El 13 de Junio de 2010 la sonda japonesa Hayabusa llegaba a su espectacular final, incinerándose en la atmósfera no sin antes lanzar una cápsula con las muestras recogidas del asteroide Itokawa para su posterior recuperación. Fue el triunfante final de una misión llena de problemas, que pareció perdida en más de una ocasión, pero que la tenacidad de su equipo humana le permitió ir superando barreras aparentemente insuperables. Su mayor éxito fue ser capaz de regresar y tener un luminoso final.
La Hayabusa 2 nació como heredera, aplicando en ella todas las lecciones aprendidas de su predecesora, ampliando sus capacidades y llegando más allá y mejor, en este caso para explorar el asteroide Ruygu. Y hasta ahora así esta siendo, encontrándose ahora mismo en camino de regreso a la Tierra en un viaje que, en comparación a la de la primera Hayabusa, está siendo placido y sin problemas. Lo que esta última sufrió allanó el camino para su descendiente. Sus destinos compartidos lo hicieron posible.
El próximo 6 de Diciembre llegará el momento en que lance su cápsula hacia la Tierra, apuntando hacia Australia, y más concretamente en la conocida como el área prohibida de Woomera, el mismo lugar en que lo hizo la de la primera Hayabusa. Y será también el momento en que sus respectivos caminos se separen. Si esta última se precipitó y incineró en la atmósfera, ya que igualmente su estado precario hacia inviable seguir adelante con ella, la Hayabusa 2 tiene un futuro más allá, puesto que modificará su trayectoria para esquivar a nuestro planeta y regresar al espacio profundo.
Se sabía que la JAXA tenía en mente enviarla a una nueva misión. Y ahora ya conocemos su destino, el pequeño asteroide 1998KY26, situado entre las órbitas de la Tierra y Marte y al que llegarán el 2031. De apenas 30 metros de diámetro, pero que con una composición similar a la de Ruygu permitirá tener dos conjuntos de datos que dos cuerpos diferente, que se podrán comparar entre ellos, llevando quizás a nuevos descubrimientos. La historia del segundo halcón peregrino (hayabusa en japonés) aún está lejos de terminar. A diferencia de su desaparecido antepasado, seguirá batiendo sus alas a través del Sistema Solar durante muchos años más.
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