Las galaxias, pese a que la expansión cósmica se empeña en querer imponer lo contrario, no les gusta vivir solas. Entrelazadas por su gravedad común, se agrupan en pequeñas familias, que a su vez forman cúmulos aún mayores, en una escalada que nos lleva hasta estructuras que superan nuestra imaginación, auténticos muros galácticos casi tan grandes como el propio Universo observable. Es una lucha implacable entre dos fuerzas opuestas.
La Vía Láctea no es una excepción. Forma parte de lo que llamamos "Grupo Local" y esta dominado por 3 galaxias (esta primera, Andrómeda y la del Triángulo), alrededor de las cuales se arremolinan decenas de otras mucho más pequeñas. Es una asociación en apariencia con unas sólidas ataduras gravitatorias, suficiente para superar la tendencia cósmica a la dispersión. En realidad tan sólidas que tanto la nuestra como Andrómeda se están acercando una a la otra, y con el tiempo, en un futuro situado a 3-5.000 millones de años de distancia, se convertirán en una sola. Es inevitable, y la pregunta que diversas simulaciones, alimentadas por los datos más recientes recabados de ambos, intentan responder es cuales serán las consecuencias del proceso de fusión y que implicará para las poblaciones estelares de cada una de ellas.
La clave es determinar la masa de ambas. Hasta ahora la "contienda" se decantaba a favor de Andrómeda, que se consideraba, incluyendo la famosa materia oscura en la ecuación, bastante más masiva, por lo que, pese al caos del encuentro, se podría casi considerar que esta primera asimilaría a la Vía Láctea. Sin embargo ahora un nuevo estudio liderado por astrofísico Prajwal Kafle, del Centro Internacional de Investigación de Radioastronomía de la Universidad de Australia Occidental, le pone nuevas y más rebajadas cifras a su masa: El equivalente a 800.000 millones Soles, muy parecida a la nuestra.
¿Como es posible medir hasta ese punto la masa de una galaxia vecina, pero aún así a 2 millones de años luz de distancia? La respuesta está en la utilización de una nueva técnica para medir la velocidad requerida para escapar de ella."Cuando un cohete se lanza al espacio, se hace a una velocidad de once kilómetros por segundo para superar la atracción gravitacional de la Tierra. Nuestra galaxia, la Vía Láctea, es más de un billón de veces más pesada que nuestro pequeño planeta Tierra, así que para escapar de su atracción gravitatoria debemos lanzarla con una velocidad de 550 kilómetros por segundo". Y esto mismo se aplica a Andrómeda.
Kafle señala que se sobreestimó la cantidad de materia oscura que contenía la galaxia de Andrómeda, lo que se tradujo en una cifras que ahora este estudio rebaja considerablemente."Al examinar las órbitas de las estrellas de alta velocidad, descubrimos que esta galaxia tiene mucha menos materia oscura de lo que se pensaba anteriormente, y solo una tercera parte de eso se descubrió en observaciones anteriores"."Transforma completamente nuestra comprensión del grupo local, Pensamos que había una galaxia más grande y nuestra propia Vía Láctea era más pequeña, pero ese escenario ahora ha cambiado por completo".
Llegará el día en que dos se conviertan en una, en que ambas se encontrarán y una vez superado un largo tiempo de caos, en que quizás miles de sus estrellas terminen expulsadas al vacío intergaláctico, darán nacimiento a una nueva y gigantesca galaxia. El fruto, de ser correctos estos datos, de una fusión entre iguales.
Nuestra pequeña familia galáctica, abrazada por sus lazos de gravedad común.
Milky Way ties with neighbour in galactic arms race
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