Solemos imaginar a los astrónomos mirando a través de sus grandes telescopios el firmamento estrellado, adentrándose en la noche antes de que la llegada de la luz solar cierre las puertas del Universo. Eso no es del todo cierto, ya que es precisamente el Sol, que aunque en ocasiones se nos olvide también es una estrella, uno de las mayores objetivos astronómicos que existen. Y razones no faltan, desde la oportunidad de aprender los mecanismos que rigen las estrellas hasta el hecho de que, como fuente primaria de toda la energía que mueve el clima terrestre, es lo que determina su evolución y la misma habitabilidad de nuestro mundo.
Por todo ellos, y desde 1978 de forma interrumpida, se lleva observando el Sol desde la órbita terrestre. 40 años de observatorios solares, con los cuales hemos realizado grandes avances en el conocimiento de nuestra estrella, pero que al mismo tiempo han revelado lo mucho que aún queda por descubrir. Por ello se siguen proyectando y construyendo nuevos observatorios, el último de los cuales justo acaba de iniciar sus actividades. Aunque es especial en un aspecto: Trabajará desde la Estación Espacial Internacional (ISS), convertida así en un inmenso e improvisado explorador solar.
Conocido como TSIS-1 (Total and Spectral solar Irradiance Sensor), y transportado a mediados de 2017 a la ISS por Space X, mediante una nave Dragon, se trata de un conjunto de dos sensores que monitorizan la actividad de nuestra estrella, determinando tanto la energía luminosa total emitada como la forma en que se distribuye en diferentes frecuencias del espectro. El TIM (Total Irradiance Monitor) y el SIM (Spectral Irradiance Monitor) son los que se encargan, respectivamente,de estas tareas. Después de un periodo de pruebas y puesta a punto, el TSIS-1 ya se encuentra plenamente operativo y reuniendo datos.
"TSIS-1 extenderá el largo registro de datos que nos ayuda a entender la influencia del Sol en los cinturones de radiación de la Tierra, la capa de ozono, la circulación atmosférica y los ecosistemas, y los efectos que la variabilidad solar tiene en el sistema del planeta y en el cambio climático", explica Dong Wu, Científico del proyecto en el Goddard Space Flight Center de la NASA en Greenbelt, Maryland. También permitirá afinar los modelos climáticos actuales, al tener datos más precisos sobre la energía solar que recibe nuestro planeta, y que es el motor primario y prácticamente único que lo mantiene en movimiento.
La ISS, nuestra mayor obra en el espacio, afronta así una nueva tarea, otra más en la amplia lista de actividades científicas que realiza continuamente. Lejos de ser poco menos que un caro capricho, es una maravilla tecnológica, que no deja de mejorar con nuevos añadidos, como es el caso de TSIS-1. Es, a día de hoy, lo mejor que tenemos. Ojalá dure aún bastantes años.
El TSIS-1 en acción: El instrumento funciona como un girasol y sigue al Sol desde el amanecer hasta su puesta, que ocurre cada 90 minutos. Al atardecer rebobina, recalibra y espera el próximo amanecer.
Extrayendo al nuevo observador del Sol del compartimento de carga exterior de la Dragón.
Esquema del TSIS-1.
El camino del TSIS-1.
NASA Powers on New Instrument Staring at the Sun
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