Primera evidencia visual de la existencia de enormes tubos de plasma en la Ionosfera. Es nuestro mundo, nuestro hogar, el lugar que habitamos desde el amanecer de la Humanidad, y pese a ello estamos lejos de conocerlo de verdad. Ya no solo el famoso tema de los fondos oceánicos, que hemos explorado menos que la superficie de otros planetas, sino incluso lo que se extiende sobre nuestras cabezas, la atmósfera y la cobertura magnética que nos protege de lo peor que el Sol lanza hacia nosotros. Por eso se siguen lanzado tantos satélites científicos cuya mirada no se dirige hacia el espacio exterior, sino que miran hacia abajo, hacia la superficie. La Tierra sigue siendo un conjunto de enigmas en muchos aspectos. Uno de ellos eran la sospecha, desde hacia 60 años, de la existencia de gigantescos canales de plasma que recorrían la ionosfera, una sospecha que ahora se torna en una realidad gracias al trabajo realizado por un equipo liderado por Cleo Loi, del ARC Centre of Excellence for All-sky Astrophysics (CAASTRO), y que logró por primera vez visualizar dichas estructuras."Medimos su posición a unos 600 km sobre el suelo, en la ionosfera superior, y parecen continuar hacia arriba en la plasmasfera. Esto es alrededor de donde termina la atmósfera neutral, y estamos en transición hacia el plasma del espacio exterior", explica Loi. Aunque invisibles a simple vista, las antenas del Murchison Widefield Array (MWA), un radiotelescopio situado en el desierto de Australia, permitieron detectar su existencia, su forma y su extensión, y a partir de aquí integrarlos en un modelo tridimensional que permitirá estudiarlos en profundidad. Un hallazgo importante, no solo porque representa un paso más para conocer nuestro mundo, sino bajo un aspecto mucho más práctico, ya que como explica Loi,"provocan distorsiones de señal no deseadas que, como ejemplo, pueden afectar a nuestros sistemas de navegación basados en satélites civiles y militares. Por eso tenemos que entenderlos". Ciertamente nuestro mundo está aún lleno de misterios y cosas por descubrir.
Visualizando por los tubos de plasma.
El radiotelescopio Murchison Widefield Array (MWA), responsable de estos hallazgos.
El lanzamiento del James Webb, aplazado hasta 2020. Habrá un día, quizás en un par de años si tenemos suerte, en que la historia de este telescopio espacial y la increíble, a la par de terrible, odisea de obstáculos que tuvo que superar, así como las "victimas" que dejó por el camino, sea motivo para sacar una sonrisa de incredulidad y preguntarse como pudo superarlo y convertirse en una realidad. Esperemos que así sea, y que sus increíbles imágenes demuestren que todo ello valió la pena, pero hoy día, a 2018, es la crónica de un sueño que no deja de rozar la pesadilla. Un par de años porqué esa es la nueva fecha para su lanzamiento, mayo de 2020, después de sufrir un nuevo retraso desde la que estaba actualmente marcada, y que a su vez venía de una suspensión anterior, junio de 2019. Y aunque en principio se justifica por la necesidad de más tiempo para terminar de integrar y probar todos sus elementos, lo que colocaba la fecha prevista de 2019 demasiada próxima en el tiempo para hacerla viable, lo cierto es que el James Webb lleva sufriendo una serie de problemas técnico de todo tipo que demuestra que está lejos de estar listo para su gran viaje. La extrema complejidad del ingenio, que implica más de 300 partes que deberán desplegarse una vez en el espacio, sin segundas oportunidades ni opciones de enviar a nadie a repararlo, juega claramente en contra del proyecto.
Unos meses más de espera puede parecer poco, teniendo en cuenta los años que lleva este proyecto en desarrollo, pero en realidad lo pone en un serio aprieto, ya que inflará aún más un presupuesto ya de por si casi fuera de control y ya muy cerca de los 8.000 millones de Dólares impuesto por el Congreso de los EEUU como tope máximo, y que sin lugar a dudas ahora superará. Y teniendo en cuenta de que parece muy improbable que se cancele tan cerca del final y muy avanzado en su construcción, por problemática que sea esta, eso solo puede indicar que es el resto del programa de exploración espacial quién deberá cargar con ese lastre, asistiendo a retrasos y cancelaciones para dotar al Webb del dinero necesario. No será la primera vez. Por desgracia hace tiempo que se está convirtiendo en un agujero negro que arrastra a todos los demás. El telescopio WFIRST, que también tiene su propios problemas, podría ser la siguiente víctima.
Pero nada está claro a día de hoy, ni tan solo la promesa de que en 2020 estará listo, viendo los precedentes y que inicialmente debía partir en 2007. Todo puede pasar. Ciertamente, si al final todo lleva a una conclusión feliz y el James Webb es lanzado, para alegría de los astrónomos y alivio de los encargados del presupuesto de la NASA, no podremos más que mirar atrás y sonreír. O llorar, según se mire, porque en el fondo es una triste historia.
Tabby sorprende de nuevo. A estas alturas no es necesario hablar de la estrella más famosa de los últimos tiempos, no por disponer de un sistema planetario que conozcamos, sino por sus extrañas variaciones de brillo, que tantas teorías de todo tipo, desde las más "racionales", por decirlo de alguna forma, hasta las más extravagantes, incluidas, como no podía ser de otra forma, aquellas que ver en ello algún tipo de actividad artificial. El concepto de la mega estructura alienigena lleva tiempo flotando en el ambiente, aunque los últimos hallazgos, que muestran que las variaciones luminosas encajan con algo translúcido, y no algo sólido, parecen haber descartado esa idea. Pero eso no significa que el problema de Tabby haya encontrado una solución definitiva. Recientemente se dio por casi confirmado que la causa de esas fluctuaciones de su luminosidad se debía a nubes de polvo que se mueven a su alrededor, una explicación en apariencia coherente. El misterio parecía resulto, pero ahora, nuevamente, la misteriosa estrella nos desafía de nuevo. No al punto de imaginar de nuevo alienigenas aficionados a la construcción de cosas enormes, pero si para replantear la respuesta ofrecida recientemente. Todo parece más complejas que "simple" polvo. Y es que Tabby nos lanzó este pasado 16 de marzo su nuevo desafío. Ese día el brillo descendió de forma abrupta, el mayor cambio registrado desde 2013. Apenas unos días después, el 22 de marzo, la luz retornó a la normalidad. Ya habíamos visto otros descensos bruscos, pero lo observado ahora simplemente no encaja con la idea de la nube de polvo, y tampoco con la idea de un cinturón de asteroide donde se han producido recientes colisiones, que era uno de los "planes B" para explicarlo. No volvemos al punto de partida, pero ciertamente debemos retroceder varias casillas y ponernos a pensar nuevas soluciones. Una de las últimas propuestas, lanzada por Tabetha Boyajianha, la descubridora de esta estrella, y su equipes que podríamos estar ante el escenario de la colisión entre varios cometas que han formado un objeto múltiple. La variación del ángulo en la cola de polvo y gases del cometa explicaría los cambios leves en el brillo, y los objetos más grandes explican los más abruptos. Una explicación viable, aunque complicada, lo que demuestra lo duro del desafío que representa para los astrónomos. Parece que Tabby seguirá haciéndonos travesuras aún durante bastante tiempo.
El profundo descenso, el mayor desde 2003, registrado por los 3 puntos de observación del equipo de Tabetha Boyajianha, y que puede verse en el extremo derecho de la gráfica. El vacío es debido a la conjunción de adversas condiciones atmosféricas que no permitieron la toda de datos. Where's the Flux
Cuenta atrás para el lanzamiento del nuevo cazador de mundos. El telescopio Kepler forma parte ya de la historia misma de la astronomía. Es el principal responsable de la mayor revolución de las últimas décadas, ya que con sus más de 4.000 exoplanetas descubiertos y confirmados cambió para siempre nuestra visión del Cosmos. Antes de el apenas se conocían unos pocos, y la idea de que los planetas eran una rareza cósmica aún no se había superado del todo. Su llegada acabó para siempre con esa idea persistente, mostrando en su lugar una galaxia que vibra con el baile de infinitos mundos. Nunca reconoceremos suficiente su trabajo. Pero su historia esta cerca de terminar. Sus reservas de combustible se encuentran, según sus técnicos, a meses de agotarse, y cuando eso ocurra habrá llegado su última hora. Pero mientras Kepler afronta su ocaso, el siguiente cazador de mundos de la NASA se prepara para tomar el relevo. Se conoce como Tess (Transiting Exoplanet Survey Satellite), y despegará este próximo Abril. Su presupuesto es mucho menor que el de Kepler (200 millones de Dólares por los 650 de este último), pero al contrario de lo que podría sugerir esto, en realidad su misión es tremendamente ambiciosa. Se basa en el mismo sistema de tránsito (la fluctuación de la luz estelar cuando un planeta para por delante de su estrella vista desde la Tierra) para encontrar signos de otros mundos, pero provista de cuatro cámaras, con un ángulo de observación de 24 grados, aproximadamente la anchura de la constelación de Orión, investigará nada menos que 20 millones de estrellas de las más próximas a la Tierra, no más allá de los 100 años-luz., buscando en ellas tenues fluctuaciones, casi imperceptibles, que delate mundos de todo tipo y tamaño, incluido de dimensiones terrestres y menores.
Las expectativas no pueden ser mayores. Su equipo en tierra espera que descubra unos 20.000 nuevos exoplanetas, y de ellos nada menos que 500 similares a la Tierra en cuento a tamaño y masa. Un auténtico salto adelante, que promete abrir las ventanas del Universo como jamás habíamos imaginado. Y Tess, a su vez, preparará el camino para otros que irán aún más allá. El legado de Kepler está en buenas manos.
El observatorio Tess.
A la búsqueda de nuevos mundos.
El Falcon 9 de Space X será el encargado de lanzar a Tess este próximo 16 de Abril.
El telescopio espacial Hubble capta la rotación del cometa 252P/LINEAR a través de sus plumas de gas y polvo. 67P/Churiumov-Guerasimenko es y seguirá siendo durante los próximos meses, hasta el final mismo de la misión Rosetta, el cometa estrella del Sistema Solar, sobre el que recaen, gracias al espectacular torrente de datos e imágenes que nos siguen llegando de esta sonda, todas las miradas por razones evidentes. Pero no es el único, y mediáticamente ocultos por el resplandor de esta primero, otros están realizando su particular travesía cerca el Sol. Uno de ellos es 252P/LINEAR, que el pasado 21 de Marzo de 2016, pasó muy cerca de la Tierra en términos astronómicos, algo menos de 6 millones de Kilómetros. Notablemente brillante pese a su pequeño tamaño (se estima que su núcleo no mide más de 1 Kilómetro), fue especialmente visible en el Hemisferio Sur, donde se convirtió en un notable objetivo de observación para los astrónomos aficionados. Y para telescopio espacial Hubble, que no quiso faltar a la cita, convirtiéndose en el objetivo celeste más cercano a la Tierra (dejando de lado a La Luna) jamás observado por este veterano vigilante de las estrellas. Aunque el núcleo siguió siendo demasiado pequeño para poder verlo, si fue capaz de revelar los grandes chorros de gas y polvo que 252P/LINEAR estaba proyectando en ese momento, y con ellos también su rotación: Como un aspersor de agua, al girar rápidamente sobre si mismo también sus plumas de partículas también lo hacen. Quizás no vemos el pequeño corazón del cometa, pero su movimiento se hace aquí evidente a través de estas últimas. Una secuencia realmente hermosa. Guerasimenko puede ser el actual rey de los cometas, pero otros, a su manera, también reclaman nuestra atención.
Las diversas imágenes tomadas por el Hubble de este pequeño cometa. Aunque el núcleo es invisible, su rotación se aprecia claramente a través de sus pluma de gas y polvo que proyecta al espacio.
67P/Churiumov-Guerasimenko, en plena actividad visto por Rosetta. Algo parecido, aunque de menor magnitud dado su menor tamaño, es lo que pudo entrever 252P/LINEAR.
¿Todas las galaxias tiene el mismo periodo de rotación? El Sistema Solar tarda unos 250 millones de años terrestres en completar un viaje alrededor del centro de la Vía Láctea. Es lo que podemos llamar un "año galáctico". Sin embargo eso es lo que tarda nuestra galaxia en girar sobre si mismo en las regiones que ocupamos, más o menos a medio camino entre el centro y los límites exteriores. En estos últimos los tiempos son mucho más largos, y aunque no es sencillo realizar mediciones de nuestro hogar en el Universo al tener que mirar desde el interior, sin una visión externa, quizás la cifra se aproxima a los 1000. Así, al menos, parece decirlo el resto de galaxias que nos rodean. Y es que un reciente estudio realizado por un equipo de astrónomos australianos, liderados por profesor Gerhardt Meurer, del Centro Internacional de Investigación de Radioastronomía (ICRAR), parece señalar una semejaza cuanto menos curiosa. Y esta es que todas las galaxias, independientemente de su tamaño, parecen tardar unos 1000 millones de años en completar una rotación completa, es decir, incluido sus lejanos bordes exteriores."No es la precisión del reloj suizo, pero independientemente de si una galaxia es muy grande o muy pequeña, si pudieras sentarte en el borde extremo de su disco mientras gira te llevaría alrededor de mil millones de años recorrer todo el recorrido".
Según Meurer, utilizando matemáticas simples se puede mostrar que todas las galaxias del mismo tamaño tienen la misma densidad interior promedio, y eso parece tener una relación con este fenómeno ."No encontrarás una galaxia densa girando rápidamente, mientras que otra con el mismo tamaño pero con una densidad menor rota más lentamente". Si estos datos son ciertos ciertamente resulta una circunstancia cuanto menos curiosa, ya que implica que algo hace que todas las galaxias parezcan sincronizadas, no de forma exacta, pero si de forma extrañamente cercana.
No es el único hallazgo de Meurer y sus colegas, ya que estas mismas observaciones han encontrado evidencias de estrellas viejas, mezclada con otras más jóvenes, que se encuentran al borde de las galaxias, algo que no encaja con la idea de que estas primeras, al menos en las espirales, se concentran en su zona central. En su lugar emerge una realidad más compleja, con bordes "afilados" donde se mezclan astros jóvenes y antiguos, todos ellos viajando en un río de gas interestelar que parece completar su viaje en tiempos parecidos, sea cual sea el tamaño de la galaxia.
Nuevas generaciones de radiotelescopios deberán profundizar en el, determinando con datos más precisos que quizás dicho misterio no existe, y todo es fruto de disponder de una información limitada, o si por lo contrario es una realidad tan palpable como enigmática.
Centenares y centenares de satélites orbitan la Tierra. Desde ofrecer cobertura en las comunicaciones, hasta información climática, datos científicos, posicionamiento global o grandes cantidades de imágenes de la superficie de nuestro planeta, y que son usadas en todo tipo de actividades. Así lo hacen, por ejemplo, los casi 200 satélites Dove, propiedad de Planet Labs. Y eso dio una genial idea al granjero Derek Klingenberg, que se propuso crear algo tan grande que uno de ellos pudiera captarlo. Lo utilizado, dada su profesión, no podía ser otra cosa. Las imágenes de Doveson utilizado el servicio de monitorización de cultivosFarmer’s Edge, y de aquí donde Klingenberg observó las imágenes que le dieron la idea. Después de estudiarlas en detalle pudo establecer que uno de estos satélites pasaba sobre sus tierras a una hora concreta, que el pudo establecer, a partir de la sombra proyectada por el elevador de 25 metros de su granero, entre 10 y las 10:30 de la mañana. A partir de aquí, y determinada la hora, solo quedó elegir un terreno de colores claros, donde sus vacas resaltaran ante los ojos de Dove, cuyas imágenes no tiene excesiva resolución, y colocarlas de una forma concreta:"Hi", lo que se puede traducir como un "Hola". Un trabajo que no fue para nada sencillo, pero que dio resultados. Posteriormente, al examinar las imágenes publicadas y buscar las que correspondían a su región y su granja, pudo constatar que el mensaje había llegado. Un ejercicio de maravilla curiosidad, de comprobar por uno mismo que, efectivamente, toda una flota de ingenios orbitales de todo tipo y tamaño, cruzan por encima de nuestras cabezas sin que nos demos cuenta. A menos que tengamos un buen rebaño de vacas.
Los minisatélites Dove, actualmente formando una flota de casi 200 observadores de la Tierra. Uno de ellos sobrevolaba y tomaba imágenes de la región donde se encuentra la granja de Klingenberg, y fue a el a quién envió un saludo.
Nuevas pruebas del paso de la enana roja Scholz. Hoy día se encuentra a unos 20 año-luz de la Tierra, a la suficiente distancia, dado que se trata de una débil enano rojo, como para ser invisible a nuestros ojos. Pero si hiciéramos retroceder el tiempo 70.000 años, cuando nuestros ancestros directo empezaban a expandirse por todo el planeta y aún convivían con los Neandertales, las cosas serían muy diferentes. Entonces es posible que la pudiéramos ver a simple vista como una estrella de gran brillo, un punto de luz rojizo que destacaba de forma espectacular en un firmamento libre de la contaminación lumínica que hoy día nos cierra tantas ventanas. Debió ser todo un espectáculo, ya que se calcula que se llegó a situar a solo 0.6 años-luz de nuestro planeta, en plena Nube de Oort. Literalmente a las puertas de casa. O dentro de ella. Se la conoce como estrella de Scholz, y su más que probable visita en tiempos remotos no deja de acumular evidencias. La última de las cuales nos llega de la mano de dos astrónomos de la Universidad Complutense de Madrid, Carlos y Raúl de la Fuente Marcos, junto al investigador Sverre J. Aarseth de la Universidad de Cambridge (Reino Unido). Este equipo analizó los 340 objetos conocidos del Sistema Solar con órbitas hiperbólicas, y encontró indicios de que algunas de ellas abrían sido afectadas por el paso de la enana rojo, una auténtica "huella del crimen" planetaria. "Mediante simulaciones numéricas hemos calculado las radiantes o posiciones en el cielo de las que aparentan venir todos estos objetos hiperbólicos", explica Carlos de la Fuente Marcos."En principio uno esperaría que esas posiciones se distribuyeran de forma uniforme en el cielo, en particular si estos objetos proceden de la nube de Oort. Sin embargo, lo que encontramos es muy diferente: Una acumulación estadísticamente significativa de radiantes. La sobredensidad más acusada aparece proyectada en la dirección de la constelación Géminis, lo que se ajusta al encuentro cercano con la estrella de Scholz. Podría tratarse de una coincidencia, pero es poco probable que tanto la localización como la época sean compatibles". El paso de Scholz (en realidad un sistema binario formado por una enana roja con el 9% de la masa del Sol y una enana marrón) no afectó a todos, ya que con la Nube de Oort hablamos de espacios inmensos, donde incluso el paso de una estrella tiene un efecto palpable pero limitado. Este es el caso que nos ocupa, como nos explica De la Fuente Marcos, que señala que "por ejemplo, la radiante del famoso asteroide interestelar Oumuamua está en la constelación de la Lira, muy lejos de Géminis, por lo tanto no forma parte de la sobredensidad detectada".
Son sólidas pistas que indican claramente que esta pequeña enana roja nos visitó hace 70.000 años, y que los albores de nuestra civilización posiblemente estuvo acompañado de una rojiza y brillante estrella rojiza, que resplandeció de forma espectacular ante los ojos de nuestros ancestros.
Scholz y su compañera enana marrón. En su día se convirtió en la estrella más cercana al Sol, tanto que se adentró en la Nube de Oort. Su efecto aún puede medirse en numerosas objetos de nuestro Sistema Solar.
El telescopio Kepler, cerca ya de agotar todo su combustible. El gran viaje del mayor descubridor de mundos jamás creado, con una extensa lista de 2300 confirmados, que cambio para siempre nuestra visión del Universo al demostrar que, lejos de ser una rareza, los planetas, incluso los de tamaño terrestre, existen en cantidades ingentes, se aproxima a su inevitable final. Después de haber superado todo tipo de problemas técnicos afronta el único que quizás no puede ser corregido desde la Tierra. Desgraciamente no hay un servicio para reponer combustible, para llenar su depósito. La misión Kepler, con un presupuesto de 600 millones de dólares, fue lanzada en 2009 para buscar exoplanetas en una ubicación fija en la constelación de Cygnus. Durante cuatro años, observó de forma constante varios cientos de estrellas para detectar el oscurecimiento revelador que ocurre cuando uno de esos mundos cruzar por delante de ella. El objetivo final era encontrar de tamaño terrestre o más pequeños, y en pocos años, los datos de Kepler mostraron que los planetas rocosos son extremadamente comunes en el universo. En 2013, después de cuatro años de operación, tres de los cuatro giróscopos de Kepler, las "ruedas" que permitía orientar el telescopio y mantener una mirada fija en una zona concreta del espacio fallaron. Ya no podía mantener la estabilidad necesaria para realizar su trabajo, lo que anunciaba su final. Pero no fue así. Se ideó una nueva misión, llamada K2, en que se usaría la presión del viento solar para mantener su posición, mientras rotaría entre diferentes áreas del cielo cada tres meses (lo cual, en el lenguaje de la misión, se llama "campaña"). Una genial improvisación que funcionó a la perfección, permitiendo continuar la caza de exoplanetas. Pero no existe improvisación que pueda afrontar el agotamiento del combustible, el que permite al telescopio maniobrar para poder tranferir los datos a la Tierra. Y este momento parece ya estar cerca, aunque no se sabe exactamente cuando, ya que no dispone de un "medidor" directo, sino que se basa en otros factores, como la forma en que los propulsores responden y la presión del propio depósito. Pero todo indica que el fin se aproxima."Nuestras estimaciones actuales son que se agotará dentro de varios meses. Así, mientras anticipamos que las operaciones finalizarán pronto, estamos preparados para continuar mientras el combustible lo permita" explica Charlie Sobeck, ingeniero de sistemas."El equipo de Kepler está planeando recolectar la mayor cantidad posible de datos científicos en el tiempo restante y enviarlos a la Tierra antes de que la pérdida de los propulsores signifique que no podemos apuntar el telescopio espacial para la transferencia de datos. Incluso tenemos planes de tomar algunos datos de calibración final con el último bit de combustible, si se presenta la oportunidad". A diferencia de lo que le ocurrió a la sonda Cassini, por ejemplo, Kepler no representa amenaza alguna de impacto para ningún mundo helado del Sistema Solar, por lo que simplemente seguirá trabajando hasta que ya no puede hacerlo más y se haga el silencio. Será el mejor final posible para una misión que afronta ya su ocaso, mientras en la Tierra su sucesor directo, el telescopio TESS (Transiting Exoplanet Survey Satellite) espera su momento de partir.
Cuando el final parecía cercano, al fallar 3 de sus 4 ruedas de reacción, los ingenieros de la NASA sacaron adelante una improvisada y brillante solución, utilizando la presión de la luz solar para orientar y mantener estable el telescopio espacial, aunque en este caso solo por periodos cortos entre cada zona observada. Esto le permite actualmente seguir trabajando, aunque nada puede compensar el agotamiento del combustible de los propulsores.
¿Son posibles zonas tan pobladas como la que cruza el Halcón Milenario en "El Imperio Contraataca"?
Perseguido por los imperiales, con Darth Vader en persona a la cabeza de la flota Han Solo dirige su nave hacia un cinturón de asteroides, con la idea de adentrarse en el y así ser capaz de dejarlos atrás. Un auténtico muro de enormes rocas parecen desplazarse por todos lados, y en cantidades que convierte la idea de cruzarlo en un suicidio. Pero Solo puede con esto y con más. - "¿No estará pensando en ingresar a un campo de asteroides, verdad?", le pregunta la Princesa Leia.
- "Tendrían que estar locos para seguirnos,¿cierto?", le responde Han Solo. C3POle informa amablemente que "las posibilidad de navegar con éxito en un campo de asteroides es de aproximadamente 3720 a 1". "Nunca me digan las probabilidades", dice Han mientras esquiva las gigantescas rocas que rodean a la nave y que parecen estar en todas partes. Su habilidad como piloto impide que sus restos terminen en la superficie de alguno de ellos, algo que no pueden decir varios de sus perseguidores. Si los soldados de superficie tiene una puntería lamentable, sus pilotos no parecen mucho mejores, ni en esto ni en pilotaje. Las tropas imperiales ya no son lo que eran.. Finalmente, que por algo son los héroes, lograrán escapar, no sin antes visitar el interior de un gigantesco gusano espacial, cuya fuente de alimentación, teniendo en cuenta donde vive, sigue siendo un misterio. Vía libre hacia la Ciudad de las Nubes, donde seguro que el amigo Lando Calrissian les dará el recibimiento que se merecen. o No. Esta es una de las escenas más conocidas de Star Wars, y por extensión, dado todo lo que representa, de la historia del cine. En ningún momento pretende ser realista, ya que aquello que creo Lucas en una "galaxia muy, muy lejana" sigue sus propias, pero involuntariamente extendió la idea de los campos o cinturones de asteroides como mares de rocas tan transitados que cruzarlo, como decía el bueno de Solo, sería una locura, Un auténtico muro casi infranqueable. Y teniendo en cuenta que nuestro Sistema Solar tiene su propio cinturón de asteroides extendiéndose entre Marte y Júpiter, resulta interesante marcar diferencias. Curiosamente este concepto (aunque exagerado en la película) no era tan de ficción como pueda parecer a principios de los 70. Realmente existía la idea entre los astrónomos (o al menos entre parte de ellos) de que cruzar el Cinturón de Asteroides podría ser peligroso, incluso pendía la amenaza de que significaría una frontera que jamás podríamos cruzar. No sería hasta que la Pioneer 10 cruzó, en 1972, sin problema alguno esta región, que ese fantasma se desvaneció. Pero las ideas que han permanecido tantos años ancladas en nosotros, especialmente si han estado ahí desde la niñez, les cuesta desaparecer. Quizás a Lucas le ocurrió. O quizás decidió mantener la idea aún consciente de que no se ajustaba a la realidad, priorizando el espectáculo que ofrecía. Quién sabe. Porque la realidad es mucho más aburrida. Si uno cruzara elCinturón de Asteroides lo más probable es que completara el viaje sin ver ni uno solo, ni tan solo en la lejanía. Y no es extraño, ya que en un volumen equivalente a 120.000 Tierras, de promedio, solo encontraríamos un asteroide. Si la población conocida es tan alta a pesar de ello, es porque el volumen que ocupa es igualmente inmenso, casi inconcebible. ¿Pero no podría haber otros cinturones de asteroides en otras estrellas tan densos como los de Star Wars? La verdad es que no. Si existiera una zona con una población tan densa, la gravedad común ya habría provocad,o mucho tiempo atrás, que la mayoría hubieran caído para formar parte de uno o varios mundos de cierto tamaño. Algunos restos se habrían escapado, como algunos se escaparon en su momento durante la formación de la Tierra y el resto de los planetas, pero por si solos ya no serían una amenaza para los viajeros. A no ser que tuvieran una mala suerte extraordinaria, claro. Existiría otra opción, y es que sus velocidades relativas fueran tan altas, fruto de una influencia gravitatoria muy cercana que los perturbara, que evitara ese proceso de unión (que no parece el caso de Star Wars). Así ocurre en los anillos de Saturno. Pero como en ese caso los impactos entre ellos serían continuos, y acabarían siendo reducidos a pequeños fragmentos, tan como ocurre en el planeta anillado. ¿Pero asteroides tan grandes y tan cerca unos de otros? La respuesta es un rotundo NO. Un último apunte. Alan Stern, el investigador principal de la misión New Horizons escribió que cuando esta sonda atravesó el cinturón de asteroides en el año 2006, la probabilidad de colisión fue "infinitamente pequeña: menos de uno por cada mil millones". Han Solo podría afrontar un cruce semejante poniendo el piloto automático y descansando un poco. Así de casi nulo sería el riesgo. Pero eso habría hecho que la escena fuese mucho más aburrida. Y Vader les habría atrapado.
Pero a pesar de todo, me sigue gustando. En realidad me encanta.
TSIS-1, el nuevo observatorio solar de la ISS. Solemos imaginar a los astrónomos mirando a través de sus grandes telescopios el firmamento estrellado, adentrándose en la noche antes de que la llegada de la luz solar cierre las puertas del Universo. Eso no es del todo cierto, ya que es precisamente el Sol, que aunque en ocasiones se nos olvide también es una estrella, uno de las mayores objetivos astronómicos que existen. Y razones no faltan, desde la oportunidad de aprender los mecanismos que rigen las estrellas hasta el hecho de que, como fuente primaria de toda la energía que mueve el clima terrestre, es lo que determina su evolución y la misma habitabilidad de nuestro mundo. Por todo ellos, y desde 1978 de forma interrumpida, se lleva observando el Sol desde la órbita terrestre. 40 años de observatorios solares, con los cuales hemos realizado grandes avances en el conocimiento de nuestra estrella, pero que al mismo tiempo han revelado lo mucho que aún queda por descubrir. Por ello se siguen proyectando y construyendo nuevos observatorios, el último de los cuales justo acaba de iniciar sus actividades. Aunque es especial en un aspecto: Trabajará desde la Estación Espacial Internacional (ISS), convertida así en un inmenso e improvisado explorador solar. Conocido como TSIS-1 (Total and Spectral solar Irradiance Sensor), y transportado a mediados de 2017 a la ISS por Space X, mediante una nave Dragon, se trata de un conjunto de dos sensores que monitorizan la actividad de nuestra estrella, determinando tanto la energía luminosa total emitada como la forma en que se distribuye en diferentes frecuencias del espectro. El TIM (Total Irradiance Monitor) y el SIM (Spectral Irradiance Monitor) son los que se encargan, respectivamente,de estas tareas. Después de un periodo de pruebas y puesta a punto, el TSIS-1 ya se encuentra plenamente operativo y reuniendo datos. "TSIS-1 extenderá el largo registro de datos que nos ayuda a entender la influencia del Sol en los cinturones de radiación de la Tierra, la capa de ozono, la circulación atmosférica y los ecosistemas, y los efectos que la variabilidad solar tiene en el sistema del planeta y en el cambio climático", explica Dong Wu, Científico del proyecto en el Goddard Space Flight Center de la NASA en Greenbelt, Maryland. También permitirá afinar los modelos climáticos actuales, al tener datos más precisos sobre la energía solar que recibe nuestro planeta, y que es el motor primario y prácticamente único que lo mantiene en movimiento.
La ISS, nuestra mayor obra en el espacio, afronta así una nueva tarea, otra más en la amplia lista de actividades científicas que realiza continuamente. Lejos de ser poco menos que un caro capricho, es una maravilla tecnológica, que no deja de mejorar con nuevos añadidos, como es el caso de TSIS-1. Es, a día de hoy, lo mejor que tenemos. Ojalá dure aún bastantes años.
El TSIS-1 en acción: El instrumento funciona como un girasol y sigue al Sol desde el amanecer hasta su puesta, que ocurre cada 90 minutos. Al atardecer rebobina, recalibra y espera el próximo amanecer.
Extrayendo al nuevo observador del Sol del compartimento de carga exterior de la Dragón.
Dawn detecta cambios recientes en la superficie de Ceres. A primera vista parece un mundo congelado en el tiempo, y aunque los datos que vamos recibiendo de forma obstinada señalan que es aún un lugar dinámico, con fuerzas que sigue actuando sobre una superficie en apariencia estéril, ciertamente no es esa la impresión que transmite. Existen los "puntos brillantes", lugares donde el agua interna emergió al exteriores y dejó como testigo estas acumulaciones de sales, y Ahuna Mons, que todo indica que estamos ante un volcán. Pero todo ello nos retrotrae a tiempos pasados, por recientes en escala geológica que sean. Ahora, sin embargo, la sonda Dawn nos ofrece evidencias de cambios. No de cambios pasados, sino de cambios que están ocurriendo actualmente, y que se manifiestan en diferentes observaciones realizadas por esta sonda a lo largo del tiempo. Más concretamente en el interior del cráter Juling, donde ya se había detectado hielo de agua en su pared norte, pero que explorado nuevamente por su espectrómetro infrarrojo (VIR) entre abril hasta octubre de 2016, se reveló que la cantidad de hielo parecía haber aumentado. "Esta es la primera detección directa de cambios en la superficie de Ceres", explica Andrea Raponi, del Instituto de Astrofísica y Ciencias Planetarias en Roma, y que dirigió el nuevo estudio, que encontró cambios en la cantidad de hielo expuesto en el planeta enano."La combinación de este pequeño mundo moviéndose más cerca del Sol en su órbita, junto con el cambio estacional, desencadena la liberación de vapor de agua del subsuelo, que luego se condensa en la pared fría del cráter. Esto provoca un aumento en la cantidad de hielo expuesto. El calentamiento también podría causar deslizamientos de tierra en las paredes del cráter, exponiendo manchas de hielo fresco". El hielo de agua no es estable en la superficie de Ceres durante largos períodos de tiempo a menos que esté oculto en las sombras. De forma similar, el carbonato hidratado, que se detectó en una decena de lugares de la superficie, se deshidrataría, aunque a lo largo de un período de tiempo más largo de unos pocos millones de años. En definitiva, incluso en este último caso, han tenido que quedar expuestos recientemente. Algo se mueve en este pequeño mundo. O como lo resume Cristina De Sanctis, líder del equipo VIR, "los cambios en la abundancia de hielo de agua en un corto período de tiempo, así como la presencia de carbonatos de sodio hidratados, son una prueba más de que Ceres es un organismo geológicamente y químicamente activo".
Ahuna Mons, de 4 kilómetros de altura y (17 kilómetros) de ancho. Este es uno de los pocos sitios en el que se ha encontrado una cantidad significativa de carbonato de sodio, que se muestra en colores verde y rojo en la imagen inferior derecha.
Ceres, un pequeño y cambiante mundo pese a las apariencias.
La Gran Mancha Roja gana altura y color a medida que se está encogiendo. ¿Cual es el futuro del fenómeno más conocido y mediático no solo de Júpiter, sino del Sistema Solar? Al haber estado presente desde los albores mismo de la astronomía moderna, con una primera observación confirmada que se remonta a 1831, tenemos la impresión de que existe desde siempre, pero la realidad es que estamos ante una tormenta anticiclónica que tarde o temprano deberá extinguirse, por mucho que ya acumule varios siglos de vida. Mucho más los humanos, pero un instante en la historia del planeta. La pregunta es cuando sucederá. La respuesta parece cercana. Desde hace décadas muestra una clara tendencia a ir encogiendo. La Gran Mancha Roja fotografiada por Juno es espectacular, pero es bastante más pequeña que aquella que dio la bienvenida a las Voyager y Pioneer, que a su vez era menor que la que se podía observar antes desde los telescopios terrestres. La línea parece llevar hacia una inminente desaparición, pero nada es simple en la caótica atmósfera joviana, y estando como estamos aún lejos de conocer en su totalidad las fuerzas que rigen su actividad, la realidad es que todo puede suceder. Y un reciente estudio, realizado a partir del rico historial de observaciones acumuladadas a lo largo de las décadas, parece reafirmar esa incertidumbre: La tormenta parece haber aumentado su área al menos una vez, y cada vez es más alta a medida que se hace más pequeña. "Cambia constantemente de tamaño y forma, y sus vientos también cambian", explica Amy Simon, experta en atmósferas planetarias en el Goddard Space Flight Center de la NASA en Greenbelt. Se rastreó su evolución con los años, su tamaño, forma, color y velocidad de deriva, así como la de sus vientos internos. Todo ello permite sacar diversas conclusiones, entre ellas que ciertamente sigue una línea descendente, pero que también experimentó una fase de crecimiento temporal en la década de 1920."Hay evidencia de que ha crecido y disminuido con el tiempo", dijo el coautor Reta Beebe, profesor emérito de la Universidad Estatal de Nuevo México en Las Cruces."La tormenta es bastante pequeña ahora, y ha pasado mucho tiempo desde la última vez que creció". Y esto eso reveló una pequeña sorpresa. Debido a que constante contracción, los investigadores esperaban que los vientos internos se fortalecieran aún más, como el patinador de hielo que gira más rápido cuando encoge sus brazos. Sin embargo, en lugar de girar más rápido, la tormenta parece estar elevándose, como la arcilla en la rueda de un alfarero, que cuando más estrecha es la base, más altura gana el recipiente. No demasiado en comparación del tamaño total de la tormenta, pero si resulta significativo. Extraño, pero no es lo único que le es su comportamiento reciente, ya que se movimiento con respecto a las nubes el entorno parece haberse acelerado, mientras que su color se ha ido profundizando, volviéndose intensamente anaranjada desde 2014.
Los investigadores no están seguros de por qué está sucediendo eso último, pero es posible que los químicos que colorean la tormenta estén siendo transportados hacia mayores alturas a medida que esta se eleva, por lo que estarían sujetos a mayor cantidad de radiación ultravioleta, magnificando el fenómeno.
De alguna manera, el misterio de la Gran Mancha Roja solo parece profundizarse a medida que se contrae. Los investigadores nos saben si se contraerá un poco más y luego se estabilizará o por el contrario de desvanecerá en la nada."Si las tendencias que vemos continúan, los próximos cinco a diez años podrían ser muy interesantes desde un punto de vista dinámico", explica Rick Cosentino, uno de los autores del estudio."Podríamos ver cambios rápidos en la apariencia física y comportamiento, y tal vez termine no siendo tan grande después de todo". Deberemos estar atentos a lo que nos depara el futuro. Como podemos ver estamos lejos de comprenderla en toda su magnitud, y con el tiempo su misterio no deja de profundizarse.
Las complejas estructuras de polvo de la estrella HR 4796A. Los primeros pasos en el nacimiento de un nuevo sistema planetario son complejos, mucho más que la imagen tradicional que teníamos de ellos. De la idea de una lenta y tranquila acreacción de materia hemos pasado a un escenario mucho más caótico y lleno de sobresaltos, con planetas formados en diversas etapas, influyendo e interferiendo los primeros en el nacimiento de sus hermanos posteriores, migrando y generando el caos. Todo ello significa que seguimos sin conocer exactamente como se forman. Quedan no pocos detalles y aspectos desconocidos aún por descubrir de esta etapa inicial clave. La joven HR 4796A, de unos 8 millones de años de existencia, es un ejemplo de sistema planetario naciente. Ya era conocida la presencia de un anillo de escombros interno brillante y estrecho, esculpido por un planeta gigante aún por descubrir, y creado a partir de colisiones entre protoplanetas. Ahora el Hubble
desvela la presencia de una vasta y compleja estructura de polvo, de
aproximadamente 250 mil millones de kilómetros de diámetro, que la
envuelve por completo. Lo más probable es que estemos viendo el polvo generado por esas colisiones, y que la presión de la luz estelar, 23 veces más poderosas que la solar, expulsó hacia el exterior, dando lugar a la nube observada ahora. Esta se encuentra mucho más extendida en una dirección que en la otra, además de parecer aplastado por un lado. Esto puede deberse al movimiento de la estrella a través del medio interestelar, como la onda de proa de un barco que cruza un lago, o puede estar influenciada por el tirón gravitatorio de su compañera estelar, la enana roja estrella HR 4796 B, ubicada al menos a 100.000 millones de kilómetros de distancia. "La distribución del polvo es un signo revelador de hasta que punto el anillo interior es dinámico. No podemos tratar estos sistemas en formación como algo aislado, sino incluir las interacciones con el medio interestelar y las fuerzas debidas a compañeros estelares, que pueden tener implicaciones a largo plazo para la evolución de dichos sistemas. Las asimetrías generales nos dicen que hay un montón de fuerzas en juego (más allá de la presión de radiación de la estrella ).Hemos visto cosas parecidas en otros escenarios, pero aquí de cosas están sucediendo a la vez", explica Glenn Schneidee, de la Universidad de Arizona, y que dirigió estas observaciones.
Tenemos ante nosotros otra muestra que el camino que conduce al nacimiento de nuevos mundos no es único, sino que existen muchos, todos ellos complejos y que se entrecruzan, esculpidos por fuerzas poderosas, empujados a uno o otro lado según las circunstancias. Algunos terminan en un callejón sin salida, sin opciones de llegar a ser lo que podría haber sido. Otros, sin embargo, consiguen abrirse paso hacia el futuro. Al fin y al cabo es por eso estamos aquí.
Los diversos detalles observador por Hubble. Es claramente visible el anillo de escombros, así como la nube de polvo, así como una onda de choque, posiblemente generada por el movimiento de la propia estrella a través del medio interestelar. Se aprecia además como la nube no es simétrica, lo que indica las diferentes fuerzas que están actuando sobre ella. Hubble descubre una inmensa estructura de polvo alrededor de la estrella joven HR 4796A
Se cumplen 3 décadas de la llegada de la Voyager 2 a Urano. Se los conoce como los gigantes helados, una denominación que busca definir de forma más clara que, a pesar de sus aparentes semejanzas con Júpiter y Saturno, son mundos de una clase diferente. Los primeros se parecen más a pequeños Soles que nunca se llegaron a brillar, con una composición química que les acerca mucho a la del Sol. Los segundos, sin embargo, se componen de roca, hielo y gas, con algo menos Hidrógeno y Helio en sus atmósferas, y mayor presencia de agua, amoníaco y metano. Son por tanto muy diferentes, una especie de eslabón entre los gigantes de gas jovianos y los mundos terrestres. Y por ello el enorme interés en explorar Urano y Neptuno por parte de la comunidad científica. Pese a ello solo han sido visitados por una única y solitaria sonda, la Voyager 2, y hasta cierto punto casi de casualidad: Aunque se lanzó en un momento en que la posición de los 4 mundos exteriores permitía saltar de uno a otro, sacado partido de cada encuentro para impulsarse al siguiente, y este era el plan previsto, lo cierto es que no pocos creían que podría sobrevivir hasta los 2 primeros, quedando los 2 últimos demasiado lejos en el espacio y en el tiempo para que aún siguiera activa cuando los alcanzara. Hoy día sabemos que era unas previsiones muy pesimistas, hasta el punto que aún hoy, 2016, sigue funcionado y enviando información desde las fronteras del Sistema Solar. Y gracias a ello logramos la primera y única visita cercana a estos 2 planetas. El 24 de Enero de 1986 la Voyager 2 pasó a solo 81.500 Kilómetros por encima de la capa de nubes de Urano. Este lejano planeta, hasta ese momento poco más que un punto de luz en los telescopios terrestres, finalmente se convertía en un lugar concreto, demostrando que las expectativas de ver algo totalmente diferente a cualquier cosa vista con anterioridad eran acertadas. Aunque fue una visita fugaz, nos abrió las puertas a un mundo extraño e inexplorado, unas sensaciones que se repetirían en 1989 en Neptuno, y que recientemente sentimos de nuevo con Plutón."Sabíamos que sería diferente porque está inclinado hacia un lado, y esperábamos sorpresas", explicó Ed Stone, científico del proyecto Voyager. Urano se reveló como el planeta más frío conocido en nuestro Sistema Solar, a pesar de que no ser el más alejado del Sol, al carecer de una fuente de calor interna suficiente para afectar de forma significativa su atmósfera exterior, a diferencia de Neptuno, más lejano pero a pesar de ello más cálido y activo. También se lograron pruebas de un océano hirviente a 800 kilómetros por debajo de las nubes. Y se pudo estudiar un campo magnético diferente a cualquier otro que se habían encontrado previamente. En Mercurio, la Tierra, Júpiter y Saturno, este se alinea de forma aproximada con el eje de rotación.
"Luego llegamos a Urano y vimos que los polos estaban más cerca de la línea ecuatorial", dijo Stone. "Neptuno resultó ser similar. El campo magnético no estaba muy centrado con el centro del planeta". Y además resultó ser más potente que el de Saturno. Además de extraordinariamente retorcido, como un sacacorchos. La Voyager 2 también descubrió 10 nuevos satélites (de un total de 27) y dos nuevos anillos. Igualmente se pudo estudiar con cierto detalle sus 5 grandes lunas. Especialmente interesante resultó la pequeña Miranda, de apenas 500 Kilómetros de diámetro, que reveló poseer un peculiar paisaje, evidenciando una intensa actividad geológica activa en el pasado, con formaciones espectaculares, como un cañón gigante 12 más profundo que el Gran Cañón del Colorado. Su aspecto desde la distancia era como de algo "mal construido", como si fuera un puzzle mal montado, con piezas que no encajan unas con otras. Y esto es precisamente lo que los astrónomos creen que pasó con ella, que fue destruida a causa de grandes impactos en varias ocasiones, para luego formarse de nuevo a partir de los fragmentos generados, ligados por su gravedad común y que nunca se alejaron demasiado entre ellos. De ahí el caos reinante. El encuentro escribió las primeras páginas de la exploración de Urano (y 3 años después de Neptuno), pero también dejó mucho por descubrir, como era inevitable en una misión de sobrevuelo por parte de una sonda con tecnología de los 70. Pero representó el primero "mundo nuevo" para muchos, como es el caso de Suzanne Dodd, que comenzó su participación en esta misión cuando la Voyager 2 dejaba ya atrás a Saturno y afrontaba territorios inexplorados."El encuentro Urano fue muy emocionante para mí. Era mi primer encuentro planetario y era un planeta que la Humanidad nunca había visto de cerca antes. Cada nueva imagen mostró más detalles, y tenía un montón de sorpresas para los científicos. Espero que se enviará otra nave espacial para explorar Urano, para explorarlo con más detalle, durante el tiempo que me quede de vida".
Ojalá así sea. Urano, así como haría Neptuno posteriormente, nos dejó a todos con ganas de más, la molesta sensación de que habíamos abierto un nuevo libro con una maravillosa historia por descubrir, pero del que solo habíamos podido leer las primeras páginas. Esperemos que algún día podamos terminarla.
El rostro de Urano resultó tener una decepcionante falta de rasgos visibles, a diferencia del espectáculo atmosférico de Júpiter y Saturno, y solo se pudo sacar detalles aplicando falso color y aumentando el contraste. Así se observaron bandas concéntricas, quizás de nubes de de smoog, que rodean el polo, que la inclinación del eje de rotación, de 97º, hace que esté mirando directamente al Sol. Observaciones posteriores del Hubble detectaron un aumento de la actividad, por lo que es posible que la Voyager 2 llegara en un momento de calma.
Mirando, la luna "mal construida". Posiblemente se fragmento por uno o varios impactos, y los fragmentos acabaron por reunirse de nuevo por su gravedad común, aunque de roma inevitablemente caótica.
Verona Rupes, el mayor acantilado del Sistema Solar, con alturas que se mueven entre los 5 y 10 Kilómetros. Un ejemplo del caos de Miranda.
La llegada de la Voyager 2 mostró la existencia de un sistema de lunas que nada tiene que envidiar a los gigantes gaseosos.
Los anillos de Urano, 13 en total. A diferencia de los de Saturno, y al igual que los de Júpiter y Neptuno, son muy estrechos y oscuros, aunque tiene diferencias de tonalidad que se hacen visibles al tratar las imágenes de la Voyager 2.