La aparición de "nubes" marcianas a gran altura siguen sin encontrar una explicación plausible.
Cuando se tiene una flota relativamente numerosa de sondas robóticas explorando un planeta, tanto desde la órbita como desde la superficie, desde hace años, es sencillo llegar a dos conclusiones: Que aparte de profundizar en lo que ya sabemos no queda espacio para las sorpresas, el misterio, y que cualquier cosa que ocurra será rápidamente detectada, lo que hace por tanto completamente innecesario que los telescopios terrestres, tanto profesionales como amateurs, dediquen tiempo a su estudio. Ambos parecen razonamientos lógicos, resultan comprensibles, pero ambos son completamente erróneos. Y el extraño fenómeno que ocurrió en Marzo y Abril de 2012 en Marte es un magnífico ejemplo de ello.
Fueron varios astrónomos aficionados, y no grandes observatorios o sondas espaciales, los que detectaron una gran estructura que se elevaba desde la superficie del planeta en dos ocasiones, alcanzando una altitud de más de 250 kilómetros, y en ambos casos aparecieron sobre la misma región del planeta. No eran fenómenos desconocidos, considerados habitualmente formaciones nubosas a gran altura, pero hasta la fecha nunca habían superado los 100 kilómetros de altura.
Estos penachos se formaron en menos de 10 horas, cubriendo un área de
1.000 x 500 Kilómetros, y permanecieron visibles durante unos 10 días,
cambiando lentamente de forma.¿Como es que la Mars Reconnaissance Orbiter o cualquiera de las otras sondas en órbita marciana no fueron capaces de observar algo así? La geometría de sus trayectorias y las condiciones
de iluminación del momento lo explican. Hay que recordar que todas ellas siguen programas de observación establecidos de antemano, y durante periodos de tiempo concreto, ya que esa información se tiene que almacenar primero y transmitir después. Sería imposible una observación continua, e incluso si lo fuera, tendría que coincidir en el lugar y momento adecuado. Captar fenómenos esporádicos, aislados, es por definición algo que depende de la suerte más que de ninguna otra cosa.
Aislados pero no únicos. Al estudiar las imágenes de archivo del telescopio espacial Hubble del periodo 1995-1999, y las fotografías tomadas por astrónomos aficionados entre los años 2001 y 2014, se descubrió que este tipo de nubes se formaban de forma ocasional en el limbo de Marte, aunque normalmente no superaban los 100 kilómetros de altura.
No obstante, el 17 de mayo de 1997 este observatorio orbital había capturado un penacho extraordinariamente alto, similar a los observados en 2012.
La naturaleza del fenómeno sigue siendo objeto de debate, ya que su misma existencia desconcierta a los científicos planetarios:"Una hipótesis que estamos discutiendo es que se trata de nubes reflectantes de hielo de agua o de dióxido de carbono, o incluso de partículas de polvo, aunque esto implicaría desviarse considerablemente de los modelos estándar de circulación atmosférica para justificar la formación de nubes a semejante altitud", comenta Agustín Sánchez-Lavega, de la Universidad del País Vasco (UPV) y autor principal del artículo que presenta estos resultados en la revista Nature."Otra teoría sugiere que están relacionadas con la actividad de las auroras, y es cierto que se han detectado auroras en esta región en el pasado, ya que en ella el campo magnético del planeta presenta una gran anomalía", añade Antonio García Muñoz, investigador en el centro ESTEC de la ESA y coautor de este estudio.
Sin embargo ambas desafían muchas de nuestras ideas actuales sobre Marte y su atmósfera. En el primer caso, para que se pudieran formar cristales de agua a 200 Kilómetros de altura la temperatura debería caer más de 50 grados (100 grados si fueran de dióxido de carbono) respecto a lo que predicen los modelos actuales de Marte. En el segundo, eso implicaría una emisión unas 1.000 veces más potente que la de las auroras terrestres, lo que es inviable.
En definitiva incluso las dos explicaciones más probables son igualmente sorprendentes y un enorme desafío para los astrónomos. Si alguien pensaba que ya sabíamos casi todo del planeta rojo y que seguir enviando allí misiones de exploración, como la futura ExoMars de la ESA prevista para 2016, es innecesario, haría bien en olvidarse de semejante idea. Marte, aunque no lo parezca, aún guarda muchos misterios.
La extraña nube vista el 21 de Marzo de 2012, así como un registro visual de su evolución en el paso de las horas.
Otra nube o penacho marciano, descubierto en los archivos del Hubble, y que fue fotografiado sin saberlo el 17 de Mayo de 1997.
Un misterioso penacho en Marte desconcierta a los cientificos
Nobody Knows What These Mysterious Plumes are on Mars
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