Una mirada a las futuras misiones chinas a Marte.
Su paso en firme y decidido, y las estrellas su última frontera. El gigante asiático entró relativamente tarde en la carrera espacial, y muchos, quizás arrastrando los perjuicios que pudieran existir sobre una nación inmensa pero hasta hace no tanto considerada en vías de desarrollo, no se tomaron muy en serio dicho propósito. Pero año a año han ido acelerando el paso, recuperando el tiempo perdido, y lo que es más importante, con la sensación de que tiene un plan marcado, un camino planificado con antelación, lejos de los cambios de rumbo que suele vivir la NASA y otras agencias, sujetas a una voluntad política igual de voluble. La Luna es su objetivo prioritario, junto con la construcción de una estación orbital. Pero su mirada ya apunta más lejos.
Y entre ellos Marte. Ya lo intentó una vez, en una misión conjunta con Rusia que terminó en fracaso. Eso marcó la determinación de lograrlo por si mismos, sin tener que depender de otros, y con este objetivo se empezó a planificar lo que a partir de la próxima década será su llegada al planeta rojo. Y las apuestas son altas. Nada de prueba tecnológica, como fue la Mangalyaan india. En este caso hablamos de un proyecto masivo, con un primer paso que implica una sonda orbital, un módulo de aterrizaje y un rover de superficie, seguida de una aún más ambiciosa misión para traer muestras a la Tierra. Uno de los grandes sueños de los astrobiólogos, que sigue siendo un proyecto en el limbo por parte de la NASA y otras agencias, y que daría a China un enorme prestigio en caso de ser ella quién lo lograra en primer lugar.
El camino comenzará en 2020, cuando mediante un cohete Long March 5 se lanzará esta primera y ambiciosa misión, sonda-módulo-rover, con unos objetivos amplios, incluyendo la investigación de las características del suelo, la búsqueda de hielo de agua, la evaluación de la habitabilidad, el estudio de la atmósfera y el seguimiento del clima. Se considera la inclusión, tanto en esta como en la posterior, de instrumentos relacionados con la búsqueda de vida, aunque aún está en evaluación.
El módulo de aterrizaje tiene ahora mismo dos posibles objetivos, Chryse Planitia cerca de donde se encuentran la Viking 1 y la Pathfinder,
y la otra incluye Isidis Basin y una sección de Utopia Basin. Por su lado el orbitador llevará una cámara de alta resolución comparable en capacidad a la de HiRISE de la Mars Reconnaissance Orbiter, y servirá para preparar el camino para la misión de extracción de muestras posterior, ayudando en la selección de mejor lugar para intentarlo. Una misión que aún debe aprobarse formalmente, pero cuyos detalles ya se discuten abiertamente entre altos estamentos, y que encaja con lo señalado en el 2016 space white paper, que indicaba que China debe "realizar más estudios e investigación tecnológica clave" sobre cómo traer muestras del planeta rojo.
Estamos a una década vista, y por tanto aún hay muchos otros factores que aún no se han decidido, incluido el tamaño de las muestras, los métodos de recolección y las medidas para proteger tanto a las muestras de la contaminación terrestre como a nuestro planeta de posibles organismos marcianos.
La misión de retorno de la muestra volaría en un Long March 9 (cuyo estreno está previsto para 2025), permitiendo que todo se pueda realizar con un solo lanzamiento, en contraste con la más compilada propuesta de la NASA, que lo divide en dos, primero el rover de 2020 recogería muestras, para ser recolectadas por una sonda posterior, aunque aún no se sabe ni como ni cuando.
Otro elemento clave es la sonda lunar Chang'e 5, que se lanzará en 2019, y cuyos objetivos no se alejan mucho de la futura misión marciana, ya que ella también tiene como meta la extracción de muestras para su transporte a la Tierra. Será un campo de pruebas importante, especialmente en temas tecnológicos como es el acoplamiento de dos vehículos en órbita alrededor de otro mundo, que posiblemente será necesaria para hacer algo parecido en el planeta rojo. Por no hablar de misiones tripuladas, aunque eso ya es otra historia.
A partir de 2020 seremos testimonios de una actividad exploradora creciente, liderada tanto las potencias "clásicas" como por los recién llegados al panorama espacial. China lidera a estos últimos, y quizás con el tiempo será la principal impulsora de esta renovada carrera por Marte.
2020 verá, de no fracasar, la primera misión china a Marte, una ambiciosa a todos los niveles, y que además preparará el camino para que, a finales de la década de los 20, llegue otra sonda, esta vez con el objetivo de llevar muestras a la Tierra.
La Chang'e 5, que despegará en 2019, intentará traer muestras lunares utilizando un sistema que bien pondría adelantar como será la que intentará llevar adelante en Marte.
A closer look at China's audacious Mars sample return plans
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