En Octubre de 2018 se iniciará el largo viaje de regreso a Mercurio, una compleja misión destinada a seguir el camino abierto por la ya desaparecida MESSENGER y llegar mucho más allá en nuestra compresión del planeta más cercano al Sol, el más pequeño de todos ellos pero que contiene no pocos enigmas que esperan respuesta. Será también el momento en que la ESA (Agencia Espacial Europea) afrontará por primera vez un viaje hasta las profundidades mismos del pozo gravitatorio solar, y añadirá a su hasta ahora exigua lista de mundos explorados, hasta ahora limitada a Marte y Venus, uno nuevo y para ella desconocido.
Se la conoce como BepiColombo, y aunque hablamos de ella como una sonda, en realidad se trata de dos, una europea y otra japonesa, que viajarán juntas durante los 7 años que dure el viaje, separándose poco antes de llegar a Mercurio para afrontar sus propias misiones. Ambas acopladas al conocido como Módulo de Transferencia, que será el encargado de llevarlas hasta su destino, utilizando una combinación de propulsión eléctrica y varias asistencia gravitatoria, con la Tierra, dos con Venus y 4 con el propio Mercurio Como podemos ver se trata de una misión múltiple ensambladas en una sola, y por lo tanto es clave asegurar que todas sus partes, las sondas y el módulo, encajen perfectamente, y especialmente en el caso de este último, puedan soportar todas las duras condiciones a las que se enfrentarán, tanto en el lanzamiento como en el largo viaje posterior. Un fallo y sus dos pasajeras estarían condenadas.
Por ello, desde principios de año, la BepiColombo está siendo sometida a pruebas de resistencia de todo tipo, así como de sus respectivos componentes, como los paneles solares tanto del módulo como de la sonda europea. Y en estas últimas semanas, con la nave plenamente ensamblada en su configuración de lanzamiento (es decir, tal como estará colocada en el cohete Ariane 5), afrontó un duro viaje a la cámara acústica, cuyas paredes cuentan con potentes altavoces que reproducen el ruido del lanzamiento. Además también se simularon las intensas vibraciones que sufrían durante ese momento crítico, en distintas frecuencias, tanto en sentido vertical como lateralmente.
La superación de esta prueba marcó un momento clave para este ambicioso proyecto, ya que es la última vez que BepiColombo afrontaba una prueba en conjunto. Cada uno de sus componentes se separarán ahora de nuevo y afrontarán sus propios desafíos, como la del vacío térmico, donde se comprobará si el módulo de transferencia resistirá las temperaturas extremas que afrontará tan cerca del Sol. La próxima vez que se encuentren ya será a principios de 2018, cuando lleguen al Puerto Espacial Europeo de Kourou, en Guayana Francesa. Solo entonces se juntarán, y esta vez de forma definitiva. Un abrazo que ya no se romperá hasta 2025, cuando llegue el momento de entrar en órbita alrededor de Mercurio.
La BepiColombo con sus tres elementos conjuntados. Desde la parte inferior, el módulo de transferencia, la sonda orbital europea y la sonda orbital japonesa.
La sonda orbital europea, con sus 11 instrumentos.
La sonda orbital japonesa, con sus 5 instrumentos.
BepiColombo en su configuración de vuelo y sus diversos componentes.
Una vez separadas del módulo de transferencia, cada una de las sondas iniciará sus propias misiones orbitales alrededor de Mercurio.
Objetivo Mercurio finalizan los ensayos del conjunto de BepiColombo
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