En tiempos pasados las veíamos como simples puntos luminosos, fijas en una Bóveda Celeste igualmente inamovible. Solo los avances en la astronomía y nuestra capacidad de analizar esa tenue luz, permitió desvelar que eran exactamente lo mismo que el Sol. O mejor dicho, que el Sol también era una estrella, una más en un océano estelar aparentemente inabarcable. Desde entonces no hemos dejado de aprender de ellas, desvelando que son cuerpos celestes tremendamente variados, y que existen de todo tipo y tamaño, siempre marcadas por la masa de la que disponen. Cuanto menor, más pequeñas, frías, rojizas y longevas, cuanto mayor, más grandes, calientes, azuladas y fugaces.
No es una familia homogéneamente distribuida, sino más bien como una pirámide, con unas pocas gigantes, unas cuantas más parecidas al Sol y una inmensa cantidad de las llamados enanas rojas, que se mueven al filo del abismo, rozando la frontera entre lo que es una estrella, con reacciones de fusión en su núcleo, y lo que ya no, las enanas marrones, aquellas que no alcanzaron dicho mínimo. A cada lado de esta difusa línea ambos tipos se miran cara a cara, entre lo que fue y lo que pudo ser, entre el éxito y el fracaso. Y algunas estrellas realmente parecen haberse movido en el filo.
Este es el caso de BLM J0555-57Ab, a unos 600 años luz de La Tierra, y que puede atesorar desde ahora el titulo de estrella más pequeña conocida, apenas mayor que Saturno, más masiva que este pero a duras penas suficiente para haber sido capaz de "encenderse", tal como explica el astrónomo Alexander Boetticher, de la Universidad de Cambridge: "Nuestro descubrimiento revela cómo de pequeñas pueden llegar a ser las estrellas. Si esta estrella se formara con una masa ligeramente inferior, la reacción de fusión del hidrógeno en su núcleo no podría sostenerse, y se habría transformado en una enana marrón".
El hallazgo de EBLM J0555-57Ab fue todo un ejercicio de esfuerzo y paciencia, ya que su resplandor es varias miles de veces más débil que nuestro propio Sol, y está casi oculta por el resplandor mucho mayor que la estrella con la que comparte su existencia y con la cual forma un sistema binario."Era como tratar de mirar una vela al lado de un faro", ha contado Boetticher. El análisis mostró que la estrella diminuta tiene una masa comparable a la masa estimada de TRAPPIST-1, aunque con un radio alrededor del 30% más pequeño.
Las estrellas diminutas como esta, las enanas rojas, forman la mayor parte de la población estelar de nuestra galaxia, y por ello son una pieza básica si queremos entender su pasado, presenta y futuro. Especialmente porque tienen una vida de longitud prácticamente eterna. Tanto que desde el nacimiento de nuestro Universo ninguna llegó aún al final de su vida, y en realidad se puede decir que todas ellas son aún jóvenes, incluso se hablamos de las más antiguas. Y por eso mismo seguirán aquí cuando el resto, las más brillantes, incluida el Sol, ya se hayan extinguido en su totalidad y ya no nazcan de nuevas para remplazarlas.
Quizás, en un futuro tan lejano que es inconcebible para nuestra mente, tan limitada temporalmente, serán el último refugio para una vida que ni tan solo podemos imaginar. Incluido, quizás, alrededor de una diminuta estrella destinada a permanecer casi hasta la eternidad.
Las estrellas según Diagrama de Hertzsprung-Russell. Desde las supergigantes, más azules pero de vida más corta, hasta las enanas rojas, diminutas, muy tenues y frías, pero con una existencia prácticamente ilimitada, 100.000 millones de años o incluso mas, mucho más que la edad misma del Universo. EBLM J0555-57Ab se situaría en el extremo inferior derecha.
Astrónomos descubren la estrella más pequeña jamás conocida: EBLM J0555-57Ab
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