Conocemos más o menos cual es el destino del Sol, tanto por lo que sabemos del funcionamiento interno de una estrella como porque a nuestro alrededor existen ejemplos de astros parecidos al nuestro que están en una etapa más tardía de su ciclo vital. Reduciéndolo de forma extrema, ya que el proceso es mucho más complejo, entrará en una etapa inestable una vez se vaya agotando el hidrógeno de su núcleo y comience a quemar elementos más pesados y menos eficientes, expandiéndose en forma de una gigante rojo, decenas de veces mayor que su diámetro actual, hasta quizás alcanzar la órbita terrestre. Finalmente el núcleo colapsa y las capas externas serán expulsadas al espacio profundo debido a un efecto rebote, formando lo que conocemos como nebulosas planetarias.
Cuando todo termine solo permanecerá lo que antaño fue su núcleo, con compacto objeto no mayor que nuestro planeta conocido como enana blanca, sostenido por la presión de los electrones degenerados, que impedirán su colapso total, y destinado a brillar por su alta durante un periodo inconmensurable de tiempo, cientos de miles de millones de años, mucho más que la vida estimada del Universo. Al final del camino es convertirse en una enana negra, una vez se haya enfriado y cristalizado por completo, aunque ese es un estado teórico que nunca ninguna ha alcanzado todavía.
Los planetas terrestres parecen destinados a desaparecer, incinerados por el Sol convertida en gigante, mientras que el de los grandes mundos exteriores es más incierto. Lo único evidente es que no quedará nada en su vecindad. O quizás si?
WD 1856 b es un exoplaneta gigante que gira alrededor de lo que antaño fue una estrella, una enana blanca de apenas 18.000 kilómetros de diámetro, apenas un 40% más que la Tierra, y lo hace tan cerca que solo tarda 34 horas en completar una órbita a una velocidad 60 veces superior a la de Mercurio. La visión es extraña, ya que sería como ver a Júpiter dando vueltas alrededor de la Tierra, pero así de intensa en la gravedad de estos objetos, capaz de "doblegar" a su voluntad cuerpos mucho mayores.
Lo sorprendente de WD 1856 b no es tanto esa curiosa relación de tamaños, como la corta distancia, desplazándose en una zona donde no debería quedar nada de este antiguo sistema planetario, así como sobreviva sin ser destrozado por sus mareas gravitatorias."De alguna manera se acercó mucho a su enana blanca y logró permanecer en una sola pieza", explica Andrew Vanderburg, profesor de astronomía en la Universidad de Wisconsin-Madison."El proceso de creación de la enana blanca destruye los planetas cercanos y todo lo que más tarde se acerca demasiado suele ser destrozado por su inmensa gravedad. Todavía tenemos muchas preguntas sobre cómo WD 1856 b llegó a su ubicación actual sin encontrarse con uno de esos destinos".
El escenario que manejan actualmente los astrónomos es que este gigante se movía mucho más lejos, y que las mareas gravitacionales de la enana blanca, junto con la instabilidad creada por otros planetas de tamaño parecido que hubieran existido cerca de su órbita original lo habrían lanzado hacia el interior, disipando su energía desde una órbita elíptica a otra circular. Pero de momento no deja de ser una hipótesis que debe ser estudiada. Por ahora solo queda el misterio del planeta que aparentemente sobrevivió a lo imposible.
El gigante que baila alrededor de una enana.
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