El planeta rojo tuvo, como ahora sabemos, grandes cantidades de agua líquida en su superficie, que dejó su huella en numerosas lugares del planeta como testimonio de lo que un día fue. Hoy día, excepto lo que parecen puntuales apariciones de pequeños flujos salinos en algunas laderas montañosas, especialmente en el ecuador, durante los momentos más cálidos del años, ya no se encuentra presente, dado que el frío y la baja presión atmosférica hace muy complicado que puede sobrevivir en ese estado de forma prolongada. ¿Pero cual fue el destino último de toda esta agua?
Posiblemente parte se perdió en el espacio junto su antiguamente más densa atmósfera pero como han ido descubriendo las sondas exploradoras actualmente en órbita, así como la Mars Phoenix, buena parte se encuentra hoy día "almacenada" en forma de hielo, sobretodo en forma de reservas situadas a poca profundidad. Pero parte de el, lejos de esconderse en el subsuelo, se encuentra visible a simple vista en las regiones polares, donde comparte su existencia con el hielo carbónico, dando forma a unos blancos polos claramente visibles desde La Tierra si se dispone de un telescopio mínimamente potente. Sin duda si algo alimentó la idea, tan viva antes de la llegada de las sondas interplanetarias, de que Marte era un lugar habitable, parecido al nuestro, fue la visión de sus casquetes polares, tan familiares y parecidos a los nuestros.
El 17 de Mayo de 2010 la Mars Express nos ofreció imágenes en alta resolución de una amplia zona la región polar norte de Marte durante el Solsticio de Verano en este hemisferio. En ese momento el Hielo carbónico, que en Invierno se acumula hasta formar una capa de 1 a 1.5 Metros de grosor, se había sublimado de nuevo en forma de gas (lo que está en relación con las fluctuaciones estacionales en la presión atmosférica marciana), y lo que quedaba a la vista era una masa de hielo de agua casi puro, que los datos de Mars Reconnaissance Orbiter y Mars Global Surveyor indican que puede llegar a varios millones de Kilómetros cúbicos
Como los anillos de un árbol, el casquete polar Norte es además un auténtico registro histórico del clima marciano, ya que el estudio por radar muestran que este se encuentra laminado en forma de innumerables capas, donde el hielo y el polvo, arrastrado por las grandes tormentas, se suceden una encima de la otra. Chasma Boreale, el gran valle que se extiende casi hasta el propio Polo como un enorme corte en el "blanco pastel" de 100 Kilómetros de ancho y 2 de profundidad, lleno de oscura arena que seguramente hace que la temperatura se eleve más que las zonas circundantes, es una magnífica puerta de entrada para acceder a este registro geológico, por lo que quizás algún día, en un futuro donde los seres humanos exploren directamente Marte, geólogos planetarios caminará por el en ruta hacia sus objetivos.
En La Tierra la llegada del Verano es el momento de retroceso de los hielos polares. En Marte cuando esta sale de nuevo a la luz y se muestra con todo su esplendor, liberado del hielo seco que se precipita sobre el cuando durante oscuridad invernal. Una inmensa llanura, resplandeciendo bajo los rayos del lejano Sol. Los primeros exploradores que un día caminen sobre ella seguramente no podrán evitar la sensación de ser los herederos de aquellos que un día exploraron por primera vez los blancos desiertos helados de nuestro planeta.
El casquete polar Norte a partir de imágenes de las Vikings. Se puede observar el gran corte de Chasma Boreale así como la forma espiral del hielo, debido a los patrones del viento dominante fruto del Efecto Coriolis.
Chasma Boreales es una puerta abierta a la historia de Marte, innumerables capas que esperan un día nuestra visita.
Incluso desde La Tierra, con un pequeño telescopio, cualquiera puede observar los blancos polos, lo que en su momento alimentó la idea del Marte habitable y poblado.
Solsticio de Verano en el Polo Norte de Marte
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