Son fugaces, muchas veces del orden de milisegundos, pero tremendamente poderosas, en realidad el fenómeno más energético conocido, y en algunos casos se repiten, lo que las hace incluso más extrañas y desconcertantes. Situadas todas ellas fuera de nuestra galaxia, su origen sigue siendo un enigma, quizás el mayor al que se enfrenta la astronomía moderna después de nacimiento y evolución del propio Universo, y por ello se han construido observatorios como CHIME (Canadian Hydrogen Intensity Mapping Experiment), que desde 2017 rastrea la Bóveda Celeste en su busca.
Fueron descubiertos en 2007, pero la puesta en servicio de CHIME significó un aumento exponencial, y ahora mismo, gracias a estas instalaciones, el número de FRB conocidos alcanza ya los 700, de los que 20 son repetitivas, y de estos últimos 9 de descubrimiento reciente. Esto quizás ayude a esclarecer un poco el misterio, reforzando la idea de que las fuentes de las ráfagas aisladas y aquellas que tiene un ciclo que se repite deben ser distintas, o quizás se producen en entorno diferentes. Lo cierto es que no deja de ser simples ideas, con las que estamos intentando abrir aunque solo sea una pequeña grieta en el muro de desconocimiento que las rodea.
Eso no quiere decir que no haya muchas teorías, que van desde el resultado de la rotación de estrellas de neutrones o colapsos estelares hasta actividad extraterrestre. Esta última se basa en parte en la existencia de esos pocos FRB que se repiten como si fueran un reloj. Ningún fenómeno natural, al menos que conozcamos ahora mismo, puede explicarlo, de ahí la especulación de que podría ser una forma de comunicación. La ausencia de respuestas deja espacio para todo tipo de ideas, por locas que puedan parecernos. Y eso es lo que nos fascina de los misterios cósmicos.
CHIME, el observatorio que más contribuye en la "caza" de estas misteriosas señales de radio.
La llamada del Universo.
Even More Repeating Fast Radio Bursts Discovered
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