El lanzamiento del James Webb se retrasa hasta 2019.
"Esta decisión no se basa en ningún tipo de problema técnico de hardware
o de rendimiento, sino en el hecho de que la integración de los
diferentes elementos de la nave espacial está tomando más tiempo del que
esperábamos". Así explicaba Thomas Zurbuchen, miembro de la Science Mission Directorate de la NASA y parte integrante de este proyecto, el anuncio definitivo de que el más ambicioso telescópico espacial jamás construido tendría que esperar un poco más para ser una realidad, desde Octubre de 2018 hasta la Primavera de 2019.
No es una noticia inesperada. Estamos ante una de los ingenios más complejos jamás construidos, donde una cantidad ingente de elementos deben ser ajustados con total precisión y en que todas las pruebas deben ser superadas sin el más mínimo atisbo de duda, cosa que no ocurrió en la de vibración, que no ofreció los resultados previstos, con datos de alguno de los sensores que superaban los límites establecidos, y que obligó a una completa revisión, corrección y repetición de dicha prueba hasta lograr los resultados correctos. Todo ello, más la necesidad de coordinarse con la Agencia Espacial Europea, que aportará un cohete Ariane 5 para su lanzamiento, hace que finalmente se haya decidido aplazar unos meses ese momento.
El James Webb explorará el Universo, desde nuestros vecinos planetarios hasta las más lejanas galaxias, en frecuencias del espectro infrarrojo. Por ello, aunque es habitual referirse a el como el "sucesor" del Hubble, eso no es del todo correcto al tener metas diferentes. Más bien se refiere al salto adelante tecnológico y científico que representa. Como tampoco lo es llamarle su "remplazo", ya que ambos trabajarán de forma simultanea durante cierto tiempo, todo aquel en que nuestro veterano amigo pueda seguir en servicio. En realidad es una nueva ventana al Cosmos complemente única, con sus propios objetivos y metas, y de la que se espera una actividad a todos los niveles, desde la potencial actividad biológica de mundos como Encélado o Titán, pasando por analizar la atmósfera de exoplanetas y llegando hasta el nacimiento de las primeras estrellas y galaxias.
Pero para eso aún deberemos esperar un poco más. La misma complejidad de este observatorio, más todo lo que se lleva invertido en el, hace necesario tener toda la paciencia posible. El cielo puede esperar.
El James Webb en la inmensa sala para pruebas térmicas del Johnson Space Center. Aquí ilustres exploradores como Curiosity mostraron su capacidad para aguantar temperaturas extremas.
Las pruebas de vibración no ofrecieron inicialmente los datos previstos, lo que implicó una revisión, corrección y repetición, algo que complicó el calendario previsto.
El James Webb ni es el sucesor del Hubble en el sentido estricto de la palabra, ya que su rango de observación será diferente al de este primero.
NASA’s James Webb Space Telescope to be Launched Spring 2019
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