Un diamante procedente del manto terrestre desvela la existencia de grandes volúmenes de agua en las profundidades de la Tierra.
Lentamente los océanos se van filtrando hacia el interior de nuestro planeta. Cuando las placas tectónicas, en su constante movimiento, se adentran de nuevo hacia el corazón del planeta, arrastran con ella parte del agua que las cubre, la mayor parte de la cual regresa a la superficie a través de diversas vías, como el vulcanismo. Pero, como constantan todos los estudios realizados hasta ahora, no lo hace en su totalidad, dejando claro que existe una pequeña "perdida", que acumulada a lo largo de miles de millones de años permitió la existencia de tierras emergidas tal como las conocemos, y con ello de nuestra especie. No hay mal que por bién no venga, como dice el refrán.
¿Pero a donde va toda esa agua "perdida"? La respuesta, deducida a partir de experimentos pero hasta ahora nunca demostrada con evidencias directas, parece encontrarse en el interior de un diamante encontrado en 2008 en el área de Juína, un municipio de Mato Grosso (Brasil), donde mineros lo desenterraron en gravas de ríos
poco profundos y que llegó a la superficie desde las
profundidades de La Tierra por medio de un tipo de material volcánico llamada
kimberlita. En su interior se descubrió lo que se considera como
la primera muestra terrestre de un mineral conocido como ringwoodita, hasta ahora solo visto en meteoritos, pero cuya presencia se suponía desde hace tiempo.
Lo trascendente es que su análisis, además de confirmar que viene del manto de La Tierra, muestra que contiene una cantidad significativa de
agua (el 1,5% de su peso), confirmando las teorías
científicas acerca de la existencia de grandes volúmenes de este elemento atrapados entre los 410 y 660 Kilómetros de profundidad, lo que se conoce como zona de transición: "La presencia de agua solo se deducía hasta
ahora a partir de experimentos. Los intentos de demostrar la existencia
de agua utilizando la geofísica habían dado lugar a resultados
contradictorios. Esta es la prueba definitiva de que debe haber, al
menos localmente, oasis de agua en el manto profundo de la Tierra",
explica el investigador Graham Pearson de la Universidad de Alberta (Canadá) y líder del equipo científico responsable de este estudio.
"Nuestro hallazgo apoya la idea de que la zona de transición es un
‘cementerio’ de las placas de subducción donde estas han transportado agua hasta el
manto profundo. La liberación episódica de agua en estas profundidades, a
través del calentamiento y convección del manto podría producir
‘columnas’ de agua que podrían tener efectos dramáticos en las placas
superpuestas porque esta agua tiene un efecto masivo de debilitamiento
en las rocas", subraya Pearson.
Los investigadores creen que la ringwoodita es el mineral más abundante de esta zona del manto."Esto se
hace evidente a partir de la sismología. Encontrar evidencias de su presencia en
el manto de la Tierra, y la determinación de su contenido de agua, es
un paso importante en la comprensión de los procesos terrestres
profundos", apunta el estudio. Aunque no sabemos exactamente la cantidad, podría contener tanta agua como todos los océanos del mundo en su conjunto.
El saber que existen grandes cantidades de agua debajo de la corteza tiene implicaciones para el estudio del
vulcanismo y la tectónica de placas, ya que afecta a la forma en que
la roca se derrite, se enfría y los cambios que se dan por debajo de ella. "Una de las razones de que la Tierra sea un planeta tan
dinámico es la presencia de agua en su interior. El
agua cambia la forma en la que un planeta funciona". Un corazón acuático que permite que nuestro mundo sigan siendo el mundo que conocemos y nos acoge. Otros, como el ardiente Venus o el gélido Marte, si en algún momento tuvieron océanos y un sistema de placas parecido, hace tiempo, para su desgracia, que se desvanecieron.
Las muestras de Ringwoodite, las primeras de este material encontrado en La Tierra pero cuya existencia se suponía a partir de los estudios sismológicos y muestras de meteoritos, contienen una cantidad significativa de agua, por lo que esta tiene que estar presente en las profundas zonas, entre el manto superior e inferior, donde se formó.
El viaje de la ringwoodite desde su zona de formación hasta su lugar de formación hasta la superficie.
Muestra del "diamante de Juína" donde se encontró ringwoodita rica en agua. Esta es invisible a simple vista y su descubrimiento fue casi accidental, ya que no era ese el objetivo de los científicos. "Fue un poco un golpe de
suerte", asegura Pearson.
La dinámica corteza de La Tierra se divide en diversas placas en constente movimiento, generada en las dorsales oceánicas y destruida en las zonas de zona de subduccion, siendo el motor de la actividad geológica del planeta, como los terremotos y los volcanes, pero también la que permite que grandes masas de gases invernadero queden atrapados y transportados al interior en forma de minerales. Sin esta actividad La Tierra no sería el planeta tan habitable que es hoy día. El agua es la clave que permite que unas se deslizen debajo de otras.
Un diamante revela oasis de agua en profundidades extremas de la Tierra
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