Dos características principales definen nuestro rincón planetario: Las distancias son gigantescas y los planetas, en comparación a estas primeras, diminutos. Hasta el enorme Júpiter es apenas un punto en la oscuridad si nos alejáramos lo suficiente para tener una visión en conjunto, como nos demostró en su momento la Voyager 1, que en 1990, y activando por última vez sus cámaras, miró hacia atrás desde mucho más allá de la órbita de Neptuno. Podríamos lanzar mil sondas al año en todas direcciones de forma aleatoria y sus posibilidades de pasar muy cerca, por no decir impactar, en cualquiera de ellos serían mínimas, por no decir casi nulas, incluso si dichas sondas se movieran por el plano de la elíptica, que es por donde estos de desplazan. Nuestro hogar es por tanto, básicamente, un inmenso vacío.
Todo ello implica que al crear un mapa del Sistema Solar se tengan que hacer concesiones en las escalas. O bien las distancias entre las órbitas de los diferentes mundos no es realista, o bien estos son representados mucho más grandes de lo que son en realidad. Incluso pequeños puntos en una hoja ya es ir mucho más allá de sus tamaños reales. Si estuviéramos tan lejos como para verlos en conjunto captaríamos la luz que reflejan del Sol, pero no podríamos verlos realmente. Es imposible por tanto una recreación respetuosa con las escalas en el mundo real. Ciertamente hoy día, en la era de la informática, se pueden crear mapas virtuales, donde es posible navegar de un mundo a otra y ampliar la imagen tanto como sea necesario, pero aunque tremendamente útiles, fallan a la hora de transmitir realmente esa sensación de inmensidad. Son maravillosamente informativos, pero carecen de ese algo más que nos llegue al corazón.
Y buscando ese algo más nace este curioso proyecto, To Scale: The Solar System, donde en un lago seco en Nevada, un grupo de amigos ha construido el primer modelo a escala del Sistema Solar con sus órbitas planetarias completas: una verdadera ilustración de nuestro lugar en el Universo. Abarcando 11 kilómetros de desierto, y partiendo de un Sol del tamaño de una gran pelota de playa, se han recreado los planetas conservando la escala tanto de distancias como de tamaños
Así encontramos unas pequeñas canicas sobre postes que representan los planetas rocosos interiores: Mercurio a 62 metros del Sol, Venus a 120, la Tierra a 173 y Marte a 269 metros. Los planetas gigantes, en forma de lámparas con tamaños en orden de los centímetros, aparecen más allá, a 0,92 kilómetros Júpiter y a 1,7 kilómetros Saturno, Urano se encuentra a 3,4 kilómetros y Neptuno aún más lejos, cerrando el círculo."Eso es lo que realmente quería probar y capturar. Estamos en una canica flotando en medio de la nada. Cuando te encuentras cara a cara con eso, es asombroso", explica uno de los autores, Wylie Overstreet. Y ciertamente es una escalofriante visión de la inmensidad.
El retrato en familia del Sistema Solar, realizado por la Voyager 1 el 14 de febrero de 1990. Desde esta distancia los planetas son apenas tenues estrellas, cuyas imágenes deben ser aumentadas y colocadas aparte para hacerlos visibles.
Here's Why It's Impossible to Have a Model Solar System That Is Completely to Scale
No hay comentarios:
Publicar un comentario