Las Viking marcaron el final de una era, de la que podríamos llamar la primera ola de exploradores marcianos. Realizaron los primeros aterrizajes exitosos en la superficie del planeta rojo, lo que debían haber sido el principio de algo mucho mayor. Sin embargo sus resultados negativos (con dudas) a la hora de buscar señales de vida, que eran el corazón mismo de estas misiones, enfriaron el entusiasmo por el planeta, al menos en lo que se refiere a los aterrizajes en superficie. Tanto que nadie seguiría su estela. Fueron las primeras y las últimas. Al menos durante los siguientes 20 años.
Pero a principios de los 90 la comunidad científica presionaba cada vez de forma más insistente para lograr que se aprobara una nueva misión a la superficie de Marte, y finalmente la NASA dio su aprobación. Pero con muchos condicionantes, entre ellos un presupuesto tremendamente ajustado (264 Millones de dólares, una fracción de lo que costaron las Viking) y muy poco tiempo para desarrollarla. Para los implicados fue una tarea titánica, como explica Brian Muirhead, que formó parte del equipo de misión: "Necesitábamos inventar o reinventar 25 tecnologías para esta misión en menos de tres años, y sabíamos que si superábamos el límite de costos, la misión sería cancelada". Aunque ahora la agencia espacial norteamericana se enorgullezca de ella, en su momento fue más una concesión a sus científicos planetarios, con todos los obstáculos posibles y con poca confianza en su éxito final.
Y la respuesta a este desafío fue un salto adelante en la innovación a todos los niveles, en un casi imposible equilibrio con la idea de que eso la hiciera al mismo tiempo más barata. Especialmente en el sistema de entrada atmosférica y aterrizaje, donde se apostó por una idea que a muchos debió parecer un locura, por hablar de forma suave. Y es que los últimos momentos Mars Pathfinder, y en su interior el pequeño rover Soujurner, realizaría una caída libre hacia la superficie, rodeado de una serie de airbags que la protegería del impacto inicial, y de los subsiguientes rebotes hasta que finalmente se detuviera, momento en que se desfilarían, se replegarían y dejarían la sonda suavemente depositada y lista para trabajar. Podemos imaginar la cara de muchos técnicas, científicos y periodistas cuando se explicó todo esto. No es sencillo imaginar que la idea predominante es que semejante locura terminaría con la sonda destrozada y la misión como un (nuevo) fracaso. Solo los directamente implicados debía tener confianza en que era posible. Y quizás menos de lo que nunca reconocerán.
Pero ese 4 de Julio de 1997 la Mars Pathfinder hizo desaparecer en unos minutos todas esos negros nubarrones de pesimismo, y de una forma inesperadamente perfecta y sin fallos, aterrizaba en un punto de la región conocida como Chryse Planitia. Todo había funcionado como un reloj. El escudo térmico hizo su trabajo, el paracaídas y los retor-propulsores también, y lo más problemático y que generaba más desconfianza, los airbags, hicieron exactamente lo que se esperaba de ellos. Estábamos de regreso.
Se iniciaba una misión corta en el tiempo, hasta el 27 de septiembre de 1997, cuando se perdió el contacto, pero pese a ello mucho más duradera de lo que se había previsto. 3 veces más en el caso de la sonda, y 12 veces el tiempo estimado para el pequeño rover Soujurner. En realidad este último seguía plenamente activo cuando se cortó el contacto con la Pathfinder, pero como solo se podía contactar con el a través de esta última, su final también fue también el suyo. De lo contrario quién sabe cuanto tiempo más podría haber sobrevivido.
Más allá de sus logros científicos, entre ellos las primeras evidencias químicas de la antigua acción del agua, y señales de que esa zona había sufrido una fuerte inundación que había sembrado el terreno de las grandes rocas que rodeaban la zona de aterrizaje, lo realmente importante fue su éxito como misión de prueba tecnológica, ya que no pocas de sus nuevas tecnologías serían utilizadas, 7 años después, por los mucho más famosos Spirit y Opportunity. Especialmente su sistema de aterrizaje, que fue adoptado por estos de forma completa, aunque también otros aspectos, como la forma en que descendieron de sus respectivos módulos de aterrizaje, y instrumentos como el espectrómetro de rayos X Alfa Protón (APXS). Sin un Soujurne quizás nunca habríamos tenido a un Opportunity aún en activo después de 14 años.
El éxito de esta misión marcó el regreso al planeta rojo que ya no tuvo vuelta atrás. Vendrían momentos críticos, como la pérdida sucesiva y en poco tiempo de las caras y ambiciosas Mars Polar Lander y la Mars Climate Orbiter, que cerca estuvieron de poner un final prematuro a este renacimiento, salvado en última instancia por el éxito de la Mars Odyssey, pero el camino que Pathfinder y su pequeño rover abrieron ese 4 de Julio de 1997 ya no se cerraría, y por el llegarían y llegarán otros exploradores. Sin lugar a dudas hizo honor a su nombre. Y por todo ello ambos merecerán ser siempre recordador, y quizás, si un día llegamos hasta ellos, reciban el homenaje que se merecen.
La parte más sorprendente del sistema de aterrizaje de Pathfinder era su conjunto de airbags, algo que nunca se había hecho antes, y tan revolucionario que pocos creían que saldría bien. Pero funcionaron perfectamente, y servirían para Spirit y Opportunity.
Soujurner fue el primer rover operativo que se desplazó por la superficie de Marte, y de lo que de el aprendimos sería la base de Spirit y Opportunity. En muchos sentidos es un antepasado común.
Otro de los logros de la misión Pathfinder, el poder observar a la propia sonda desde la distancia a través del rover Soujurner.
El sistema de aterrizaje de Pathfinder, que siete años después sería adoptado por Spirit y Opportunity.
Momentos de tensión y euforia en el JPL. Muchos de los implicados en la Mars Pathfinder posteriormente participarían en las MERS (Spirit y Opportunity) y en Curiosity. El legado de esta primera, como vemos, no solo fue material, sino también humano.
NASA's 1st Mars Rover Landed 20 Years Ago Today
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