El telescopio Kepler, cerca ya de agotar todo su combustible.
El gran viaje del mayor descubridor de mundos jamás creado, con una extensa lista de 2300 confirmados, que cambio para siempre nuestra visión del Universo al demostrar que, lejos de ser una rareza, los planetas, incluso los de tamaño terrestre, existen en cantidades ingentes, se aproxima a su inevitable final. Después de haber superado todo tipo de problemas técnicos afronta el único que quizás no puede ser corregido desde la Tierra. Desgraciamente no hay un servicio para reponer combustible, para llenar su depósito.
La misión Kepler, con un presupuesto de 600 millones de dólares, fue lanzada en 2009 para buscar exoplanetas en una ubicación fija en la constelación de Cygnus. Durante cuatro años, observó de forma constante varios cientos de estrellas para detectar el oscurecimiento revelador que ocurre cuando uno de esos mundos cruzar por delante de ella. El objetivo final era encontrar de tamaño terrestre o más pequeños, y en pocos años, los datos de Kepler mostraron que los planetas rocosos son extremadamente comunes en el universo.
En 2013, después de cuatro años de operación, tres de los cuatro giróscopos de Kepler, las "ruedas" que permitía orientar el telescopio y mantener una mirada fija en una zona concreta del espacio fallaron. Ya no podía mantener la estabilidad necesaria para realizar su trabajo, lo que anunciaba su final. Pero no fue así. Se ideó una nueva misión, llamada K2, en que se usaría la presión del viento solar para mantener su posición, mientras rotaría entre diferentes áreas del cielo cada tres meses (lo cual, en el lenguaje de la misión, se llama "campaña"). Una genial improvisación que funcionó a la perfección, permitiendo continuar la caza de exoplanetas.
Pero no existe improvisación que pueda afrontar el agotamiento del combustible, el que permite al telescopio maniobrar para poder tranferir los datos a la Tierra. Y este momento parece ya estar cerca, aunque no se sabe exactamente cuando, ya que no dispone de un "medidor" directo, sino que se basa en otros factores, como la forma en que los propulsores responden y la presión del propio depósito. Pero todo indica que el fin se aproxima."Nuestras estimaciones actuales son que se agotará dentro de varios meses. Así, mientras anticipamos que las operaciones finalizarán pronto, estamos preparados para continuar mientras el combustible lo permita" explica Charlie Sobeck, ingeniero de sistemas."El equipo de Kepler está planeando recolectar la mayor cantidad posible de datos científicos en el tiempo restante y enviarlos a la Tierra antes de que la pérdida de los propulsores signifique que no podemos apuntar el telescopio espacial para la transferencia de datos. Incluso tenemos planes de tomar algunos datos de calibración final con el último bit de combustible, si se presenta la oportunidad".
A diferencia de lo que le ocurrió a la sonda Cassini, por ejemplo, Kepler no representa amenaza alguna de impacto para ningún mundo helado del Sistema Solar, por lo que simplemente seguirá trabajando hasta que ya no puede hacerlo más y se haga el silencio. Será el mejor final posible para una misión que afronta ya su ocaso, mientras en la Tierra su sucesor directo, el telescopio TESS (Transiting Exoplanet Survey Satellite) espera su momento de partir.
Cuando el final parecía cercano, al fallar 3 de sus 4 ruedas de reacción, los ingenieros de la NASA sacaron adelante una improvisada y brillante solución, utilizando la presión de la luz solar para orientar y mantener estable el telescopio espacial, aunque en este caso solo por periodos cortos entre cada zona observada. Esto le permite actualmente seguir trabajando, aunque nada puede compensar el agotamiento del combustible de los propulsores.
Necesitamos de estas, pero en el espacio.
NASA's Prolific Planet-Hunting Kepler Spacecraft Is Running Out of Fuel
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