear parte de la luz solar. Por otro lado la luz reflejada daría una iluminación extra a amplias zonas del mundo, lo que también implicaría un clima muy diferente. No se tiene claro este punto, pero lo único cierto es que el parte meteorológico sería mucho más complejo.

6) Mitologías: Las religiones nacieron como una forma de dar sentido al mundo y a todos los elementos que nos rodeaban, desde el cielo y las nubes a los vientos, mares y volcanes, tormentas y terremotos, a las estrellas del cielo y la oscuridad de la noche. Y en un mundo con anillos, que lucirían espectaculares en el firmamento, es difícil imaginarlos sin tener un papel central en cualquier mitología. Seguramente nuestras creencias actuales no serian las mismas.

7) Guías: Durante milenios navegantes y exploradores, invasores y emigrantes, utilizaron el firmamento para guiarse y tener una idea de su posición en un mundo aún por explorar. Desde la posición del Sol a la de algunas estrellas. Pero los anillos implicarían un elemento diferente y mucho más poderoso, que lo haría todo más sencillo. Quizás una Tierra con anillos habría visto movimientos humanos más amplios y tempranos con estos como guías.

Es solo un ejercicio de imaginación, de lo que pudo ser pero no fue, o quizás de lo que si fue en tiempos pasados. Además, la presencia de nuestra gran Luna quizás limitaría el tiempo de supervivencia de estos hipotéticos anillos. Pero ser capaces imaginar y soñar con lugares que no existen es lo que nos hace ser lo que somos.

Soñando con Tierras que no fueron.

sábado, septiembre 26, 2020

BepiColombo camino a Venus

Un sobrevuelo "de paso" que adquiere ahora una importancia capital.

Recientemente Venus se convirtió en el centro de interés no solo de los astrónomos, sino del público en general. Y no es para menos, ya que el descubrimiento de fosfina en la atmósfera del planeta, un elemento principalmente asociado a la vida y del que no conocemos procesos no biológicos capaces de producirlo en cantidades tan significativas como las anunciadas por sus descubridores, convirtió de repente este mundo infernal en un inesperado candidato biológico. No se debe, sin embargo, dar nada por hecho. Las mediciones están al límite de la capacidad de detección, y la incertidumbre es grande.

En cualquier otra circunstancia eso implicaría años de discusión, puesto que no hay ninguna misión interplanetaria en desarrollo que tenga actualmente a este planeta en su punto de mira, al menos en un futuro reciente. Marte, como un potente imán, nos sigue atrayendo con mayor fuerza. Pero el destino parece haberse puesto de nuestro lado por una vez, ya que si existe una sonda en camino. No en camino a Venus, sino a Mercurio, pero que tiene previsto dos sobrevuelos del primer para ajustar su trayectoria para alcanzar el segundo. En todo este ruido mediático nos habíamos olvidado de la BepiColombo.

Será este 15 de Octubre cuando la misión europea-japonesa pase cerca de Venus, a unos 10.663 kilómetros de distancia. No debería haber sido más que un sobrevuelo técnico, donde se tomarían datos, pero más para poner a prueba sus instrumentos que para realizar una auténtica campaña de exploración. Pero ahora las cosas han cambiado, y esta visita adquiere una gran transcendencia. ¿Nos dará dar una respuesta a la presencia de fosfina? la clave podría estar en MERTIS (Mercury Radiometer and Thermal Infrared Spectrometer).

Diseñado para analizar la composición de la superficie de Mercurio, MERTIS podría ser capaz de detectar la fosfina atmosférica, si que es que esta existe realmente, eliminando cualquier duda, que siguen estando presente pese a todo. Estaríamos hablando de una detección en el mismo límite de su capacidad de detección, por lo que una negativa no sería definitiva. Es más, en Agosto de 2021se aproximará mucho más, apenas a 550 kilómetros por encima de su capa de nubes, por las que las opciones de detección serán incluso mejores. El 15 de Octubre marca la primera de las dos oportunidades que tenemos.

Pero si BepiColombo verifica que hay fosfina en la atmósfera de Venus se abrirían un abanico de posibilidades. No significaría automáticamente que existe un proceso biológico detrás de su presencia, pero si representaría la confirmación de que una reacción química que no podemos explicar fácilmente está ocurriendo en un lugar donde no debería ocurrir. Si la causa resulta ser el resultado de un proceso químico previamente desconocido, posiblemente único, sería interesante. Si resultara ser causado por algún tipo de vida, significaría que no estamos solos en el universo. Y lo aprenderíamos en el lugar más inesperado. Las posibilidades quizás son muy pequeñas realmente, pero que no sean cero es lo que lo hace tan emocionante.

MERTIS, la clave para intentar dar una respuesta al misterio venusiano, diseñado para estudiar Mercurio, pero que tendrá ahora una tremenda responsabilidad antes de tiempo.

En Abril de 2020 la BepiColombo sobrevoló nuestro planeta. No podía imaginar como cambiaría el escenario en pocos meses.

viernes, septiembre 25, 2020

Cuando los mundos se encuentran

La Tierra y Marte, rumbo a su máxima aproximación este próximo 6 de Octubre.

Nuestro mundo y el planeta rojo son como dos corredores siempre compitiendo uno con el otro, con la Tierra haciendo "trampa" y recorriendo un camino más corto y rápido que el marciano. Como resultado, poco a poco, le va ganando distancia, hasta el punto de atraparlo y dejarlo de nuevo atrás, en un ciclo que se repite cada 26 meses terrestres. Repetidos pero no idénticos, ya que sus respectivas órbitas no son perfectamente circulares y el momento del "sobrepaso" puede coincidir con momentos más alejados o cercanos. Por ejemplo, en 2003 ambos estuvieron más cerca que nunca en 50.000 años, lo que no se repetirá en un futuro cercano. Los carriles de ambos corredores planetarios, como vemos, están lejos de ser tan exactos como los que vemos en una competición atlética.

El 6 de Octubre de esta año tendrá lugar otro de estos encuentros, o dicho mejor, el momento en que la Tierra adelante a Marte. En ese momento ambos estará a solo 62 millones de kilómetros uno del otro, tan cerca que el planeta rojo hará honor a su nombre y resplandecerá con su brillo rojizo, solo superado por el Venus. Pocos días después, el 13 de Octubre, llegará su oposición, cuando lo veamos en fase llena, alcanzado su pico de luminosidad, el mayor hasta 2035.

Principios de Octubre serán, por tanto, días más que interesantes para mirar hacia el planeta rojo, incluso para aquellos no familiarizados con el mundillo de la astronomía, ya que verlo brillar en el cielo nocturno será un espectáculo de la naturaleza que está por encima de cuestiones científicas. Y la belleza es universal.

Al no tener órbitas completamente circulares con respecto al Sol los diversos encuentros entre Marte y la Tierra difieren entre ellos de forma notable. En 2003 se vivieron las mejores condiciones en 50.000 años, mientras que la de 2020 no será igualada hasta 2035.

¿Cuándo veremos a Marte en oposición en 2020?

miércoles, septiembre 23, 2020

Tienes un poco de Vesta en ti

Restos de ese asteroide en Bennu.

La historia de Vesta es el de un cuerpo cuya evolución lo aproximaba mucho a la de los planetas terrestres, con un interior lo suficientemente caliente como para provocar una diferenciación interna y señales de haber mantenido una pequeña etapa de actividad volcánica, lo que lo diferencia completamente del resto de asteroides dentro de los cuales se clasifica y lo aproxima a lo que se podría considerar un planeta, uno enano según la actual clasificación. Aunque seguramente se podrá considerar una especie de eslabón perdido entre unos y otros.

Hace unos mil millones de años, pero, el destino le hizo afrontar una catástrofe de proporciones inimaginables, un impacto con un enorme objeto que lo destrozó, creando un cráter de unos 400 kilómetros cuando Vesta apenas supera los 500, y que implicó la pérdida definitiva de una parte significativa de su masa, que dio lugar a los llamados Vestoides. No solo eso, sino que entre un 5-10% de todos los meteoritos que caen en la Tierra anualmente proceden de Vesta, lo que da una idea de la magnitud de lo ocurrido.

Y si caen en la Tierra, pueden caer en otros planetas...y quizás en otros asteroides. Y esto es lo que parece haber descubierto la sonda OSIRIS-Rex, una serie de seis rocas claramente más brillantes que su entorno, y cuya composición química, desvelada por el espectrógrafo de la sonda, muestra que son claramente diferentes del resto de Bennu y sospechosamente cercanas a los de los Vestoides. Descartado un origen "autóctono" de este tipo de material, todo apunta al impacto de uno de estos restos de Vesta sobre la superficie de Bennu.

Las observaciones recientes revelan que no es inusual que un asteroide tenga material de otro. Los ejemplos incluyen material oscuro visto por la sonda Dawn en la propia Vesta, una roca negra observada por la Hayabusa en Itokawa, y muy recientemente, material igualmente "alienígena" detectado por Hayabusa 2 en Ryugu. Lejos de permanecer aislados los asteroides parecen vivir en una eterna danza orbital que lleva a esta curiosa mezcla, ya que sus órbitas están sujetas a fuertes variaciones, causadas por interacciones con algún planeta, grandes impactos e incluso por la presión de la luz solar. Saberlo y ver sus consecuencias ayudará a trazar el complejo camino de Bennu y otros a través del Sistema Solar.

Desvelando los restos de Vesta en otro asteroide.

Vesta, la madre de la gran familia de los asteroides Vestoides, fruto de un gran impacto que dejó un cráter casi tan grande como la propia Vesta y significó la pérdida de una parte significativa de su masa. 

martes, septiembre 22, 2020

Tierra pi

Un mundo tan grande como el nuestro y con un periodo orbital peculiar.

Hoy día conocemos miles de nuevos planetas, y podemos estar seguro que solo son, a su vez, la puerta de entrada a poblaciones inmensas de nuevos mundos. Y si algo estamos aprendiendo con esa relativamente pequeña muestra es que, lejos de seguir un orden concreto, los podemos encontrar de todo tipo y condición, con cualquier órbita imaginable. El caos, más que el orden, parece el motor de nuestra galaxia.

K2-315b es "solo" otro de esos exoplanetas que se están descubriendo a un ritmo desbocado, en este caso extraído de los datos enviados por el telescopio espacial Kepler en 2017, que pese al tiempo pasado siguen ofreciendo hallazgos notables. En este caso es un planeta que parece tener prácticamente el mismo tamaño que la Tierra (0.95 el radio terrestre), y que orbita una estrella de pequeña masa, apenas una quinta parte de la del Sol. Pero si en algo es destacable es en la duración de su año, que equivale a 3.14 días terrestres. Lo que nosotros conocemos como número pi.

No deja de ser una curiosidad estadística, pero que muestra que poco menos podemos esperar encontrar cualquier cosa cuando se trata de otros mundos. Y que también indica lo cerca que se mueve de su pequeño sol. Eso reduce mucho sus opciones de tener condiciones habitables, ya que no solo debe tener su rotación atrapada por la gravedad estelar, mostrando siempre la misma cara a la estrella (como La Luna muestra siempre la misma cara a la Tierra) sino que las temperaturas diurnas se calcula en 176 Cº, mientras que las nocturnas deben ser extremamente gélidas 

Tierra pi, como la podríamos llamar, no parece el mejor lugar para buscar vida. Pero si Venus es un candidato a tenerla, quien puede descartarlo por completo?

Una posible apariencia de K2-315b, generada a partir de su masa, su aparente tamaño y la cercanía a su estrella.

domingo, septiembre 20, 2020

La enana que cazaba gigantes

Descubierto el primer planeta intacto cerca de una enana blanca.

Conocemos más o menos cual es el destino del Sol, tanto por lo que sabemos del funcionamiento interno de una estrella como porque a nuestro alrededor existen ejemplos de astros parecidos al nuestro que están en una etapa más tardía de su ciclo vital. Reduciéndolo de forma extrema, ya que el proceso es mucho más complejo, entrará en una etapa inestable una vez se vaya agotando el hidrógeno de su núcleo y comience a quemar elementos más pesados y menos eficientes, expandiéndose en forma de una gigante rojo, decenas de veces mayor que su diámetro actual, hasta quizás alcanzar la órbita terrestre. Finalmente el núcleo colapsa y las capas externas serán expulsadas al espacio profundo debido a un efecto rebote, formando lo que conocemos como nebulosas planetarias.

Cuando todo termine solo permanecerá lo que antaño fue su núcleo, con compacto objeto no mayor que nuestro planeta conocido como enana blanca, sostenido por la presión de los electrones degenerados, que impedirán su colapso total, y destinado a brillar por su alta durante un periodo inconmensurable de tiempo, cientos de miles de millones de años, mucho más que la vida estimada del Universo. Al final del camino es convertirse en una enana negra, una vez se haya enfriado y cristalizado por completo, aunque ese es un estado teórico que nunca ninguna ha alcanzado todavía.

Los planetas terrestres parecen destinados a desaparecer, incinerados por el Sol convertida en gigante, mientras que el de los grandes mundos exteriores es más incierto. Lo único evidente es que no quedará nada en su vecindad. O quizás si?

WD 1856 b es un exoplaneta gigante que gira alrededor de lo que antaño fue una estrella, una enana blanca de apenas 18.000 kilómetros de diámetro, apenas un 40% más que la Tierra, y lo hace tan cerca que solo tarda 34 horas en completar una órbita a una velocidad 60 veces superior a la de Mercurio. La visión es extraña, ya que sería como ver a Júpiter dando vueltas alrededor de la Tierra, pero así de intensa en la gravedad de estos objetos, capaz de "doblegar" a su voluntad cuerpos mucho mayores.

Lo sorprendente de WD 1856 b no es tanto esa curiosa relación de tamaños, como la corta distancia, desplazándose en una zona donde no debería quedar nada de este antiguo sistema planetario, así como sobreviva sin ser destrozado por sus mareas gravitatorias."De alguna manera se acercó mucho a su enana blanca y logró permanecer en una sola pieza", explica Andrew Vanderburg, profesor de astronomía en la Universidad de Wisconsin-Madison."El proceso de creación de la enana blanca destruye los planetas cercanos y todo lo que más tarde se acerca demasiado suele ser destrozado por su inmensa gravedad. Todavía tenemos muchas preguntas sobre cómo WD 1856 b llegó a su ubicación actual sin encontrarse con uno de esos destinos".

El escenario que manejan actualmente los astrónomos es que este gigante se movía mucho más lejos, y que las mareas gravitacionales de la enana blanca, junto con la instabilidad creada por otros planetas de tamaño parecido que hubieran existido cerca de su órbita original lo habrían lanzado hacia el interior, disipando su energía desde una órbita elíptica a otra circular. Pero de momento no deja de ser una hipótesis que debe ser estudiada. Por ahora solo queda el misterio del planeta que aparentemente sobrevivió a lo imposible.

El gigante que baila alrededor de una enana.

TESS fue, junto a los datos del desaparecido Spitzer, el responsable de este hallazgo.

El ciclo de vida estelar. La inmensa mayoría de las estrellas, incluida la nuestra, llegaran al estado de enana blanca.

sábado, septiembre 19, 2020

Los corazones de Encélado

Revelando el activo pasado de esta diminuta luna.

Cuando la misión Cassini llegó a su final dejó para la posteridad una cantidad increíble de descubrimientos, entre ellos quizás dos de los mundos más extraordinarios del Sistema Solar, la enorme Titán y la diminuta Encélado, que se revelaron, cada una a su manera, como lugares de un inmenso potencial biológico. Especialmente esta segunda, al que las mareas gravitatorias de Saturno y de las otras lunas hacen que su interior se mantenga permanentemente cálido, cuando por su pequeño tamaño debería haber provocado hace tiempo su total congelamiento. En su interior parece existir un océano de agua líquida global, con condiciones que son las más acogedoras conocidas para la vida fuera de la Tierra.

Nada ejemplifica mejor su extraordinaria naturaleza que las llamadas "rayas de tigre", fracturas en su polo sur por donde surgen sus famosos geiser, plumas de agua helada que Encélado expulsa al espacio. Buena parte del resto de la superficie parece más antigua, llena de cráteres, lo que indicaría que la actividad se centra en el hemisferio sur de forma permanente. O eso parecía hasta que nuevo análisis de los datos del espectrógrafo infrarrojo de la Cassini (VIMS) han revelado una historia diferente.

Y es que en ellos se revela que, al igual que en el hemisferio sur, donde son más claramente evidentes, en el hemisferio norte también se han descubierto esas mismas características en infrarrojo que denotan actividad, además de mostrar áreas de hielo relativamente fresco, que fue expulsando al exterior en tiempos recientes a escala geológica, lo que puede indicar que ahí se manifestaron géiser como los que ahora deslumbran en el sur, o por un movimiento más gradual del hielo a través de fracturas en la corteza, desde el océano hasta la superficie. 

"El espectro infrarrojo nos muestra que la superficie del polo sur es joven, lo cual no es una sorpresa porque conocemos los chorros que arrojan material helado", explica Gabriel Tobie, científico del VIMS."Ahora, gracias a estos ojos infrarrojos, podemos retroceder en el tiempo y decir que una gran región del hemisferio norte parece también joven y probablemente estuvo activa no hace mucho tiempo, en líneas de tiempo geológicas". Eso indica que esta luna, de apenas 500 kilómetros, es tremendamente dinámica y cambiante. Una nueva página más en este largo historia de maravillas.

Visión en infrarrojo de Encélado, con las zonas en rojo como las más jóvenes. Destacan de forma espectacular las "rayas de tigre", donde se concentra actualmente toda la actividad externa de esta luna, pero en el resto de la superficie hay indicios de pasada actividad.

Encélado mantiene en su interior, como señalan todos los indicios, recabados por Cassini a lo largo de decenas de sobrevuelos, un océano de agua global, que emerge al exterior a través de las "rayas del tigre", y que permitió a la sonda tomar datos directos de su composición, y que señalan un ambiente acogedor para la vida.

viernes, septiembre 18, 2020

Un reino más allá de Venus

Descubierto el primer asteroide que se mueve permanentemente dentro de la órbita de Venus.

La población conocida de asteroides del Sistema Solar es inmensa, alrededor de un millón, casi todos más lejos del Sol que la Tierra, con una parte cuyas órbitas les llevan a aproximarse a nuestro planeta y en algunos casos cruzar nuestra órbita puntualmente, los llamados NEOs. Una pequeña fracción de este total se mueve permanentemente por dentro de la órbita terrestre, entre la Tierra y Venus. Y, según los modelos existentes, tendría que existir una población aún más diminuta que lo hace aún más cerca del Sol, viviendo siempre por dentro de la órbita venusiana. Se les asigna incluso un nombre, los Vatiras, aunque no dejaban de ser cuerpos teóricos. Hasta ahora.

Bajo la dominación técnica 2020 AV2 se esconde un recientemente pequeño asteroide de unos 2 kilómetros de diámetro que vive completamente por dentro del órbita de Venus, siendo así el primero conocido y el más cercano al Sol del que tenemos constancia, tan cerca que su punto de máximo alejamiento del astro rey es de 0,64 Unidades Astronómicas. No es algo inesperado, pues ya se había teorizado la existencia de una población más allá de Venus, pero si lo es su tamaño, ya que los actuales modelos no predecían asteroides tan grandes.

Esto indica que podría ser algo excepcional, quizás uno llegado del Cinturón entre la Tierra y Marte, o incluso desde dentro de la órbita de Mercurio, donde también se teoriza que existe otra población aún desconocida. Pero otra opción, quizás la más probable, es que 2020 AV2 sea solo el primer representante de los Vatiras descubierto, y que le seguirán otros, como ocurrió con los cuerpos que pueblan el Cinturón de Kuiper, donde una vez "caído" el primero rápidamente le siguieron otros. El tiempo dirá.

Si es el caso deberemos rescribir, una vez más, lo que creemos saber de nuestro hogar planetario. Algo que cada vez debemos hacer con mayor asiduidad, y que lejos de ser algo negativo, muestra hasta que punto estamos avanzando hacia nuevos horizontes.

La órbita de 2020 AV2, en amarillo, situada enteramente entre las de Venus y Mercurio.

El movimiento del primer Vatiras conocido en el cielo terrestre.

El espectro de 2020 AV2 parece coincidir con un asteroide de tipo S, con abundancia de Silicio. Esto es parecido a lo que vemos en la población interna del Cinturón de Asteroides entre Marte y Júpiter, lo que podría indicar su origen.

Astronomers Have Discovered a 2-km Asteroid Orbiting Closer to the Sun than Venus

jueves, septiembre 17, 2020

Más allá del final

Establecido el futuro nuevo objetivo de la Hayabusa 2.

El 13 de Junio de 2010 la sonda japonesa Hayabusa llegaba a su espectacular final, incinerándose en la atmósfera no sin antes lanzar una cápsula con las muestras recogidas del asteroide Itokawa para su posterior recuperación. Fue el triunfante final de una misión llena de problemas, que pareció perdida en más de una ocasión, pero que la tenacidad de su equipo humana le permitió ir superando barreras aparentemente insuperables. Su mayor éxito fue ser capaz de regresar y tener un luminoso final.

La Hayabusa 2 nació como heredera, aplicando en ella todas las lecciones aprendidas de su predecesora, ampliando sus capacidades y llegando más allá y mejor, en este caso para explorar el asteroide Ruygu. Y hasta ahora así esta siendo, encontrándose ahora mismo en camino de regreso a la Tierra en un viaje que, en comparación a la de la primera Hayabusa, está siendo placido y sin problemas. Lo que esta última sufrió allanó el camino para su descendiente. Sus destinos compartidos lo hicieron posible.

El próximo 6 de Diciembre llegará el momento en que lance su cápsula hacia la Tierra, apuntando hacia Australia, y más concretamente en la conocida como el área prohibida de Woomera, el mismo lugar en que lo hizo la de la primera Hayabusa. Y será también el momento en que sus respectivos caminos se separen. Si esta última se precipitó y incineró en la atmósfera, ya que igualmente su estado precario hacia inviable seguir adelante con ella, la Hayabusa 2 tiene un futuro más allá, puesto que modificará su trayectoria para esquivar a nuestro planeta y regresar al espacio profundo.

Se sabía que la JAXA tenía en mente enviarla a una nueva misión. Y ahora ya conocemos su destino, el pequeño asteroide 1998KY26, situado entre las órbitas de la Tierra y Marte y al que llegarán el 2031. De apenas 30 metros de diámetro, pero que con una composición similar a la de Ruygu permitirá tener dos conjuntos de datos que dos cuerpos diferente, que se podrán comparar entre ellos, llevando quizás a nuevos descubrimientos. La historia del segundo halcón peregrino (hayabusa en japonés) aún está lejos de terminar. A diferencia de su desaparecido antepasado, seguirá batiendo sus alas a través del Sistema Solar durante muchos años más.

Así será la llegada y partida de la Hayabusa 2 en su regreso a la Tierra.

1998KY26, situado entre Marte y la Tierra, y futuro objetivo de la Hayabusa 2.

El final de la primera Hayabusa. La 2 tendrá un destino muy diferente.

miércoles, septiembre 16, 2020

Un viaje con optimismo

El gemelo de Perseverance se prepara para la acción.

En los éxitos de Spirit y Opportunity tiene un peso nada despreciable la presencia de sus equivalentes terrestres, modelos idénticos con los cuales su equipo humano podría reproducir su situación con respecto al terreno que recorrían. Con ellos se simulaban situaciones comprometidas, y cuyas soluciones para superarlas se aplicaban a los rovers de la Tierra para ver su reacción antes de enviar las ordenes para que los de Marte hicieran los mismos movimientos. Y ciertamente funcionaron, permitiendo superar momentos críticos. Incluso Spirit, que terminó su vida atrapado en una zona arenosa, podría haber salido de ella gracias a este sistema,  de no ser porque se le terminó el tiempo, y con la llegada del Invierno se precipito al olvido.

Curiosity cuanta igualmente con su hermano terrestre, llamado MAGGIE, y con el cual se ponen a prueba todo tipo de maniobras y actividades antes de enviar las pertinentes órdenes hacia el planeta rojo. Y Perseverance, actualmente de camino, no es una excepción. El nombre de su "otro yo" es OPTIMISM (Operational Perseverance Twin for Integration of Mechanisms and Instruments Sent to Mars), y ya se esta preparando para su crítica tarea de ser el nexo de unión entre ambos mundos.

Como buen gemelo, OPTIMISM es casi idéntico a su hermano. Tiene el mismo tamaño, el mismo sistema de movilidad y velocidad máxima, con la misma "cabeza" distintiva. Después de una segunda fase de construcción, a principio del año, tendrá el mismo conjunto de instrumentos científicos, cámaras y "cerebros" informáticos que Perseverance, además de su sistema único para recolectar muestras de roca y suelo. Pero dado que OPTIMISM vive en  la Tierra, en las instalaciones del JPL, no está equipado con el mismo sistema de generación de energía, que en su caso llega desde un cordón umbilical, que también proporciona una conexión Ethernet, lo que permite al equipo de la misión enviar comandos y recibir datos de ingeniería.

En unos meses, más exactamente el 18 de Febrero de 2021, ambos afrontarán su destino. Uno intentando sobrevivir a su viaje a través de la atmósfera marciana para lograr un aterrizaje suave, el otro esperando que su existencia tenga sentido. Y lo afrontaremos, haciendo honor a su nombre, con optimismo.

El viaje de OPTIMISM hacia su nuevo hogar.

martes, septiembre 15, 2020

Lluvia de piedra

Revelado el ciclo regular en las erupciones de Bennu.

En Enero de 2019 la OSIRIS-Rex reveló que el asteroide que estaba explorando era aún más extraordinario de lo que parecía inicialmente. Todo empezó con una observación del "horizonte", detrás del cual aparecía el fondo de estrellas. Sin embargo algo raro se veía en ellas, una aparente concentración estelar que no se correspondía a ninguna agrupación conocida, 200 puntos de luz donde solo deberían verse unos 10, y que pronto fue identificada cono una erupción pequeñas partículas que se elevaban desde la superficie. La primera de muchas, ya que desde entonces las cámaras de la sonda han captado más de 300 eventos de esta clase.

Bennu se revelaban como un asteroide activo, algo que parecía reservado a los cometas, mostrándose por tanto como un mundo que pese a su diminuto tamaño, era un lugar dinámico y cambiante, con una lluvia de pequeñas partículas, con un tamaño máximo de unos 6 centímetro, que llueve sobre la superficie a cámara superlenta. Y lo hace mediante ciclos que parecen seguir un patrón ciertamente regular, siempre durante el atardecer. Eso refuerza que una de las fuentes de esta actividad es la fractura térmica de las rocas superficiales, que se ven sometidas a rápidos ciclos (4.3 horas que dura la rotación del asteroide) de calentamiento y enfriamiento, lo que al final provoca que algunas se partan, lanzando fragmentos que, por la ínfima gravedad, se alejan durante horas antes de caer, entrando incluso en órbitas suborbitales antes de descender de nuevo. Así de tenue es el lazo que mantiene unido este cuerpo.

Un proceso cíclico al que posiblemente se añade el impacto de pequeños meteoritos, que igualmente producen erupciones de partículas notables. La suma de ambos factores explica la actividad del asteroide, que pese a ello apenas pierde masa, ya que las partículas son muy pequeñas y la inmensa mayoría terminan regresando "a casa". Un descubrimiento más que interesante para entender su naturaleza, además de revelar un potencial peligro a la hora de realizar las operaciones de tomas de muestras, que la sonda deberán tener en cuenta. Una superficie cubierta de rocas y una lluvia de partículas son el exigente escenario al que se enfrentará en unas semanas.

La erupción del 19 de Enero de 2019, la primera captada por la OSIRIS-Rex y que reveló la extraordinaria actividad que experimenta este pequeño mundo.

lunes, septiembre 14, 2020

Vida sobre el infierno

¿Señales de actividad biológica en Venus?

La búsqueda de vida fuera de la Tierra es la meta definitiva de la astronomía en general y la exploración espacial en particular. Esta se extienden en muchos campos, pero al final nuestro esfuerzo siempre busca responder la misma pregunta: Estamos solos en el Universo? Somos una excepción o, por el contrario, la vida existe de forma amplia a lo largo y ancho del Cosmos? La lógica de su misma inmensidad, así como la detección por todos lados de los "ladrillos" que la forman, al menos tal y como la conocemos, nos lleva a pensar que la respuesta es positiva. Pero una cosa es pensarlo y otra es confirmarlo, y esto último aún no ha llegado.

Nuestro campo de investigación, como es lógico, abarca solo el Sistema Solar, ya que seguimos siendo una civilización limitada a una estrella. Grandes telescopios pueden buscar señales químicas de origen biológico en otros sistemas planetarios, pero de momento solo en en los planetas de nuestro sistema donde podemos realizar una búsqueda más avanzada. Las misiones a Marte son un ejemplo de ello, así como las misiones a las lunas exteriores, como Europa o Titán.

Pero la búsqueda de sus huellas nos puede llevar a los lugares más insospechados. Venus, un mundo infernal con temperaturas que rondan los 470º, no parece el más adecuado donde buscarla, pero paradójicamente, esa ahora donde nos lleva está búsqueda trascendental. Y es que, si bien nadie puede esperar que la vida exista en su ardiente superficie, su atmósfera en otra historia. Es tremendamente ácida, pero en ciertas alturas tanto la temperatura como la presión son muy parecidas a las que disfrutamos en nuestro mundo.

Todo esto gira alrededor del descubrimiento y confirmación, por parte de ALMA, de la presencia de fosfina en las nubes de Venus, un gas que en la Tierra solo se fabrica de forma industrial o por microbios que prosperan en ambientes libres de oxígeno. La cantidad es muy pequeña,
una veintena de moléculas por cada mil millones, pero sigue siendo muy superior, según sus descubridores, a la que se podría producir por sistemas no biológicos conocidos, que solo añadirían una diezmilésima parte de lo ahora detectado. Ciertamente es intrigante, ya que se sabe que las bacterias terrestres producen fosfina, tomando fosfato de minerales o de material biológico, añadiendo hidrógeno y, en última instancia, expulsan dicho elemento. Nada de esto sirve para afirmar que existe vida, pero ciertamente no se puede descartar esa posibilidad.

Existe un gran "pero", y es que si bien las nubes altas de Venus acogen temperaturas bastante agradables, son tremendamente ácidas, con una proporción de 90% de ácido sulfúrico, muy por encima del 5% máximo que soportan las terrestres. Eso hace difícil imaginar como podría cualquier forma de vida podría sobrevivir en ese ambiente, aunque nunca debemos descartarlo por completo, ya que las bacterias siempre demostraron una capacidad increíble para adaptarse a los lugares más hostiles. Tal como explica Leonardo Testi, astrónomo de la ESO y Director de Operaciones Europeas de ALMA, "la producción no biológica de fosfina en Venus está excluida por nuestra comprensión actual de la química de la fosfina en las atmósferas de los planetas rocosos. Confirmar la existencia de vida en su atmósfera sería un gran avance para la astrobiología; por lo tanto, es esencial dar continuidad a este emocionante resultado con estudios teóricos y observacionales con el fin de excluir la posibilidad de que la fosfina en planetas rocosos también pueda tener un origen químico diferente al de la Tierra".

¿Podría ser el planeta más hostil a la vida del Sistema Solar precisamente el primer lugar donde la encontremos? Sería una curiosa ironía del destino.

¿Huellas de vida en Venus?